Tarde lluviosa y calles vacías. El luto ha sumido a Hinojal en un silencio fantasmagórico. En las fachadas de este pequeño pueblo rural cacereño, epítome de la España vaciada, se resquebrajan decenas de letreros de 'se vende'; en la avenida del Santo, profético, un gato negro observa bajo un Mercedes mientras una anciana de pelo rojo se refugia tras un portazo metálico. En este día gris sólo dos nombres se murmullan en los bares, casi en un susurro que suena a letanía: el de Vicente Sánchez Rivero, al que muchos apodan 'el de la Lotería', y el de José María Lindo Magdaleno, alguacil del ayuntamiento desde hace 32 años. Casi nadie quiere hablar de ellos. El dolor aún palpita en las heridas abiertas de sus vecinos.
Vicente y José Mari, víctima y presunto verdugo. El primero, un pacífico vecino que residía en el 76 de la calle Cruz. Tenía 79 años, vivía solo y llevaba una rutina algo anodina, sin lujos ni actividades extraordinarias. La típica vida tranquila de pueblo. No tenía ni mujer ni hijos, tan sólo dos hermanas, Elvira y Tirsa, residentes de Hinojal, y otros dos hermanos varones. Su única peculiaridad era que hacía ocho años había recibido el gran regalo de su vida: un millón de euros provenientes de la Bonoloto.
No obstante, el pasado mes de enero Vicente desapareció. Primero, su familia pensó que podría haberse perdido. Después, que estaba retenido en algún lado, que alguien lo estaba extorsionando. Se hicieron varias batidas por el pueblo para encontrarlo, sin resultado. Nadie imaginaba que dos meses después la Guardia Civil, en el marco de la operación Recuera, encontraría su cuerpo a las afueras de Hinojal. Ni que el 'chivatazo' se lo diera el propio alguacil del consistorio, que señaló a las autoridades la localización del cadáver.
Vicente, desde el primer momento, yacía cerca de una zona que los lugareños llaman 'el regato hondo' o La Vaquera, un lindero que separa la Dehesa Boyal de Hinojal de la Finca Casasola. A la espera de la autopsia que confirme la identidad del fallecido, ya nadie guarda esperanza de que no sea su vecino. Ni de que su presunto asesino, ya detenido, sea el ordenanza municipal.
Javier Flores, sobrino de Vicente por parte de su hermana Tirsa, toma un sorbo de café negro como el carbón, aún con la mano temblorosa, en una pequeña mesa empapada por la lluvia en la terraza del Bar Géminis, el local que su tío solía frecuentar. "Iba de casa al bar y del bar a casa. A veces se bajaba a Cáceres para hacer alguna gestión del banco. No le gustaba ir al campo: le daban miedo las vacas y los perros. Aquí tenemos ganado bravo y algunos animales sueltos. Eso le daba apuro. Llevaba una rutina muy tranquila", explica, en piloto automático, mientras contiene las emociones.
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Flores está exhausto. Suma más de cien llamadas a lo largo del día. La Guardia Civil. La familia. La prensa. Cada pocos minutos, un vecino se le acerca para estrecharle la mano y darle el pésame. "Mi tío estaba rodeado de buitres que se le juntaban para que le pagara los cubatillas. Se aprovechaban de que invitaba él. Ya sabes, el tema de la lotería. Era un poco ingenuo y como no tenía hobbies y andaba solo, te podía soltar un billete de 50€ para que lo llevaras a Cáceres o lo acompañases a hacer alguna gestión. Si le hubiera gustado la automoción, se podría haber comprado un coche. Pero no era el caso. No hacía grandes gastos ni de ropa ni para viajes".
A pesar del colchón económico con el que contaba Vicente Sánchez, la sobriedad con la que llevaba su vida se percibe en la propia fachada de su casa, la única de la calle Cruz que aún luce con ladrillos tradicionales. Hoy, en la puerta del domicilio, que anteriormente también fue casa de sus padres, hay una cinta de la Guardia Civil colgada de la manecilla. El único recuerdo material de la tragedia.
Probablemente esa actitud de reserva hacia los grandes gastos respondió a que antes de tocarle la lotería Vicente fue una persona con pocos recursos económicos que se ganó la vida haciendo algunas reparaciones como albañil. Así lo describen otros vecinos del pueblo, que hablan con este diario bajo la condición de mantenerse en el anonimato:
"Era portillero, corría tejados y no tenía mucho dinero. También le gustaba el tema de las apuestas. Salía de Hinojal para comprar la Primitiva y, de vez en cuando, se le veía en las tragaperras. Cuando le tocó el millón, no paraba de invitar a todo el mundo. Fardaba un poco del dinero, te pagaba las rondas y esas cosas, y yo creo que fue un error. Lo que ha pasado con él... Ha debido de ser un arrebato de Josemari. Llevaba detrás de Vicente, como una hormiguita, desde hacía meses".
