En El Salvador todo el mundo conoce a Gabriela Rodríguez como la mujer de Nayib Bukele, pero nadie conoce al presidente electo como el marido de Gabriela Rodríguez. “No es una figura que haya sido muy protagónica, es bastante ornamental en el esquema de Bukele”, explican a EL ESPAÑOL desde el país centroamericano. Pero para Gabriela Rodríguez de Bukele (San Salvador, 38 años) el ser la esposa del dictador más cool del mundo parece no serlo todo.
Según la página web de Presidencia, Rodríguez es educadora, psicóloga prenatal, bailarina de ballet profesional y fundadora del primer centro de educación especializado en la educación prenatal de El Salvador. Pero su vida está llena de incógnitas: en realidad no hay ningún registro de su formación académica, por lo que no hay pruebas de que sea licenciada en psicología, y su compromiso por el ballet nacional se ha visto dañado tras ser acusada de nepotismo en la Compañía Nacional que ella misma dirige.
Nació un 31 de marzo de 1985. Es hija del matrimonio formado entre el inversionista salvadoreño José Roberto Rodríguez Trabanino y la nicaragüense Arena Perezalonso de Rodríguez, una funcionaria de la Cámara de Comercio de El Salvador. En su casa los ingresos eran altos. Y pronto comenzó a interesarse por lo que todavía sigue siendo una de sus mayores pasiones: el ballet.
Se formó en la Fundación Ballet de El Salvador y ahí continuó durante sus años de adolescente y joven. Cuando en el año 2004 comenzó a salir con Nayib Bukele —22 años él, 18 años ella—, Gabriela Rodríguez ya acumulaba decenas de presentaciones en los teatros de la capital. “Era talentosa, aunque por aquel entonces era una bailarina de roles secundarios”, afirman desde la Fundación.
Bukele, amante del ballet
Antes de contraer matrimonio, Nayib Bukele era un asiduo espectador en las presentaciones de Rodríguez. La cuenta de X del presidente evidencia su interés por el ballet desde el 2 de septiembre de 2012, cuando asistió al Teatro Nacional para presenciar Othello, una obra en la que participaba su entonces novia. En su tuit, el presidente elogió la producción de la Fundación Ballet de El Salvador y expresó su admiración. Gabriela Rodríguez formaba parte del elenco de la destacada compañía dirigida por Alcira Alonso.
A lo largo del año 2013, Nayib continuó compartiendo sus impresiones en X sobre otras tres presentaciones del Ballet de El Salvador en las que Gabriela participó, incluyendo Spartacus, Don Quixote y, hacia finales de diciembre, El Cascanueces, siguiendo la tradición navideña.
En otro tuit del 23 de agosto de 2013, el entonces alcalde de Nuevo Cuscatlán elogió la presentación de Don Quixote, extendiendo sus felicitaciones a Alcira Alonso y a los “talentosos bailarines”. Este mensaje generó ocho retuits y dos me gusta, reflejando una época diferente, marcada por los primeros pasos de Nayib Bukele en la política como alcalde novato de un pueblo de 8.000 habitantes en las afueras de la capital.
Después de eso llegarían años de nuevas experiencias: Bukele sería alcalde de San Salvador y posteriormente presidente del país. Y Gabriela Rodríguez, entonces, la primera dama.
El Ballet Nacional creado para ella
En 2019 surge una entidad financiada con fondos públicos gracias a un acuerdo ministerial: El Ballet Nacional de El Salvador (BNES). Se convierte en la compañía más reciente adscrita al Ministerio de Cultura y destaca como la apuesta cultural distintiva del gobierno liderado por Nayib Bukele. La iniciativa está estrechamente vinculada a Gabriela Rodríguez.
“Se creó exprofeso para ella en un país donde el ballet tiene muchas limitaciones y se enmarca en un contexto muy elitista”, afirma a EL ESPAÑOL un exfuncionario del Ministerio que ha preferido mantenerse en el anonimato ante posibles represalias. “Este país es un círculo muy reducido y nos conocemos todos, nadie puede criticar al jefe”, concluye.
Este es uno de los pocos puntos donde el perfil bajo de Gabriela Rodríguez parece desaparecer. Las polémicas se han hecho evidentes durante los últimos años. Una investigación de Divergentes, un medio de comunicación en línea de Nicaragua, afirmó entonces que Marta Castellón y Óscar Moreno, dos maestros del Ballet Nacional de El Salvador desde su creación, fueron despedidos por “los caprichos” de la primera dama.
