Su nombre oficial, Victoria María Aragüés Gadea, podría pasar desapercibido para los miles de turistas que abarrotan Benidorm. Sin embargo, el apodo de 'Sticky Vicky' fue una enseña durante décadas en este rincón alicantino de rascacielos y salas de fiesta. En sus cabarés, esta mujer realizaba acrobacias con sus genitales que se promocionaban como "magia vaginal". En 2015 colgó el sombrero por problemas de salud y ahora su hija María mantiene el legado. Ella ha sido la que este miércoles daba la triste noticia: la artista ha muerto con 80 años.
"Mi madre nos ha dejado. Descansa en paz. Te amo con todo mi corazón", ha escrito en redes sociales. Victoria María Aragüés Gadea había nacido en Santa Cruz de Tenerife el 15 de abril de 1943 y se había instalado en la ciudad del Levante hacía décadas. En plena apertura política y época del llamado destape, sus números como Sticky Vicky o Vicky Leyton atraían a un público que disfrutaba de sus espectáculos picantes.
Sticky Vicky se desnudó casi todos los días en varias sesiones en locales como el Palladium Cabaret. De su vagina salían banderolas, huevos, pañuelos, salchichas o cuchillas de afeitar. Y era capaz de encender bombillas o abrir botellas de Coca-Cola. Eran veladas únicas, que algunos testigos narraban con asombro. "Nadie sabía cómo podía ocurrir aquello a tan sólo unos metros. ¡Nunca supimos cuál era el truco!", declaraba un admirador en un reportaje de EL ESPAÑOL.
En 2015 dejó los escenarios. La leyenda de estas noches épicas sufría problemas de salud que tenían que ver tanto con su dedicación como con la edad. La cadera le fallaba y, además, le detectaron un cáncer de útero. "Por su mentalidad y por su tipo de espectáculo, nunca se atrevió a ir a un ginecólogo, hasta que tuvo una hemorragia y se descubrió lo que tenía", explicaba María a El Mundo. "Los médicos le dieron pocos meses, pero gracias a una operación se pudo salvar. Le debe la vida a la Seguridad Social", añadía.
De padres errantes, Sticky Vicky vivió en varias ciudades españolas hasta que recaló en Benidorm. Durante los últimos meses, aparte de tratar de recuperarse de sus dolencias, libraba una batalla judicial por una mujer que quiso suplantarle su identidad. Con el nombre de Sticky Star, imitaba sus números. A la original le parecía "porno chabacano" y no "erotismo". Según relataba, todo empezó hace unos años cuando se le acercó una mujer argentina que acababa de llegar a Benidorm.
Se llamaba María Rosa Pereira y se metía en su camerino mientras Vicky se preparaba para la función. "Un día sin decirme nada inscribió mi nombre artístico en el Registro Mercantil y empezó a anunciarse por ahí como mi verdadera hija", recordaba la artista. "Aquello me ofendió y la llevé a los tribunales. Tres jueces han fallado a mi favor y ahora voy a volver a denunciarla porque se hace llamar Sticky Star".
Vicky creía que lo suyo era complicado y loo elevaba al arte. "Son cosas que me han costado mucho", recordaba. "Durante estos años, me he cortado varias veces en los labios y tuve que ir dos veces al hospital porque se me había roto una botella ahí abajo. El médico me preguntaba y no sabía qué decirle. ¡Me daba vergüenza!", añadía. Hoy, el icono del turismo está de luto, y hasta periódicos ingleses como The Sun le rinden homenaje, avalados por mensajes que agradecen "tanto tiempo entreteniendo a su público".