Unos metros más adelante del que fuera su hogar se asoma otro vecino, Javier, un fontanero que lleva un año en el pueblo, y quien asegura que Vicente era "un cacho de pan, de esos hombres que te invitaban a todo". Se acaba de enterar hace sólo unos minutos de que la Guardia Civil ha encontrado un cuerpo que coincide con la descripción del desaparecido.
"[Vicente] iba mucho a Cañaveral para echar la lotería. A veces también iba a los toros. Le gustaban mucho. 'Aquí estamos para lo que haga falta', me decía siempre. El otro, el municipal [José María], saludaba todas las mañanas. Hasta me ofreció ayudarme a hacer unos arreglos en casa. No entiendo nada, de verdad".
Alguacil desde 1993
José María Lindo Magdaleno, de 55 años, el presunto asesino de Vicente, era Alguacil de Recursos Múltiples, una suerte de ordenanza municipal, "como un policía pero sin arma ni placa" que trabajaba en el ayuntamiento de Hinojal desde junio de 1993. De hecho, el mismo ordenanza acudió a algunas de las batidas en las que se buscó a Vicente cuando aún figuraba como desaparecido.
EL ESPAÑOL ha tratado de ponerse en contacto con una de las personas que mejor lo conoce, la alcaldesa del pueblo, la socialista Blanca Vivas, pero al adentrarse este periódico en el consistorio, la edil se ha negado a hacer declaraciones. "¡No pienso contestar a ni una sola pregunta más!", ha espetado antes de cerrar la puerta de su despacho.
José María Lindo, añaden otros vecinos que también lo trataron, vivía en Cáceres, donde tenía una mujer y un hijo, y era licenciado en Derecho. No obstante, él trabajaba en Hinojal desde hacía 32 años. "Algunos dicen que la mujer lo echó de casa. Muchas noches se quedaba en el pueblo a dormir". 'José Mari', como acostumbran a llamarle en los bares, era "un tipo normal".
"Buena gente. Nos quedamos helados al saber que la Guardia Civil fue a por él. Unos días atrás estuvimos viendo el fútbol todos juntos. Pensar que estaba al lado de un asesino... Nadie se esperaba esto. Pensamos que si le habían hecho algo, sería alguien de fuera. Es muy triste. Estamos conmocionados".
Otro vecino del pueblo asegura que aunque José María "parecía un buen hombre", en alguna ocasión "tuvo comportamientos extraños" que pusieron en duda su "estabilidad mental", aunque no especifica cuáles. Entre cervezas y cigarros, otros dos hinojaliegos rumorean que "trató de presentarse a las pruebas de Guardia Civil, pero no superó el psicotécnico". Un tercero asegura que llegó a ingresar en el cuerpo, "pero lo echaron".
En lo que coinciden todas las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL, incluido el propio sobrino de la víctima, es en que José María Lindo rondó a Vicente Sánchez durante varios meses. "A mi tío siempre le llevaba alguien, pero porque soltaba pasta. Si daba 50€ por acompañarlo a un viaje, ¿quién iba a decir que no? A veces incluso 'te regalaba' más. Ahora, sí que llegó a tener algún que otro problemilla con la gente, porque a veces discutía, y por eso durante unos meses le llevaba uno y luego cambiaba y le llevaba otro. José Mari empezó a acompañarlo a partir del verano. En los últimos meses siempre le llevaba en su coche a todos lados".
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Aún se desconocen los motivos que pudieron llevar a Lindo a acabar con la vida de Sánchez, aunque se especula que el móvil pudo ser económico. De hecho, el alguacil está acusado de presuntos delitos de homicidio, estafa y robo con violencia. Los agentes de la Benemérita, asimismo, llevaron a cabo el viernes varios registros, entre ellos en un domicilio de un hermano del procesado que vive en Hinojal y en cuya casa se quedaba algunas noches. No se descartan más detenciones.
Por lo pronto, tras las pesquisas llevadas a cabo por la Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) de la Comandancia de Cáceres, el cadáver ha sido trasladado al Instituto de Medicina Legal de la capital provincial y, a la hora del cierre de este reportaje, aún se encuentra a la espera de autopsia. Por su parte, el detenido, que ha pasado la noche en las dependencias de la Guardia Civil, ha pasado a las 10:00 de este sábado a disposición judicial.
El Ayuntamiento de Hinojal ha declarado tres días de luto oficial por la muerte de Vicente Sánchez. A lo largo del domingo, además, habrá una concentración y un minuto de silencio frente al consistorio en homenaje al fallecido.