Tras la puerta de lo que parece un invernadero cualquiera se asoman miles de plantas de cannabis sativa. Para la mayoría de personas, esta imagen, este olor y, en definitiva, esta escena, son sinónimos de ilegalidad, tráfico de drogas y lavado de dinero. Pero no lo es aquí, en un polígono industrial de Murcia, donde los operarios de Linneo Health llevan bata blanca, son mayoritariamente ingenieros agrónomos y portan junto a ellos una licencia expedida por la Agencia Española del Medicamento.
Este año España se convirtió en uno de los siete países con mayor producción de cannabis medicinal del mundo y también el primero de Europa. El sector, reducido a un pequeño número de pequeñas y medianas empresas, emplea desde peones agrícolas hasta biólogos sanitarios. Sin embargo, nuestro país carece de una normativa clara al respecto. Toda la producción anual, unas 40 toneladas de la variedad sativa, es destinada a la exportación ante esa falta de regulación para uso interno.
El cultivo de Linneo Health en Murcia es el más grande de todos, con casi cinco hectáreas. Pero se repite por parte de otras empresas en Málaga, Valencia, Madrid, Almería, Tarragona o Córdoba. Es un pequeño secreto a voces: en nuestro país hay 12 sociedades dedicadas a la producción, importación y exportación de productos derivados del cannabis con fines medicinales. Autorizadas todas, eso sí, por la Agencia Española del Medicamento. Y ahora pendientes de la nueva regulación por parte del Ministerio de Sanidad anunciada en los últimos días.
Detrás de la mayoría de las empresas españolas se encuentran fondos de inversiones extranjeros, principalmente de Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y Países Bajos, en búsqueda de lo que consideran que será el negocio del futuro. O presente, pensarán, si se mira hacia países como Canadá o la vecina Portugal, donde empresas de capital extranjero generan 130 empleos por invernadero en la región de Alentejo.
A pesar de que los ingresos en España no son todavía los esperados —algunos empresarios hablan de posibles ganancias estratosféricas, pero en un futuro—, estas ya ascienden a millones de euros. Sólo tres de las empresas autorizadas se reparten la mejor parte del pastel, emplean a cientos de personas e ingresan unos 30 millones de euros en ventas anuales.
De Murcia a Israel
El rey de la marihuana medicinal en España tiene nombre y apellido: Don Bellamy. Este inglés, director ejecutivo de Linneo Health en nuestro país, controla el hasta ahora mayor imperio de todos: su invernadero de cinco hectáreas en Murcia emplea a 120 personas e ingresa millones de euros. La empresa matriz, con sede en Reino Unido, le ascendió a ese puesto por su experiencia en el sector del cannabis medicinal en Canadá y su carrera en el sector farmacéutico, en empresas como AstraZeneca.
"Toda nuestra actividad se basa en una sola idea: apoyar a nuestros socios proporcionando productos de cannabis medicinal de la más alta calidad", afirman. Linneo Health heredó la infraestructura de Alcaliber, antes líder en la producción de morfina. Afirman tener capacidad de procesamiento de hasta 12.000 toneladas anuales de materia vegetal y distribuye principalmente sus productos desde Murcia hasta Alemania e Israel.
De las otras empresas con capital extranjero, destaca también la alemana Cannaflogs Genetics S.L., que en España tiene además convenios de colaboración con la Universidad de Valencia y el Instituto Botánico de Barcelona para la investigación del cannabis medicinal. "Nuestro grupo se fundó con la promesa de desestigmatizar el cannabis a través de la ciencia y liberar su potencial médico desde la planta hasta la calidad de vida de los pacientes", desgranan. Sus ventas ascienden hasta los tres millones de euros anuales.
Y de Extremadura a China
Bhalutek Hemp S.L. es otra de las doce empresas españolas autorizada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para el cultivo de cannabis con fines medicinales. Con sede en Málaga, está enfocada en la investigación y desarrollo relacionados con la mejora genética de variedades de cannabis medicinal, además de investigar procesos de extracción y purificación de principios activos. Estos avances, explican, tienen aplicaciones en diversos sectores, desde el medicinal hasta el cosmético y alimentario.
