Las personas con altas capacidades son únicas, pocas y diferenciadas. Son aquellas que tienen una disposición al aprendizaje muy superior a la media y una forma de aprender totalmente diferente al resto. Si es complicado conocer a una, Mercedes y Rubén Bitrián, una pareja zaragozana, tienen dos niños asombrosos, María y Jorge. Unos pequeños con cualidades extraordinarias.
Los mellizos tienen nueve años, y desde hace un par los padres veían conductas impropias para la edad que tenían. “Comencé a investigar”, comenta Rubén a este diario, como si no encontraran la pieza que le falta para solventar el puzzle. “Tenían comportamientos demasiados maduros para sus años”, y claro, la madurez intelectual en niños de seis por aquellos entonces, es algo que no se espera, sorprende.
La edad para determinar si una persona posee altas capacidades no es concreta, ni excluyente. Hay personas que desde que nacen ya muestran aptitudes privilegiadas, otros pasan desapercibidos toda su vida, y muchos no saben que las tienen. En el caso de esta familia zaragozana, sus mellizos les fueron dejando un camino de migas para que entendieran el por qué de sus actuaciones.
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Niños no tan niños
Desde muy pequeño, “Jorge hablaba con mucha propiedad, se expresaba y explicaba muy bien, con claridad”, aunque como a muchos niños, la lectura no era algo que le apasionara, pero aun así, leía. “Ahora devora libros, uno le puede durar un día, y ha adquirido una riqueza léxica tremendísima”, argumenta el padre, aunque ya desde los siete años mostraba un vocabulario excelente. “Veía a niños de su edad con expresiones más infantiles, lo normal, pero luego llegaba Jorge y me quedaba asombrado”, concluye.
María, su hermana melliza, no iba a ser menos. “Siempre ha demostrado una sensibilidad y una empatía excelentes, fuera de lo normal”, cuenta Rubén. Unas cualidades que no estaba acostumbrado a ver en los niños del entorno de sus hijos.
Si bien puede haber un estereotipo de las personas con altas capacidades, ya sea por la repetición de patrones como las dificultades para la socialización o la profundidad cognitiva, cada persona es un microuniverso, y todos son diferentes. Jorge y María no han tenido esa fase de soledad en el colegio que muchas personas con altas capacidades sí experimentaron, ni han sido marginados ni se han sentido. “Nuestros hijos son supersociables, se entienden muy bien con todos sus compañeros, mayores o pequeños”, explican los padres aliviados, pues los mellizos "se relacionan de maravilla”.
Contar con altas capacidades puede ser una navaja de doble filo, y depende de cada uno, tendrá más ventajas que desventajas, y viceversa. Gracias a sus capacidades “han sabido adaptarse” a todo tipo de entorno y situaciones, por lo que no tienen ningún problema en hablar con “un crío de 5, u otro de 14 años”.
“Nuestra Salvación”
Los niños con altas capacidades requieren de unas necesidades especiales que en muchas ocasiones no están a su disposición. Este era el caso de la familia Bitrián, hasta que un día buceando por internet se toparon con Sin Límites, una comunidad que los ha “ayudado mucho”.
Sin Límites es una asociación zaragozana formada por padres y madres con niños que tienen altas capacidades. El objetivo principal es “acompañarse y apoyarse entre ellos, visibilizar al colectivo y dar formaciones para que saquen normativas para que estas personas estén mejor atendidas”, según cuenta Beatriz Urriés, la vicepresidenta de la fundación.
Todos sus miembros son voluntarios, y sus actividades se ramifican en modalidades muy diversas para tratar de alcanzar y gratificar a cada uno de los jóvenes. Las disciplinas se reflejan en campus audiovisuales, robótica, ciencias, escritura creativa, entre otras que no se suelen encontrar en los sistemas educativos convencionales, y que proporcionan una asistencia extra para el desarrollo de este tipo de personas.
Sin Límites está formada por 450 familias como los Bitrián. Cada uno de ellos paga una cuota anual que va destinada a los fondos con los que se paga su sede y las salas, a la contratación de ponentes y profesionales especializados, o a los gastos que requieran las actividades. Una asociación que cuenta con alumnos desde segundo de infantil hasta segundo de bachillerato; y como comenta Rubén, “ha sido nuestra salvación”.
“La asociación propone actividades y luego tienes que inscribir a los chicos”, explican los padres. En estos cursos realizan estudios de “artrópodos”, “bichos”, o asignaturas totalmente distintas en las que los enseñan a “crear su propio perfume". Al ser todos niños con altas capacidades, “están más en su salsa”, y con los talleres “disfrutan y aprenden, se lo pasan de maravilla”, comentan.
Una inteligencia de caracteres diferentes
A pesar de que son hermanos mellizos, y que los dos cuentan con una inteligencia fuera de lo normal, las diferencias son palpables. La detección de las altas capacidades pueden ser más tempranas o más tardías, pero las estadísticas infieren que se identifican y se evalúan solo un tercio de niñas frente a dos tercios de niños.
El motivo de esta desproporción se debe al comportamiento diferencial que presentan los jóvenes. Mientras que los niños tienen comportamientos más disruptivos — que es uno de los motivos por el que los evalúan—, las niñas tienden a portarse bien, adaptarse mejor al grupo y pasar más desapercibidas. Beatriz explica al EL ESPAÑOL que “desde la asociación, Sin Límites, observan cómo las familias que tienen hijos e hijas, encuentran muchas más trabas a la hora de evaluar a las niñas.
De hecho, ambos mellizos saben que tienen altas capacidades, pero sus actitudes son bastante dispares. Mientras que Jorge es más "extrovertido”, María trata de “que no se la note”. “Es algo que me llama mucho la atención” comenta el padre, y es que en los dos test que les hicieron a los niños mostraron resultados diferentes al hacerlo en entornos distintos. “En el colegio no lo hacen bien, los sacan de clase, y María que es muy responsable, está más pendiente de los deberes que le van a mandar que de la prueba”.
Problemas en el sistema educativo
“Hay muchísimo desconocimiento de este tema, y en al ámbito educativo no se da ningún tipo de apoyo”, explica el padre. Tal y como lo ve, el sistema no se ajusta a las personas con estas características, “no están preparados para que un alumno que requiere más, siga el ritmo de las clases".
“Estos niños se aburren en la escuela”, y es que necesitan “estímulos mayores” que la mayoría de los profesores no pueden proporcionar para “saciar su curiosidad”. “El sistema educativo está preparado para cuando un alumno no llega al nivel de la clase, pero no para cuando lo supera” explican los padres.
La solución más fácil, no por ello la correcta, es adelantar a los alumnos de cursos. Esta práctica puede amenizar los problemas intelectuales, pero puede amedrentar dificultades sociales y emocionales. Las carencias de la estructura educativa convencional llevan a que estos niños acaben por “aburrirse, desmotivarse y aborrecer el colegio”.
Más vale aprender que estudiar, por ello, “las aulas tienen que ser dotadas con personal cualificado, en una clase con 25 alumnos, cuando aparecen deficiencias de unos y de otros, los profesores no dan abasto”, explica la madre. Según los padres, “hay que adaptarlos a nuevas metodologías, no mandarles más deberes”.