Para llegar a la granja de producción de leche de camella más grande de Europa hay que recorrer varios kilómetros por senderos sin asfalto. Parece escondida entre un gran horizonte de tierras marrones, algo así como si de un escenario posapocalíptico se tratase; hallada de espaldas, literalmente, al paso y el rugido de los aviones del cercano aeropuerto de la isla de Fuerteventura.
Ese, dicen, es uno de sus secretos: su emplazamiento aisladamente mágico. El visitante lo percibe en su travesía hasta que, en un acto más de advertencia que de precaución, una señal de tráfico en forma de triángulo con un dromedario en el centro explica lo que se va a encontrar unos metros después. El resto, parece poesía. El paisaje desértico avanza hasta que, en ese infinito deshabitado, se empiezan a vislumbrar algunas jorobas acompañadas acústicamente de varios ronquidos.
Es una imagen única en el mundo. Por varias razones. La primera, porque los que levantan la cabeza a modo de curiosidad no son animales cualquiera, sino camellos canarios, una raza autóctona. Y, en segundo lugar, porque este, una especie de oasis camellar, es el único lugar de España, y también el más grande de todo el continente europeo, donde se produce, se investiga y se trata la leche de las hembras. Un proyecto que nació hace muchos años, comenzó a rodar hace no tantos, y que ahora, en plena fase de despegue, abre sus puertas a EL ESPAÑOL.
En las últimas décadas, el camello canario, introducido en las islas durante las fechas de la colonización europea, se ha visto relacionado únicamente con el sector turístico. Pero hubo un día en el que Cirila y Lázaro Cabrera, ambos fundadores y propietarios de Oasis Wildlife Fuerteventura, se preguntaron qué podían hacer para mejorar y diversificar las condiciones del animal. Y, entonces, con la mirada puesta en lo que ya sucede desde siempre en Oriente Medio y en el Cuerno de África, brilló la bombilla: una granja de conservación y preservación animal en la isla de Fuerteventura donde comenzar a producir leche y otros productos derivados para consumo humano.
Dos décadas después
"La idea surgió a principios de los 2000", explica Guacimara Cabrera, hija del matrimonio y ahora gerente de la granja, que lleva el nombre de Dromemilk Camel Bio Farm, y se asienta bajo los cimientos del macroproyecto Oasis Wildlife Fuerteventura. "Pero digamos que no comenzó a ser una realidad hasta que en 2010 la Unión Europea autorizó los productos a base de leche de camella", prosigue. Es entonces cuando se toma la decisión de buscar el terreno para crear una granja piloto y estudiar la posibilidad de lo que hasta ahora no dejaba de ser una especie de ilusión familiar.
Veinticuatro años después del nacimiento de aquella idea, Guacimara guía a EL ESPAÑOL hasta una parcela sumamente abierta al mundo, en medio de la nada, en un paisaje que recuerda a Figuig, la ciudad oasis de Marruecos, pero que lleva como nombre el Barranco de Goroy, muy cerca de Puerto del Rosario. En la finca, 150 ejemplares de raza canaria —la mayoría hembras pero también unos pocos majalulos, es decir, crías de camellos— pastorean y galopan a su ritmo mientras se relacionan con sus crías y cuidadores. "Esta es Elenita", señala David Pérez, veterinario y tecnólogo del proyecto. "Muy cariñosa, como puedes ver", ríe, mientras la dromedaria se acerca a curiosear a los humanos presentes.
"Y esta es Daniela, y la otra Valeria, y aquella Alaska", prosigue. Pérez, provisto de una gorra azul y un polo amarillo, las conoce desde siempre, pues ha estado presente en el parto de todas las crías. Son, en cierto modo, sus pequeñas. Todas tienen un número para su identificación, pero a David y a Ahmed, el otro técnico de la finca, no les hace falta echar ojo a ellos. Las conocen a todas, las llaman por sus nombres, las juntan con sus madres con una rapidez vertiginosa y hasta controlan sus temperamentos. "Cuidado, porque Manuela tiene un poco más de mala leche", advierten.
Hasta 70 euros el litro
Durante el recorrido, Guacimara, criada entre animales, explica la importancia que tiene el camello canario en su vida y en la de su familia. Los Cabrera han desarrollado cierta fijación en la preservación del animal: "Fue muy importante para Canarias y sentimos que puede tener un papel también además del de los paseos turísticos. Si no, parece que tendemos a olvidarnos de él, como también le pasa al burro", dice.
Los estudios dicen que el 20% de la población mundial consume leche de camella, y que, en la actualidad, existe una oferta que no cubre toda la demanda. "La intención es que Canarias se convierta en un referente en este aspecto, ya llegamos tarde respecto a otros muchos países, pero todavía estamos a tiempo", prosigue Cabrera. En algunos mercados, esa falta de oferta hace que el litro de leche de este preciado animal roce los 70 euros. En España, el producto puede comprarse a través de páginas web procedentes de Países Bajos por, aproximadamente, 30 euros el litro.
Pero la intención de Dromemilk Camel Bio Farm es que el litro de producción canaria esté en torno a los ocho euros. Según explica Cabrera, la idea es que se pueda comenzar a consumir en los próximos meses —varios varapalos logísticos y burocráticos han retrasado el estreno del producto— a través del comercio local de Fuerteventura. "Lo pondremos a disposición de supermercados, cafeterías y bares pero siempre desde un punto de vista de comercio local. Ya después buscaremos otras salidas al producto", continúa.
Ordeño dedicado
El proceso de ordeño es similar al de otros animales, con puntualizaciones. En este caso es dedicado, artesanal, tranquilo. Pinta, una de las dromedarias del recinto, es llamada por su nombre a una especie de plataforma de ordeño manual. Entra por sí misma y comienza a ser cepillada y relajada. "Es para estimularlas", explica David Pérez. "Si se estresan tienen la capacidad de cortar la leche y entonces no sale nada", prosigue. "Ese es uno de los compromisos", puntualiza Guacimara Cabrera. "El del bienestar animal. No sólo físico sino también psicológico".
Posteriormente, las dromedarias comienzan a entrar de dos en dos en una manga de ordeño. Es un lugar de no muchas dimensiones, por lo que el proceso, completamente automatizado, no tarda más de unos pocos minutos. "Ya están acostumbradas, entonces entran solas, buscan su premio, como cualquier animal de ganadería", continúa Guacimara. El resultado, una leche más blanca de lo normal para el ojo humano, se trata aquí como un 'superproducto'. "Es nuestro oro blanco", dicen.
"Es la leche más nutritiva de todas. Tiene cinco veces más vitaminas B y C que la de vaca y de cabra. Tiene muy poca grasa y un componente similar a la insulina, por lo que resulta beneficiosa tanto para deportistas como para las personas con diabetes. Por otro lado, carece prácticamente de lactosa, por lo que muchos intolerantes podrían tomarla", explica David Pérez.
Una vez finaliza el primer ordeño de los dos que se realizan diariamente, llega lo mejor. Las puertas de la finca se abren y las dromedarias proceden a pastorear libremente entre las montañas de Fuerteventura. Al principio, lo hacen tímidas. Después, atrevidas, corren, como si fueran escolares en un patio de colegio jugando a ser las más rápidas. El Barranco de Goroy se convierte entonces en una postal digna de documental.
Minutos después, Ahmed las llama. Es la hora de comer y lo saben. De repente, todas las dromedarias canarias, juntas, galopan simultáneamente. Se agrupan en torno a un comedero. Y entre sus ronquidos y las montañas majoreras se forma una postal en la que las tradiciones y el pasado parecen convertirse en algo innovador.