La primera vez que Hamza Zaidi —actor e influencer con 2'9 millones de seguidores en instagram, cuyo contenido trata de exponer las diferencias entre España y Marruecos— se subió a un escenario conmocionó a muchas de las madres allí presentes. Tenía once años y, sin saberlo, comenzaba a germinar en el marroquí una vocación que le acompañaría, al menos, durante sus próximos quince años. El joven entró por la puerta grande al mundo del teatro interpretando, nada más y nada menos, que al mismo Shakespeare. Hamza recuerda un aluvión de enhorabuenas y felicitaciones por doquier al finalizar la obra. Ahora el joven es protagonista de 'Ocho apellidos marroquís'.
Sin embargo, no fue hasta los 14 años cuando el tetuaní decidió dar un paso al frente. Ocurrió debido a un rodaje que se estaba realizando a la salida de su instituto y que magnetizó al joven. "Estuve todo el día observando cómo rodaban. Recuerdo que ni siquiera comí aquella mañana", apunta divertido. "¿Qué puedo hacer para ser actor?", preguntó Hamza, que se arrimaba vergonzoso a la vez que decidido, a producción.
Fue a través de páginas web y de inscribirse en castings no remunerados que Hamza consiguió su primer papel serio en la serie El Príncipe. "Fue el primer capítulo. Hacía de niño sicario. Utilizaba pistola y debía hacer como que disparaba. Fue una escena a la que dieron bastante visibilidad con anuncios promocionales posteriores", comenta el joven. El marroquí evoca aquellos años. La conversación transcurre entre risas. Expresa que en aquellos tiempos estaba de moda ese tipo de ficción que proyectaba temas como el terrorismo y el yihadismo: "Veías en el casting cómo sólo había marroquís para hacer de terroristas. Era un poco triste". En 2016, Hamza observó una disminución en la búsqueda de este tipo de perfiles, por lo que su carrera como actor se vio reducida. "Ahí fue cuando comencé a crear mis propios personajes en instagram".
Pregunta.- ¿Cómo surge vincular actuación con comedia?
Mi colegón Asier y yo éramos el dúo cómico de la clase. Prefería hacer reír a mis compañeros a cualquier cosa. Éramos felices haciendo reír. Pero ¡ojo! que también estudiábamos.
Respuesta.- ¿Qué tal los primeros vídeos?
Vergüenza ajena.
[Risas…]
El primer vídeo que Hamza publicó —"y que aún puedes ver si haces mucho, mucho scroll"— trata acerca de las diferencias a la hora de lavarse los dientes. Pero en el primer vídeo que se viralizó refleja las diferencias culturales entre España y Marruecos: "Conozco bien las dos culturas, y he sabido hacer humor de ellas, exagerando sus costumbres y los estereotipos para de alguna manera romper con ellos y que las personas sean conscientes de que realmente no somos tan diferentes y que nos acercamos más de lo que pensamos. El objetivo es que ambos públicos se sientan identificados con situaciones cotidianas que ocurren, por ejemplo, en casa".
P.- ¿Cómo se toman en Marruecos este tipo de contenido?
R.- Es cierto que al principio, cuando no te conocen, surgen dudas. Pero cuando ves varios vídeos míos ya sabes de qué palo voy. Siempre lo hago desde el respeto y sin meterme en temas políticos ni religiosos.
A partir de este vídeo, la cuenta de Hamza comenzó a tener, cada día, miles de seguidores nuevos. El joven entonces cursaba primero de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. "Siempre me ha gustado el mundo periodístico, sobre todo el de investigación o deportivo", expresa mientras recuerda su clase 1A. Sin embargo, al observar que miles de personas apoyaban su contenido, tuvo que sentarse junto a sus padres y, como de pequeño cuando interpretaba a Shakespeare, decidir si ser o no ser actor, "ahí estaba la cuestión". "Fue la conversación más seria que he tenido con ellos", prosigue.
