Una hora antes de que comenzase la séptima noche de protestas consecutivas frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, cerca de un millar de jóvenes se concentraron en la sede del Parlamento Europeo en Madrid para manifestarse también contra la amnistía. Lo hicieron de forma pacífica, con banderas españolas y de la Unión Europea; incluso con velas, en recuerdo del expresidente del PP catalán Alejo Vidal-Quadras, que tenía previsto dirigir unas palabras a los presentes antes de sufrir un intento de asesinato al salir de su domicilio unas horas antes.
El suceso levantó el ánimo de muchos de los presentes, entre los que destacó la voz afónica de una chica quien, constantemente al megáfono, dirigía los cánticos de los manfiestantes: "Alejo, amigo, España está contigo", "Europa despierta, España no está en venta"... Es Sol Fiebig, una estudiante de Comunicación Audiovisual de la Universidad Complutense de Madrid de 21 años que, sin buscarlo, se hizo con el protagonismo de la concentración.
En la actualidad reside en Alemania, donde está de Erasmus, y asegura a este periódico que se desplazó hasta Madrid sólo para participar en las protestas contra la amnistía: "Veo que mi país se está yendo a la mierda y he venido sólo para esto", asegura en conversación con EL ESPAÑOL en uno de los pocos descansos con el megáfono.
La joven forma parte del colectivo de jóvenes Libertad Sin Ira, en el que estuvo también el actual líder de las Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Ignacio Dancausa. La concentración ante la sede de la Eurocámara en el Paseo de la Castellana de la capital la organizaron este movimiento juvenil junto a otros grupos de carácter similar como S'ha acabat!, Revuelta o Neos.
A lo largo de más de media hora, Fiebig animó a los manifestantes, quienes portaban pancartas con consignas como “Sánchez convierte a España en una dictadura” u otra en la que se podía leer, en inglés, “Alejo Vidal-Quadras no está hablando aquí porque le dispararon en la cabeza”. La motivación política del intento de asesinato contra el también fundador de Vox es un extremo que la investigación policial descarta por el momento.
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Cuando faltaban 20 minutos para las 8 de la tarde, hora prevista de inicio de la manifestación en la calle Ferraz, Fiebig dirigió a los presentes en una columna que, de forma espontánea, cortó el Paseo de la Castellana en dirección a la sede del PSOE. Sin soltar el megáfono, la joven dirigió al millar de jóvenes que interrumpieron el tráfico por el centro de la ciudad, mientras instaban a los transeúntes a unirse a ellos.
La joven y el grupo del que se vio a la cabeza mantuvieron en todo momento una actitud pacífica y festiva. Pasadas las 8 de la tarde, llegaron a la manifestación principal al grito de “Abran paso a la juventud de España” entre aplausos de los presentes. En ese momento, trataron de avanazr hacia el núcleo de la protesta, en la intersección entre las calles Marqués de Urquijo y Ferraz.
La estudiante dirigió entonces el rezo de un padrenuestro por el estado de salud de Vidal-Quadras y "por España", que fue secundado por los jóvenes que la seguían. Ya en la zona cero de la manifestación, la columna tuvo un encontronazo con media docena de miembros del partido ultra Democracia Nacional, quienes los increparon por “peperos”. Los radicales, además, acosaron a una reportera de Televisión Española que acompañaba a los jóvenes cuando trató de hacer una conexión en directo. La periodista tuvo que abandonar finalmente el lugar.
La columna terminó por disolverse entre la muchedumbre. Alrededor de las 10 de la noche, comenzaron de nuevo las detonaciones de petardos por parte de algunos manifestantes y de disparos de pelotas de goma por parte de la Policía. Las cargas y una virulenta batalla campal tomaron el protagonismo absoluto, enterrando por completo la actitud de jóvenes como Fiebig y sus amigos, que en todo momento levantaron las manos y rechazaron la violencia: "No somos ultras, somos españoles", entonaron antes de que el caos se apoderara de las calles.
En la séptima noche de protestas, los disturbios se extendieron por todo Argüelles hasta Moncloa, con numerosos correcalles entre manifestantes y agentes de las Unidades de Intervención Policial que detuvieron a 24 personas por desórdenes públicos. Quienes se enfrentaron a la Policía montaron barricadas con contenedores a los que prendieron fuego, cortando calles como Princesa. Alrededor de la medianoche, la protesta se disolvió.