Madrid. Son casi las 00 horas del 19 de noviembre. En la calle de Ferraz apenas quedan manifestantes. Un último conato de enfrentamiento con los miembros de la UIP se produce un poco más arriba, en el encuentro de las calles Princesa y Marqués de Urquijo, en el epílogo de la marcha anual de la Falange. Una mujer reprocha a los agentes su actuación. "Hay que saber cuándo irse al paro, no todo es dinero", protesta un hombre. El hastío se nota en casi todos los presentes. Han pasado más de 12 horas desde que todo comenzó; han pasado muchas cosas.
El 18 de noviembre se antojaba eterno en Madrid con las protestas. Las convocatorias eran claras: todo comenzaría en Cibeles a las 12 de la mañana con una concentración convocada por más de 100 asociaciones civiles. Luego, a las 21 horas, protesta en Ferraz, como cada día desde hace 15. A eso había que sumarle la manifestación que cada año celebra Falange Española. El día prometía.
A las 11 horas del sábado, 60 minutos antes del inicio de la convocatoria, Cibeles ya se encontraba repleta. Los pocos alfileres que cabían completaron el aforo bañando las arterias principales que desembocaban en la afamada plaza madrileña. Los gritos en contra de Pedro Sánchez, Carles Puigdemont y la amnistía se maridaban con carteles de burla hacia estos mismos protagonistas.
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Según Delegación del Gobierno, unas 170.000 personas se dieron cita; en un millón lo cifraron los organizadores. Personas mayores y familias conformaban en gran parte la masa. Muchos portaban banderas de España —a 5 euros se vendían, a 15 estaba el paraguas rojigualda— y algunos otros la de Europa, repartida por el PP. Un tercer grupo de presentes no se explicaban esto último: "Si Europa nos ha abandonado...". La Fundación Denaes, relacionada con Vox, recogía firmas en contra de la amnistía.
Los intervinientes en el manifiesto fueron Félix Ovejero, Miguel Henrique Otero, Júlia Calvet, Paulo Rangel, Conchita Martín, Andrés Trapiello y Fernando Savater. A veces tenían que parar por los gritos de los presentes, que por la lejanía no escuchaban sus discursos desde todos los puntos.
Con el final de Savater, la primera manifestación quedó disuelta. Llegó el momento de pasear entre manifestantes y ver quién llevaba el cartel o disfraz más original para hacerle una foto.
Un hombre vestido de pescador y subido a una marquesina publicitaria hacía las delicias del respetable. Un amigo llegó y le preguntó por el tiempo que estaría ahí con sus carteles. "Un rato más", contestó. "Nos vamos a Ferraz", le dijeron desde abajo sus conocidos, comunicándole que la manifestación no se había disuelto, había cambiado de lugar.
Sobre las 14.30 horas, los manifestantes abarrotaban Ferraz. No estaba preparado a priori, pero allí protestaron de nuevo por la amnistía. Los cánticos eran los de siempre, los mismos que llevan repitiendo durante 15 días. Sólamente se escuchó uno nuevo:
Que no, que no, que no me da la gana
una dictadura como la venezolana.
En los instantes en los que parecía decaer la manifestación en Ferraz —la gente tiene que comer—, llegaban los miembros de Vox. Javier Ortega Smith y Coco Robatto, entre otros, se personaban en Ferraz. Mientras Smith se hacía fotos con los manifestantes y le cantaban alcalde de Madrid, unos jóvenes advertían: "Oa, oa, oa, nos vamos pa' Moncloa".
Y no es que fuesen, es que muchos manifestantes ya estaban allí. Algunos de los que plegaron velas en Cibeles acabaron cortando la A-6 durante unos 50 minutos. Eran en torno a 200, según informaron los agentes a EL ESPAÑOL tras el corte. Entre ellos, Adán, el hombre que hace unas semanas se puso en huelga de hambre ante el Congreso. La Policía desalojó a los manifestantes sin problemas, que fueron guiados hasta el intercambiador de Moncloa prácticamente.
Con los agentes camino de Ferraz nuevamente, los manifestantes cambiaron su hoja de ruta. La desorganización de la movilización ganaba. Cruzaron hacia la acera de enfrente y regresaron a la Moncloa, cortando nuevamente la carretera de A Coruña en dirección a Madrid. La Policía tenía que evitar que los manifestantes asaltaran todos los carriles.
Allí estuvieron otra hora al menos, hasta que esta vez decidieron abandonar por iniciativa propia. "Revuelta ha dicho que nos vamos, pues nos vamos", dijo una manifestante a otra. La Policía Nacional se llevó reproches, pero también algún aplauso y halago de estos manifestantes. El reloj ya apuntaba las 5 de la tarde.
La protesta perdía fuelle en Ferraz. Si horas antes se llegaron a congregar hasta 3.000 personas, conforme pasaba la tarde las calles volvían a abrirse al tráfico. Era el descanso. Quedaba esperar a ver qué ocurría cuando cayera la noche.
Falange
A las 21 horas, la calle de Ferraz congregaba a 1.500 personas, según Delegación del Gobierno. La UIP había cortado la calle y flanqueaba los cruces de la calle Marqués de Urquijo.
Los agentes de la Policía Nacional comenzaban a realizar cacheos a quienes accedían con destino Ferraz por la citada calle madrileña. El día de la marmota se repetía en esta ocasión. "En Madrid, ni un puto Mena"; "A por ellos"; "Felipe, masón, defiende tu nación"; "puto rojo el que no bote"; etcétera, sonaba en las calles de Madrid nuevamente.
Las primeras vallas comenzaban a moverse más allá de las 10 de la noche. La UIP aguantaba la posición a pesar de algún lanzamiento de latas y botellas de los encapuchados de las primeras filas. Sin demasiados apuros esta vez, los agentes sólo tuvieron que advertir alrededor de las 11 de la noche que desalojarían. Dos manifestantes fueron reducidos e introducidos en el furgón policial. En la mañana del domingo 19 de noviembre, Delegación del Gobierno actualizó los datos: seis varones mayores de edad detenidos (dos por atentado y desórdenes públicos, otro por desórdenes públicos y tres por amenazas, atentado y resistencia y desobediencia).
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Mientras esto ocurría en Ferraz, calle arriba se reforzaba la seguridad. Cuatro nuevos furgones aparecían ante la sorpresa de quienes estaban en la zona de Argüelles. Una mujer llegaba a exponer sobre tanta seguridad: "No lo entiendo, son la Falange, ni que vinieran los de Bildu".
En la entrada de la calle Marqués de Urquijo, se enquistaba la última manifestación del día. La Falange, que iba a unirse al resto de manifestantes —aunque el itinerario inicial establecía que llegarían a Moncloa—, era retenida por los miembros de la UIP. Llegaron hasta Argüelles cantando el Cara al Sol y lanzando los habituales gritos de "Unidad Nacional".
Las proclamas continuaban sonando mientras la cabecera gestionaba con los miembros de la Policía Nacional poder llegar hasta Ferraz. Imposible. Ninguna protesta valió y tuvieron que dar por concluida la manifestación. Este domingo volverán a los actos de homenaje a José Antonio Primo de Rivera en el cementerio de San Isidro.
Alrededor de las 00 horas del 19 de noviembre, las manifestaciones quedaban disueltas todas por completo. Sólo unos pocos insistían en insultar a la Policía, que esperó a que todos emprendieran el camino de vuelta.