Hace años no sabían si cuajaría la idea. Ahora, más de siete después, Ánforum se ha convertido en una de las mayores referencias a nivel mundial de la creación de barricas de piedra en las que almacenar vino. El proyecto fue tan novedoso que ni siquiera existía normativa al respecto. Estos cinco gallegos nunca pensaron que su andadura fuera a llegar a países tan diversos como Chequia, Francia y Grecia. Estos huevos de granito aportan a los caldos cualidades que nadie sospechaba, por eso multitud de bodegas se afanan por hacerse con uno de ellos. Su precio oscila entre los 9.000 y los casi 20.000 euros.
Fernando García es el gerente de la empresa, aunque él y dos de sus socios provienen de otra: Pétreum. Se dedicaban a realizar esculturas en plazas públicas y otro tipo de obras ornamentales. Martín Busto, uno de los socios, visitó la bodega de Santiago Roma, en Rías Baixas, y nació la idea. "Después de enseñarle nuestro catálogo pensó que estábamos capacitados para plasmar la idea que él siempre había tenido en la cabeza", relata Busto.
Su reto era introducir el vino en recipientes de granito, ya fueran redondos u ovalados, para conseguir vinos más suntuosos. "Yo me fui de allí pensando que aquello no iba a ningún lado, pero cuando se lo planteé a mis otros dos socios, que uno es escultor y otro ingeniero, vimos que sí que era factible", añade Busto. En aquel primer momento no se plantearon la cuestión de la capacidad, pero se decantaron por crear un prototipo de huevo de granito de 500 litros.
Según relata García, el gerente de Ánforum, a la siguiente reunión con el bodeguero también acudió el que sería el director técnico de la compañía, aquella persona que reforzara el equipo y avalara la parte enológica ya que, hasta el momento, los tres empresarios se habían dedicado a algo totalmente diferente. "Estuvimos picando piedra tres meses, prácticamente para conseguir un huevo hecho de una sola pieza", comenta el gerente. Es la única barrica de todas las que han producido que está hecha de una sola pieza.
A la par que perfeccionaban la técnica, intuían que necesitarían diversos estudios para certificar la solvencia del invento tanto a nivel sanitario como de sabor del producto. "Teníamos que comprobar que el vino no se contaminara con la piedra o bajara mucho la acidez, así que empezamos con los estudios", añade el mismo García. El primero de ellos abordó la parte más enológica tras tener al vino albariño dentro del huevo de granito unos 10 meses. "El resultado fue un vino con más volumen y unas virtudes minerales y salinas más potenciadas", concluye el gerente.
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El segundo, no quedaba otra, tenía que certificar la seguridad sanitaria del proceso. "Hablamos con la Organización Internacional del Vino y vimos que no había nada estipulado sobre si estaba permitido introducir vino en la piedra", completa García. Como en tantas otras ocasiones, esta vez la regulación vendría de la práctica. Una práctica que, por otro lado, pondrían en pie desde Ánforum. Según desarrolla, la OIV les dijo que por su cuenta y riesgo tendrían que analizar que ninguna de las 30 sustancias que tiene la piedra, como la plata, el bromuro o el magnesio, superara los límites marcados.
Encontrar un centro científico que se hiciera cargo de ello tampoco fue fácil. "El 90% de ellos pensó que estábamos mal de la cabeza, pero al final uno de La Coruña aceptó realizar un análisis durante un año para ver cómo se producía y a qué niveles la migración de las sustancias de la piedra al vino y viceversa", incide García.
Un modelo de negocio exitoso
Para su sorpresa, los resultados indicaron que todas las sustancias estaban muy por debajo de lo estipulado por la OIV. "El resultado es nuestro escudo sanitario. Si un inspector va a alguna de las bodegas que utilizan nuestras barricas para almacenar su vino y les preguntan, les pueden enseñar este informe de 40 páginas y no tienen problemas", comenta el socio de la empresa. El azar también les sonrió. Nada más tener todo listo para la comercialización del producto, Miguel Torres padre, otro bodeguero, quiso elaborar vino en granito, pero no sabía que en Ánforum ya se dedicaban a eso.
La repercusión de que una marcha como la Familia Torres comprara las primeras barricas a la compañía les catapultó al estrellato. Ahora, años después, su granito está presente en países tan dispares como Francia, Eslovaquia, Hungría, Grecia, República Dominicana, Chile, México y pronto llegará a Estados Unidos.
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Para esto último, Ánforum se está replanteando su modelo de producción, pues consideran que se enfrentan a un mercado que todo lo hace a lo grande. "Si antes tardábamos un mes en fabricar una barrica, aunque no sólo hacíamos una al mes, ahora queremos tardar como máximo cinco días", comenta al respecto García.
El proceso para realizar la barrica tampoco es sencillo. Lo que llega de la cantera es un bloque de granito en brito de tres metros de alto por dos de ancho, así que la primera fase consiste en cortarlo de tal forma que después se pueda extraer la parte interior de la piedra. Finalmente, quedan tres piezas: una superior, la central y la inferior, más la base que es cóncava. En Ánforum se han decantado por la confección de tres modelos. El más pequeño tiene una capacidad de 735 litros, el mediano de 1.750 y el más grande de 3.090, y sus precios oscilan desde los 9.000 hasta los 20.000 euros.
Su idea ha tenido tanto recorrido que actualmente diversas empresas se encuentran investigando qué ocurriría si estas peculiares barricas almacenaran otro tipo de productos como tequila o ron. "No puedo contar mucho aún, pero yo creo que estamos ante algo que va a tener un gran desarrollo en el futuro", concluye el gerente de la empresa, Fernando García.