Es una hazaña en sí misma haber entrado en el top 5 de las mejores notas en el examen a Médico Interno Residente (MIR) de 2024. La gesta se vuelve aún más grande si la calificación, de 177,67 aciertos netos, te convierte en la médica con la sexta mayor puntuación de toda la serie histórica. Pero el caso se vuelve único si, además, se tiene en cuenta que esta médica padece dos enfermedades raras y su cuerpo, a sus 26 años, ha superado más de 20 cirugías.
El nombre de la doctora que firma esta hazaña es Natalia Espasandín(Calonge, Gerona, 1997), la mujer que ha alcanzado el número 4 del MIR de este año gracias a su brillante examen. Una prueba que, debido a su situación personal particular, preparó de una manera en la que siempre escuchaba a su cuerpo. “Desde junio de 2023, como el resto de mis compañeros, comencé a estudiar el MIR de manera intensiva. A diferencia de ellos, si había un día que no podía cumplir el horario de estudio establecido por la academia y me sentía cansada, paraba de estudiar para cuidarme a mí misma”, explica la joven a EL ESPAÑOL.
Graduada en Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con una media 9,28 –sobre 10–, Natalia Espasandín cuenta a este diario que tuvo “muchas dudas” sobre si estudiar o no esa carrera. “Descartaba Medicina porque tengo una discapacidad y me autoconvencía de que no debía estudiarla. Fue Cristina, una profesora que tuve en Bachillerato, la que me dio el apoyo necesario para animarme a seguir ese camino”, cuenta la joven.
El resultado fue que Natalia Espasandín obtuvo una media superior al 13,2 en la Selectividad, lo que le abrió las puertas a su carrera soñada. Eso sí, como ella misma reconoce, sacó el Bachillerato “en tres años” porque durante toda la Secundaria vivía en una situación hospitalaria con continuos ingresos y cirugías. “He perdido la cuenta del número de operaciones que me han hecho. Sólo en la carrera fueron 13, pero antes fueron bastantes más, superando la veintena”, esgrime.
Dos enfermedades raras
La historia de superación de Natalia Espasandín, no obstante, comenzó prácticamente desde su nacimiento. Desde bebé, la joven catalana ya tenía presente una enfermedad genética hereditaria que afecta a los tejidos conectivos. “Me provocaba fracturas, luxaciones, fragilidad en la piel, en los órganos…”, dice.
La segunda enfermedad, también genética y hereditaria, empezó a manifestarse cuando Natalia Espasandín tenía “siete u ocho años”. En este caso, se trata de una patología neurodegenerativa. Ambas enfermedades raras fueron diagnosticadas cuando le practicaron unos estudios genéticos cuando la ahora médica tenía “12 ó 13 años”.
“Me tocó la lotería genética”, explica con humor y madurez, y con la esperanza de que su caso pueda ser una inspiración para otros estudiantes que quieran estudiar Medicina teniendo algún tipo de discapacidad. De hecho, dice que hace poco se puso en contacto con ella una chica que tiene su misma enfermedad y que su sueño es también ser médica. “Me habló, ya la he visto alguna vez, y ahora está muy ilusionada”, cuenta Espasandín, orgullosa.
La educación de Natalia
Hija de padre uruguayo con ascendencia gallega y madre suiza, Natalia Espasandín, pese a sus enfermedades raras, tuvo una infancia en la que se permitía tener sueños, como todo niño. Apasionada de las ciencias desde niña, la médica cuenta que al principio quiso ser veterinaria; luego, física… Pero no fue hasta estudiar Secundaria en el Institut Puig Cargol cuando la joven creyó que podía estudiar Medicina.
“Mi profesora Cristina me apoyó mucho y mi instituto siempre fue flexible y comprensivo con mi situación. Por ello, por ejemplo, estudié el Bachillerato en tres años. Me ingresaban en muchas ocasiones o tenía cirugías, por lo que no podía seguir el mismo ritmo que mis compañeros. Pero siempre me decían: 'La salud es lo primero'”, explica la joven.
Pregunta.– ¿Por qué, pese a sus dudas, estudió Medicina?
Respuesta.– Yo siempre digo que hay dos razones. Por un lado, siempre me interesó mucho la materia y estudiar la Medicina en sí, además de que quería entender bien las patologías. Por otro lado, haber sido tantas veces paciente hizo que tuviese mucho contacto directo con la parte clínica y me gustaba. Por todo ello, creo que al final me decanté por esta vocación.
Como se ha contado, Natalia Espadansín se acabó graduando en la UAB como una media sobresaliente. Hizo las prácticas en el Hospital Vall d'Hebron (Barcelona), un lugar importante para ella dado que muchas de sus intervenciones ocurrieron allí. De hecho, para ella era cómodo compaginar su vida personal con la profesional y académica en el mismo lugar. “Hubo una vez que me operaron y, a la semana siguiente, el cirujano que lo hizo fue mi profesor de prácticas”, ejemplifica la joven.
Luego, apoyada por las academias MIR Asturias y CTO, en ambas becada, superó el MIR de 2024 haciéndose con la posición número 4 del ranking. “La verdad, la posición me daba igual. De hecho, no sé con exactitud el resultado que obtuve porque nunca lo calculé. Con sólo saber que había tenido una buena puntuación para acceder a la especialidad que quería me bastó”, valora.
P.– ¿Y cuál es esa especialidad?
R.– Pediatría. Antes de empezar la carrera quería especializarme en Genética Clínica, una especialidad que no existe en España pero sí en el resto de Europa. Pensé que tras seis o siete años estando yo en la carrera ya la habría, pero no ha sido el caso. Lo que sí es cierto es que la mayoría de los genetistas en España son pediatras porque muchas patologías genéticas aparecen en edad pediátrica, por lo que al final me decanté por esa especialidad en el Hospital Vall d'Hebron.
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P.– ¿Ha valorado especializarse en Genética Clínica en algún otro país de Europa?
R.– Lo he valorado, además de que mi otra lengua materna es el alemán y tengo la nacionalidad suiza. Lo que pasa es que aunque en otros países los médicos tienen unas condiciones retributivas y unos horarios mejores, pienso que no es oro todo lo que reluce. Y, la verdad, siempre que pueda quiero formarme en España. Tenemos un sistema sanitario invaluable, que no discrimina a los pacientes en función de sus condiciones y, sobre todo, quiero devolver todo lo que me han dado.
Ahora, Natalia Espasandín está empezando su carrera profesional como pediatra. No le han importado ni sus dos enfermedades raras ni sus incontables operaciones. Ella, perseverante, ha cumplido un sueño y quiere servir de inspiración a otras personas que tengan dudas sobre si estudiar o no Medicina. “Creo que hay poca representación de personas con discapacidades en la Medicina y creo que podemos aportar mucho”, culmina la número 4 del MIR de 2024.