María dejó atrás a su hija, de solo 11 añitos, con todo el dolor de su corazón, para ayudar a su esposo porque la diabetes le dejó prácticamente ciego. "Me marché de mi país porque mi marido tiene dañadas las retinas de sus ojos, no podía trabajar, y eso me motivó para instalarme en España para pagarle las operaciones y el tratamiento médico", según relata María a EL ESPAÑOL. Como muchas ciudadanas latinoamericanas encontró empleo cuidando a un anciano, Pedro, de 72 años, pero aquel trabajo fue el inicio de otro calvario personal porque este ganadero murciano retirado supuestamente la acoso sexualmente durante siete meses.
"Le pedía a Dios que no amaneciera al día siguiente, pero tenía miedo de perder el trabajo porque lo necesitaba para pagar el tratamiento de mi esposo y para que algún día se pudiera venir a España junto a mi hija", recuerda 'María', nombre ficticio de esta mujer como supuesta víctima de un delito de agresión sexual, acoso y coacciones que ya ha denunciado por vía penal. "Prácticamente fue una pesadilla".
En la denuncia presentada por el abogado Eduardo Muñoz Simó se expone que María empezó a trabajar el 6 de febrero de 2023, como interna en la casa de Pedro L. R., en la pedanía murciana de El Esparragal, y el "primer suceso" se produjo solo ocho días después: "Cogió una bayeta e intentó de manera insistente que mantuviera relaciones sexuales con él o que le masturbara, a la vez que le decía expresiones obscenas, tales como: 'sácame la leche', 'vamos a hacerlo un poquito'…". De hecho, el letrado aporta al juzgado grabaciones que hizo la cuidadora sobre los supuestos episodios de acoso.
- ¿Cómo empezó todo?
- María: La primera vez fue el 14 de febrero. Cogió una bayeta y me dijo vamos a la habitación a 'sacar leche'. No me lo podía creer. Le contesté que no y a partir de ese momento comenzó a humillarme. Si no lo hacía con él, no me compraba comida. Me decía cosas como: 'Eres tonta', 'no eres la reina de España para estar rogándote', 'ni que tuvieses oro en el chocho'…
María sentía que estaba en un callejón sin salida porque "era el primer trabajo" que le había salido en España, tanto su marido como su hija dependían de los ingresos que les enviase a su país de origen en América Central, y encima se había instalado en casa del anciano porque ni el sueldo ni el horario le daban mucho margen de maniobra. "Me pagaban 850 euros al mes y trabajaba de lunes a domingo, librando solo de once de la mañana a cinco de la tarde los sábados", tal y como detalla.
"El mismo día que hice la entrevista, Pedro me dijo que me instalase en su casa porque no iba a librar ni un día. Yo accedí para ahorrarme los 175 euros de la habitación que había alquilado y así enviárselos a mi esposo porque se podía comprar quince días de medicación", recuerda esta esposa y madre coraje, sobre los motivos por los que tomó aquella decisión tras conocer a un anciano -en apariencia- inofensivo. "Había sido ganadero: comprador y vendedor de borregos". "No tenía problemas de movilidad, lo único que tenía era una prótesis de garganta".
- ¿Qué ocurrió después de ese primer episodio del 14 de febrero?
- María: En mayo comenzó a acosarme más. Cuando estaba de espaldas, cocinando, pasaba por detrás y me tocaba el culo. Se metía en la habitación, se bajaba los pantalones y me decía: 'vamos a sacar leche'. Pedro se masturbó delante de mí dos veces. Cuando le limpiaba la prótesis que tiene en el cuello intentaba meterme su pierna entre mis piernas o cuando le lavaba la cabeza me tocaba el culo. Lo hacía todo manteniendo al máximo las distancias con Pedro porque cuando estaba de espaldas y no le miraba: llegaba para cogerme el culo. Yo tenía necesidad de trabajar y él se aprovechaba.
El día a día de esta pobre mujer era un infierno porque no solo convivía con su supuesto acosador, sino que además tenía que limpiarle su casa, hacerle de comer, ayudarle con la prótesis que llevaba en el cuello… "Estuve aguantando sin decírselo a mi marido por su situación médica". María no tenía más remedio porque su trabajo le permitió financiar dos operaciones a su esposo, para mejorar su visión, y además, para lograr la reagrupación familiar necesitaba mantener un empleo estable.