“Los despidos de trabajadores bajo amenazas o presiones son un patrón de conducta en un país donde el autoritarismo llega hasta debajo de los reflectores que iluminan una danza tan exclusiva como el ballet”, afirman. “El Ballet Nacional está tambaleándose porque está posado sobre los caprichos de la primera dama”, dice Óscar Moreno, reconocido bailarín, maestro y coreógrafo que desempeñó un papel fundamental en la compañía desde antes de su fundación hasta el 8 de octubre de 2021, fecha en que fue despedido abruptamente.
Marta Castellón, que era subdirectora del organismo, es más tajante: “Es un problema de ego, de celos profesionales. La señora primera dama y sus amigas nunca pudieron ser nada importantes en la compañía de la Fundación Ballet de El Salvador, y querían brillar en el Ballet Nacional. Nos buscaron a nosotros para que la compañía alcanzara un nivel aceptable teniendo en cuenta las condiciones del país: condición física de los bailarines, dominio técnico… Se suscitó un problema porque no puse a bailar de principal a una amiga de Gabriela, que viene lastimada emocionalmente de otro lugar en el que tampoco la ponían a bailar, ¡pero porque no tenía el nivel! Yo creo que ese es el mayor problema, que Gabriela ve el Ballet Nacional como su compañía, donde todas sus amigas pueden bailar y… eso no está mal, pero entonces que sea una academia, no una compañía”, asevera.
El doctorado dudoso
Hay mucho más. Gabriela Rodríguez afirma en sus redes sociales que es psicóloga. Desde Presidencia mencionan que tiene un doctorado en psicología prenatal y perinatal. Estos días, diversos medios de comunicación de alrededor del mundo han replicado esta información, añadiendo incluso que es la primera persona que ha obtenido esta formación en El Salvador.
Pero esta no ha sido verificada: no hay constancia de su formación académica, ni licenciatura, ni maestría ni doctorado. En la actualidad no hay registro de su nombre en ninguna de las universidades de El Salvador, a pesar de que el ministro de Sanidad llegó a afirmar hace un año en un programa de televisión que Rodríguez obtuvo su formación en hospitales públicos del país.
La única relación que guarda Gabriela Rodríguez con la formación en psicología prenatal es la de un curso que imparte una organización estadounidense: La Asociación de Psicología y Salud Pre y Perinatal (APPPAH por sus siglas en inglés). En su página web se describen como “una organización educativa y científica de beneficio público que ofrece muchas vías de aprendizaje, participación y colaboración dentro de una comunidad que celebra y honra la conciencia de los bebés como conciencia sensible y ser humano sensible desde el principio de la vida”.
Ofrecen una formación en línea con varios cursos. Rodríguez se ha descrito a sí misma como la representante en la región de esta organización, que no cuenta con autorización para emitir doctorados ni diplomas de índole universitario ni en Estados Unidos ni en ningún otro país del mundo.
Desde Presidencia también afirman que Gabriela es fundadora y directora del primer centro de enseñanza prenatal de El Salvador, Prepare. “Apoya a las familias a través de los fundamentos de la teoría del apego y la importancia de las relaciones afectivas tempranas, preparándolas de manera integral para que la maternidad y la paternidad sean una experiencia positiva”, dicen.
Sin embargo, el centro está registrado oficialmente como un jardín de la infancia, donde sólo consta la propia Gabriela Rodríguez como empleada y en el que se ofrecen únicamente tres programas: preparación para el parto, cuidado del bebé y yoga prenatal. En ningún caso nada relacionado con la psicología.
Una vida familiar “tranquila”
“La vida de Gabriela es tranquila, tiene dos hijas —Layla y Aminah, esta última nació hace apenas tres meses— y dos perros —Caramelo y Cyan— que junto a Dios y a Nayib lo son todo para ella. Es sencilla, sonriente, le preocupaban verdaderamente los problemas sociales de El Salvador y las personas más desfavorecidas”, explica una amiga de la familia.
Como Primera Dama ha sido titular de la sección de Bienestar Social. Las publicaciones que comparte en redes sociales son eminentemente mensajes políticos. Acompañados en su mayoría por imágenes de su familia.
Hace 20 años que comparte vida con Nayib Bukele. Cuando el mandatario celebraba su reelección como presidente de El Salvador hace una semana, ambos se asomaron al balcón presidencial para compartir ese momento juntos. “Quien me vota para un cargo público sabe que viene con el paquete. Así somos, un equipo, desde cuando nos conocimos”, expresaba el propio Nayib. El pueblo salvadoreño lo sabe. Pero casi no conocen a Gabriela Rodríguez. Sólo pueden ver a Gabriela de Bukele.