"El cannabis medicinal ha experimentado un auge en los últimos años. Con sus propiedades beneficiosas para la salud y una gran versatilidad como materia prima, esta planta está atrayendo un interés sin precedentes en investigación", sostienen. Bhalutek participa activamente en este crecimiento colaborando con instituciones como el Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (CTAEX) y el Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Málaga.
El CTAEX, ubicado en Extremadura, es un centro dedicado a la transferencia tecnológica en el sector agroalimentario. Uno de sus proyectos más destacados, en este sentido, es el Polo Tecnológico del Cáñamo, una iniciativa que reúne a 25 entidades públicas y privadas con el objetivo de promover la investigación y el desarrollo en torno al cáñamo y sus aplicaciones.
Según su página web, el Polo tiene como misión potenciar el cultivo de cáñamo en España y aumentar su aprovechamiento en sectores como el farmacéutico, cosmético y alimentario. Además de su actividad en España, Bhalutek extiende sus conocimientos internacionalmente, ofreciendo consultoría en países como Italia, Australia, Portugal, Colombia, Uruguay y China.
Investigación cordobesa
Otra de las que destacan por tamaño —30 empleados, un millón de euros en ventas— es Phytoplant Research S.L. Con sede en Córdoba y fundada en 2008, se especializa en la biotecnología vegetal aplicada a la selección, mejora y producción de compuestos activos de alta calidad, como los cannabinoides. La empresa busca desarrollar nuevas aplicaciones terapéuticas y productos farmacéuticos derivados de plantas, contribuyendo a la innovación en el campo del cannabis medicinal.
Según la sociedad, la clave de su producción es su enfoque en la mejora genética de las plantas. Cuentan con un amplio banco de germoplasma de especies vegetales, lo que le permite seleccionar y optimizar variedades específicas de cannabis para obtener "los mejores resultados en términos de producción de cannabinoides". Además, utilizan tecnologías avanzadas para la extracción y purificación de estos compuestos, asegurando que sus productos cumplan con las normas internacionales de calidad.
Phytoplant, cuya matriz radica en los Países Bajos, no sólo se centra en la producción, sino que también investiga las aplicaciones terapéuticas del cannabis, participando en ensayos clínicos y proyectos para validar el uso de cannabinoides en el tratamiento de diversas patologías, como el dolor crónico y la esclerosis múltiple. "Esto nos posiciona como una de las empresas más relevantes en el sector del cannabis medicinal en Europa", afirman.
Pequeñas start-up
Del resto de empresas autorizadas, la mayoría son pequeñas empresas emergentes con menos de diez empleados que recién arrancan en el mercado o simplemente tratan de hacer producción a poca escala. De ellas destaca Canamedics Labs S.L., nacida en Barcelona, cuando poco antes de la pandemia, Álvaro y Luis Comas, dos abogados fiscalistas con exitosas carreras en Cuatrecasas y PwC, descubrieron el potencial del cannabis medicinal tras buscar alivio para un familiar que sufría de dolor crónico por una lesión medular.
A pesar de los limitados tratamientos convencionales, los hermanos encontraron en países como Israel y Canadá que el uso de flores de cannabis con THC ayudaba a reducir el dolor y las dosis de opiáceos como la morfina. Este descubrimiento los llevó a interesarse profundamente en las propiedades medicinales del cannabis.
Tras este hallazgo, fundaron Canamedics S.L. y lograron obtener una licencia de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para cultivar cannabis con fines medicinales. Esta empresa, la primera en Cataluña con dicha licencia, se destaca por cultivar en interiores para controlar mejor la calidad del producto, y su modelo de baja producción y alta calidad pretende posicionarse en mercados europeos como Alemania y Reino Unido.
Con una primera producción de 1.000 plantas y planes para comercializar flores a partir de 2025, los hermanos Comas tienen la vista puesta en un mercado que se espera alcance ingresos de 20.240 millones de dólares en 2024 en el mundo.
Ya en febrero de 2024 el Ministerio de Sanidad de España inició el proceso para regular el uso medicinal del cannabis mediante la elaboración de un Real Decreto. Este marco regulatorio, expresan fuentes del Gobierno, se basa en la mejor evidencia científica disponible. El sector, mientras tanto, está expectante: una regularización podría suponer un boom de nuevas empresas similar al de Canadá o Portugal.