De modo que esta treintañera siguió en la pedanía murciana de El Esparragal cuidando a Pedro: un pensionista con un supuesto apetito sexual insaciable. "Me estresaba tanto que hasta se me estaba durmiendo la mitad de la cara", recuerda María. "Si yo quería comer galletas, Pedro me decía que me las compraba si mantenía sexo con él", ejemplifica, sobre otra de las presuntas situaciones denigrantes que sufrió, debido a que dependía del anciano para comer porque trabajaba interna en la casa 24 horas y eso formaba parte de las 'mejoras' laborales -por cobrar una nómina inferior al salario mínimo interprofesional-.
"Los fines de semana me cerraba la puerta de la casa para convencerme de tener relaciones sexuales: me tenía encerrada", subraya María, sobre cómo su tiempo de descanso se convertía en otro calvario junto a este jubilado de El Esparragal. "Cuando me llamaba alguien por teléfono se enfadaba porque pensaba que iba a contar que me acosaba".
- ¿Le chantajeó supuestamente en alguna ocasión más?
- María: Entré en España como turista. Él me dijo que me empadronaría en su casa. Me chantajeaba con tener relaciones para empadronarme.
Así lo recoge una grabación a la que ha accedido EL ESPAÑOL donde este pensionista le argumenta que una relación sexual "es un 'ratico'" y a cambio, supuestamente la empadronaría en su casa: un trámite necesario para que cualquier inmigrante regularice su situación en nuestro país.
- Anciano: Si quieres, te voy a empadronar como que me llamo Pedro. Eso ya está hecho, ahora vamos a lo otro. Si quieres que seamos amigos, vamos a hacerlo un 'poquico' y ya somos amigos del todo. Lo del empadronamiento ya está hablado. Te voy a empadronar pase lo que pase. Y lo otro pues me lo dices: 'Pues mira Pedro, pues sí, pues no', y así no le damos más vueltas.
- María: No puedo, don Pedro. No viviría con mi conciencia tranquila.
- Anciano: Pero vamos a ver. ¿Es que tú puedes pasar un año entero sin hacer nada? Es que no sabes que eso es malo para el cuerpo...
Eduardo Muñoz Simó, abogado de esta cuidadora latina de personas mayores, sostiene en la denuncia que estos episodios le han causado a su clienta: "Un grave perjuicio psicológico y sufre ansiedad". El letrado del despacho Simó Abogados Penalistas incide en que el anciano, de 72 años, amenazaba a su clienta "con que si no tenía relaciones sexuales con él, no le compraría comida". También recalca que "sus comentarios obscenos y su actitud con clara intención de satisfacer sus deseos sexuales, lejos de cesar, continuaron en el tiempo durante meses, sintiéndose completamente acosada, temiendo perder su trabajo si no cedía a sus peticiones".
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con Pedro L. R., el jubilado denunciado, y niega los hechos de forma categórica: "Yo no he hecho ningún acoso sexual. Todo esto es mentira". María le denunció el 4 de octubre ante la Guardia Civil por un presunto delito de agresión sexual, coacciones y acoso. "Pedro me proponía incesantemente mantener relaciones, las proposiciones eran continuas", tal y como asegura esta mujer en su testimonio en un puesto del Instituto Armado.
"Por ejemplo, mientras cocinaba se acercaba por detrás y me tocaba el culo mientras me decía: 'Echamos un polvo'. Al negarme, me decía: 'ni que tuvieras oro en el chocho, ni que fueras la reina de España, aquí somos más liberales que en tu país'. Me chantajeaba emocionalmente, diciéndome que mi marido estaba en mi país engañándome con otras mujeres y que si había viajado a España era porque no me quería mucho".
María nunca aceptó las proposiciones del anciano de "una chispica" de sexo, no cedió a su presión psicológica, ni siquiera cuando presuntamente le ofrecía 50 euros y ella seguía ahorrando porque su marido todavía tenía que pasar por el quirófano tres veces más. "Fue muy duro".
- ¿Por qué decidió denunciar?
- María: Me cansé de que me estén humillando y no quiero que nadie más pase por lo que yo he pasado, si entra alguien más a trabajar en esa casa, ya no va a ser igual. He presentado una denuncia para que no le pase esto a ninguna otra cuidadora más.