La noche del viernes 27 de octubre, Josep Miquel Arenas (Sa Pobla, Mallorca, 1993), conocido por su nombre artístico Valtònyc, cruzó la frontera española por tierra en La Jonquera, viajó luego a Barcelona y, desde allí, tomó un avión hacia su Mallorca natal. El domingo a las 9:16 de la mañana salía por la puerta de la terminal de llegadas de Son Sant Joan, el aeropuerto de Palma, donde fue recibido por una treintena de personas con claveles y banderas esteladas y republicanas. Regresaba a casa después de seis años en Bélgica.
Con esta puesta en escena, el rapero celebraba que la condena que le impuso la justicia española en 2017 había prescrito. Entonces fue sentenciado a cumplir tres años y medio de prisión por los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias graves a la Corona y amenazas a través de sus canciones. El pasado 22 de marzo, la Audiencia Nacional dejaba sin efecto las órdenes de búsqueda y captura contra el mallorquín y siete meses después ponía pie en España. Valtònyc huyó del país en 2018, horas antes de que expirara el plazo para entregarse y entrar en prisión.
Sin embargo, su llegada a Mallorca fue por poco tiempo: pese a tener plena libertad de movimientos para residir en su isla natal o en cualquier otro punto del territorio español, Valtònyc seguirá con su vida en Bélgica, donde trabaja como informático para CatGlobal, una entidad sin ánimo de lucro que el también prófugo Carles Puigdemont y sus seguidores crearon en Bélgica para asumir los gastos de su denominado Consell per la República.
Así lo confirmó a su llegada al aeropuerto de Palma, donde también dijo que pasará una temporada rodeado de sus amigos y familiares: “Voy a disfrutar de mi familia, de mis amigos, de la comida, porque en Bélgica no se come tan bien como en Mallorca (...) Es momento de querer, de respirar, de sentirte a mí mismo y de aprovechar a mis amigos y respirar el aire de la Tramuntana, que lo añoraba mucho”.
Amigo de Puigdemont
En éstos seis años en Bélgica, Valtònyc se ha introducido en el círculo más íntimo del expresident, con quien además de trabajar, se ha unido en una especie de frente por la “libertad de expresión” desde el país flamenco. En Bruselas, Valtònyc ha participado en un documental titulado 'No callarem' (en catalán, ‘No callaremos’), además de formar parte de numerosos actos reivindicativos con Puigdemont y su círculo de políticos fugados tras el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, como Clara Ponsatí o Toni Comín.
Prueba de su cercana relación con el expresident es el mensaje que publicó en X (antiguo Twitter) la misma noche de su llegada a España, al que acompañaba con varias fotos en las que se le veía despidiéndose de modo simbólico de quien ha sido su principal valedor político en Bélgica. Según dijo el propio rapero, Puigdemont le acompañó en parte del viaje por carretera la noche de su regreso.
Más allá de su actividad política y social, Valtònyc ha aprovechado su estancia en Bélgica para estudiar un máster en Ingeniería de Software y ejercer varios trabajos relacionados para ganarse la vida. Entre ellos, está el de diseño y mantenimiento web de las páginas de CatGlobal. Con todo ello piensa seguir.
Valtònyc había estudiado Ingeniería Informática pero trabajaba como frutero en Mallorca mientras se dedicaba a componer la música que le valió la persecución de la Justicia. Antes de cambiar su residencia creó 13 canciones. En su nueva etapa en Bélgica, sin embargo, su actividad musical se ha limitado a cuatro temas: aquella imagen de rapero contestatario ha mutado más bien en la de un líder autoerigido por la libertad de expresión, con un llamativo cambio estético, aunque no de mensaje.
Pulso con la Justicia
El pulso que ha mantenido con la Justicia le han convertido en un personaje indisociable de sus reivindicaciones. De hecho, el próximo día 21 de noviembre se presentará al juicio que tiene pendiente en un tribunal de Gante (Bélgica), que el 17 de mayo de 2022 decidió no extraditarlo a España, mientras que la Fiscalía belga no recurrió la decisión. Es en el Tribunal de Apelación de esa ciudad donde Valtònyc llevó su caso contra los jueces españoles.
[La justicia belga rechaza de nuevo la entrega del rapero Valtònyc a España]
Al ser su condena inferior a cinco años, la ley fija su prescripción también en cinco años, que se contabilizan a partir de la fecha en que el fallo fue firme. En el caso de Valtònyc, este se produjo el 21 de febrero de 2018. Entonces, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia que un año antes había dictado la Audiencia Nacional. La Sala de lo Penal de este último órgano, a instancias de la Fiscalía, ha acordado ahora la prescripción de las penas.
Con su condena prescrita y pese a que continuará con su vida en Bélgica, Valtònic podrá volver a Mallorca y viajar por el mundo las veces que quiera con la tranquilidad de saber que no será detenido. Durante su estancia en Bruselas vivió el trauma personal de no despedirse de su madre, quien murió tras una enfermedad y con quien tuvo el último contacto vía Skype.