"Fue mi época dorada. De hecho, todos los vídeos populares de 2016, como el Bottle flip challenge o el Mannequin Challenge —cada uno con cinco millones de visitas—, están realizados en la cafetería de la Facultad de Información con mis compañeros. En ese momento me llegó la oportunidad de poder hacer una campaña en México, pero tenía clases presenciales…", cuenta. Hamza no llegó a cursar segundo de Periodismo. Si la interpretación no funcionaba como debía, siempre podía volver a la Comunicación. Al menos recibió lo más importante: el apoyo de su familia.
"Pero una cosa sí debo decir", lanza el joven a este diario. "Tuve, durante mucho tiempo, a mis padres bloqueados en instagram".
P.- ¿Y eso por qué?
R.- Imagínate, mi padre viéndome vestido de fatema —joven árabe—. ¡Qué vergüenza! Pero sí, fueron los primeros en apoyarme, no tengo queja de eso.
[Risas…]
Ocho apellidos marroquís
Sin este apoyo, quizá hoy Hamza no habría recibido la propuesta de ser uno de los protagonistas de Ocho apellidos marroquís. El joven cuenta que la proposición le llegó una mañana a su correo electrónico "debido, seguramente, a la divulgación de mis vídeos". "Era el perfil que buscaban y simplemente les gusté", comenta. Es la primera película seria que ha rodado desde El club de los lectores criminales —un slasher de Netflix—. De hecho, Hamza cuenta que su representante de hace cinco años, cuando rodó El Príncipe, ha regresado: "He vuelto a dar el paso a lo profesional".
Hamza tiene buenos recuerdos del rodaje. "La anécdota más graciosa es la que tuve con Julián López. Tenemos varias escenas en alta mar y Julián se marea muchísimo. Fue incapaz de realizarla, a la segunda frase ya quería vomitar. Tuvieron que llamar a un doble para que se pusiera una peluca. Pero el doble también se mareaba. Así que tuvieron que llamar a otro doble —o triple, más bien—", cuenta entre risas, risas y más risas.
P.- ¿Cómo ve España a Marruecos y viceversa?
La película es una parodia muy exagerada. Es verdad que puede existir una visión de que allí todo es terrorismo, sólo hay robos, todo es un desierto… La película trata de conocer realmente cómo es su gente, su cultura, sus comidas, etcétera. Allí ven a España como jamón, jamón y más jamón. ¡Ah! y muy torera. Y que hablamos muy rápido. Hay un mensaje muy reivindicativo.
El joven marroquí cuenta que, en su día a día, siempre que no tenga rodaje, no tiene un horario muy estricto. Expresa que siempre intenta tener un contenido para poder subir a instagram "porque al final tengo que seguir cuidando a mi público". "Busco qué es trending topic, de qué se está hablando y leo temas de actualidad. Hago lo típico: pienso qué vídeo puedo grabar, con quién puedo colaborar, etcétera. Y a las tres de la tarde publico algo. Es el secreto de los creadores de contenido, publicar o a las tres de la tarde o a las nueve de la noche", expresa.
Inmediatamente, Hamza comienza a reflexionar sobre las diferencias entre ser creador de contenido y actor. Al marroquí no le gusta la palabra influencer. De hecho, la detesta: "La gente piensa que soy un influencer que se ha metido a actor, pero realmente soy un actor que se ha metido, digamos, a influencer". El joven apunta que la interpretación es inestable: "Puedes estar un año trabajando mucho y ganar un Goya a actor revelación y al año siguiente no hacer nada. Por eso necesito un as bajo la manga. Y estoy trabajando en ello". Con esto, el joven lanza un mensaje a quienes quieren dedicarse a esto en un futuro: ¡Ponte a crear cosas!
El actor se despide —cómo no— entre risas. Charlar con Hamza es un recreo constante. Habla acerca de sus futuros proyectos y de lo agradecido que está por poder vivir lo que está viviendo. Sigue evocando recuerdos y creando futuras ambiciones. Pero antes lanza un mensaje para España y Marruecos: "Somos países vecinos, llevamos toda la historia juntos, es un vínculo increíble. No dejemos que un grupo reducido de personas manchen a unos u a otros. Somos mucho más parecidos de lo que creemos", concluye.