Si hay una cosa que no le falta a Omar Montes, es carisma. Donde va, deja huella. Su carácter tranquilo y despreocupado le hace afrontar las cosas con una naturalidad apabullante, con la que solo su buen humor le aleja del estoicismo. Cuando uno está junto al ganador de Supervivientes 2019, tiene la sensación de que todo está bajo control, de que el tiempo ya no es un problema. Y sobre todo, cuando toma la palabra se ve a la legua que algo gracioso está punto de suceder.
Así es el carácter de uno de los artistas más reconocidos de nuestros país. Omar Montes llegó este jueves a La Unión para recoger el premio 'Castillete de Oro', el máximo galardón que entrega el Festival Internacional del Cante de las Minas a figuras destacadas de la cultura y los medios de comunicación. Un reconocimiento que este año también han recogido la actriz Hiba Abouk, el presentador de televisión Carlos Franganillo, el artista Pitingo y el ganadero de reses bravas Victorino Marín.
El cantante llegaba a La Unión como si de un rey se tratase. Decenas de personas hacían cola frente al Museo Minero para no perderse la charla ante el público que iba a mantener con el periodista Juan Ramón Lucas. La noticia del día, la fuga de Carles Puigdemont de Cataluña, había pasado a un segundo plano, como el propio artista bromeaba para EL ESPAÑOL.
- ¿Qué le parece que Carles Puigdemont le haya robado hoy parte del protagonismo?
- Omar Montes: Si es que yo no sé quién es este tío, la verdad (Risas). Seguro que sí, seguro que me habrá robado algo. Total, le roban a uno siempre de todo…
Así llegaba el natural de Carabanchel a la cuna del Cante de las Minas, uno de los festivales de flamenco más prestigiosos del país, que cierra este sábado su edición número 63. Entraba Omar al salón de actos ante una jauría de personas que saltaron de sus asientos nada más verle aparecer. Una fuente de la Fundación Cante de las Minas detalla a este diario que el salón de actos "tiene capacidad para unas 250 personas", aforo que se completó dejando a muchas personas fuera.
"A mí me gusta Omar Montes", confesó Juan Ramón Lucas en la introducción del acto. "Entiende la música, aunque a algunos de mi generación no les dé por entender la suya. Vive el flamenco como un sentimiento, y le da la vuelta para hacerlo más grande".
Una presentación a la que el propio Omar Montes correspondió, nada más subir al escenario, haciendo gala de su estilo más puro: "Se me caen los huevecillos al suelo, no puede ser que este señor (Juan Ramón Lucas) esté diciendo estas cosas tan bonitas de mí".
Y es que el artista, en su tranquilidad, se mostraba exultante, dado que el Castillete de Oro es el primer reconocimiento de este tipo que recibe: "Esto para mí es un sueño hecho realidad". Omar Montes cuenta con diversos premios y nominaciones, pero ninguno de ellos reconocía su carrera musical y su amor por el flamenco, como sí lo hace el máximo galardón del Festival Internacional del Cante de las Minas.
Emocionado, el madrileño rememoraba su infancia y adolescencia, esos momentos en los que no se imaginaba que algún día iba a verse tan arropado por una legión de seguidores: "Lo último que esperaba en mi vida es esto. Yo le decía a mi madre que quería cantar y ella me decía, '¿pero tú que te crees, Alejandro Sanz?'".
"De mis amigos del colegio, me quedan pocos... Y no porque no nos hablemos. Y yo me veía en el mismo camino", reconoce sin tapujos. "Llegó un momento, junto a uno de los amigos con los que me juntaba, en el que nos dimos cuenta de que no podíamos quedarnos así, teníamos que hacer algo con nuestra vida. Y así fue como yo empecé a cantar".
"Los impuestos me tienen frito"
Después de hacer un breve y sentimental repaso por los inicios de su carrera, la charla entre Omar Montes y Juan Ramón Lucas recupera el ambiente distendido del inicio. "Gracias a los primeros conciertos me compré un coche por 800€. El coche estaba perfecto, lo único que le faltaba era una puerta", rememora con sorna el cantante.
El público estaba totalmente inmerso en las palabras del madrileño. En un momento dado, alguien grita: "¡Cántate algo!", desatando las risas de Omar. "En esos primeros conciertos, empezaba pidiendo 150€. Eso da para muchas hamburguesas, amigo mío. Con 150 euros come todo el bloque", continúa el cantante.
"Estoy siempre en mi barrio, no me sacan de ahí ni con agua caliente. Y mira que me he comprado una 'casilla' para invertir, porque el dinero en el banco, como no lo muevas se pierde", ampliaba Omar, allanando el camino para bromear con Juan Ramón Lucas. "Ya lo sabrás tú, Juan Ramón, que te llevo escuchando muchos años en la radio. Todo eso son años cotizados".
"Pero luego hay que pagar impuestos y demás", puntualizó el reputado periodista, evadiendo el curioso derrotero por el que estaba transcurriendo la conversación que desataba carcajadas entre el público. "Correcto, eso es lo malo", reconoció Omar. "A mí me tienen frito".
Los 20 minutos de conversación culminaron hablando de flamenco: el telón de fondo que llevó al cantante hasta La Unión para recoger su premio. "Para mí el flamenco es una forma de vida", afirmaba Omar Montes, narrando que escucha este arte con tanta solera desde su infancia más temprana.
"Yo estoy haciendo una nueva corriente que sigue lo mismo del antiguo flamenco, porque al final todo está inventado, pero busco ritmos nuevos que se hagan más amables para el público". Porque, como explica el cantante, "a un chaval de 15 años de hoy le pones un fandango y le explota la cabeza. Por eso yo trabajo buscando ritmos más amables para crear algo que pueda escuchar ese mismo chaval y le guste".
"El Castillete de Oro me lo he ganado currando para conseguir que con mi altavoz el flamenco se siga escuchando año a año", concluyó, lanzando un recado a los fanáticos del flamenco más puristas que se oponían a que Omar Montes recibiera este premio.
Al terminar el acto, el cantante permaneció en el Museo Minero de La Unión para fotografiarse con las decenas de fanáticos que habían venido a verle. No en vano, algunos de ellos se habían desplazado desde las ciudades colindantes para conocer a su ídolo en su persona.