Antón Gómez-Escolar, experto en sustancias estupefacientes y en psicodélicos.

Antón Gómez-Escolar, experto en sustancias estupefacientes y en psicodélicos. Cedida / Fidel Moreno

Reportajes

Antón Gómez, el mayor experto de España en drogas: "Algunas ayudan al estrés o la depresión"

Tras superar una depresión gracias a una terapia con drogas psicodélicas como el LSD, se obsesionó en la utilidad de las drogas para la salud.

13 octubre, 2023 01:32

En cualquier entrevista, que un famoso hable sobre su consumo de drogas genera fascinación y curiosidad. Son esas sustancias que, por ser ilegales, y por sus efectos químicos extraordinarios, generan miedo y adicción a partes iguales. Una de las personas que más sabe de ellas en España es Antón Gómez-Escolar.

Llegó al mundo de las drogas por el camino contrario a la mayoría de quienes las han probado: no fue en una fiesta ni en un entorno recreativo, sino que lo hizo a través de la medicina: Gómez-Escolar pasaba por una dura depresión y los psicodélicos, según cuenta, hicieron que la enfermedad desapareciera para siempre.

Fascinado por el cambio radical de vida que habían provocado esas sustancias, se entregó en cuerpo y alma a la investigación de las drogas. Esta obsesión, que ya dura 10 más de años, le ha convertido en un psicofarmacólogo, divulgador, investigador y asesor científico especializado en drogas y psicodélicos de los más reconocidos del mundo.

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Gómez-Escolar tiene Másters en Psicofarmacología y Drogas de Abuso, en Salud Pública y en Relaciones Internacionales. Es autor del libro Guía esencial del renacimiento psicodélico (Ed. Argonowta), director de una colección de libros sobre la ciencia de los psicodélicos, investigador y divulgador en su canal de redes sociales, La Drogopedia de Antón (en Instagram, @Drogopedia), así como en publicaciones como Revista Cáñamo, LasDrogas.info y otros medios de comunicación.

Su trayectoria por el mundo de las sustancias le llevó a trabajar en la Agencia Europea de Drogas en Lisboa, y en programas de reducción de riesgos y análisis de drogas en festivales de música como Energy Control (ABD) o Kosmicare. También ha trabajado en proyectos internacionales de monitoreo de drogas, así como de asesor científico en psicodélicos para diversas organizaciones. 

Además, ha impartido formaciones sobre drogas y psicodélicos para diversas instituciones, gobiernos, universidades y hospitales; ha dado conferencias en varios congresos internacionales, y ha hablado sobre drogas psicodélicas en el Parlamento Europeo y en las Naciones Unidas, colaborando en el primer informe sobre psicodélicos publicado por esta última organización.

También es miembro de la Comisión de Políticas Globales de Drogas de la UNAD, y cofundador y vocal de la Sociedad Española de Medicina Psicodélica (SEMPsi), del Observatorio Español de Ciencia Psicodélica (INAWE) y de la Sociedad Psicodélica de Madrid.

Antón Gomez-Escolar durante su entrevista con EL ESPAÑOL.

Antón Gomez-Escolar durante su entrevista con EL ESPAÑOL. Rafa Martí

Pregunta: ¿Qué son las drogas?

Respuesta: Las drogas psicoactivas son sustancias que actúan sobre las neuronas de nuestro cerebro, cambiando temporalmente nuestra percepción, pensamientos, emociones, etc. Hay muchos tipos, todas tienen usos y riesgos, algunas son totalmente legales, otras psicofármacos controlados y otras directamente ilegales. Para entendernos bien podemos hablar de siete familias diferentes, según su efecto principal: las estimulantes como la cafeína, las depresoras como el alcohol, las cannabinoides como la marihuana, las opioides como la heroína, las disociativas como la ketamina, las empatógenas como el éxtasis y las psicodélicas como el LSD.

P: ¿Cómo se interesó en este mundo?

R: Siempre me interesaron las sustancias psicoactivas. Con 14 años me leí el libro Historia general de las Drogas, de Antonio Escohotado, y me pareció alucinante. Pero no me metí a fondo en el tema hasta más mayor por una depresión que tuve, bastante grande. Me puse en manos de psiquiatras y me dieron un montón de psicofármacos: ansiolíticos, antidepresivos… No me sirvieron de mucho. Así que busqué otras alternativas, hasta que me encontré con la psicoterapia asistida con psicodélicos.

P: ¿En España?

R: Sí, en España. Debía ser el año 2012, todavía era algo muy desconocido. Pero tuve la suerte de encontrar un terapeuta que se dedicaba a esto de forma ‘underground’. Era un terapeuta profesional, titulado, pero que tenía también un trabajo clandestino haciendo psicoterapia con este tipo de sustancias.

P: ¿Se fiaba?

R: No me quedaba otra, porque en ese momento no podía estar peor. Venía de varios años de estar muy mal, incluso tomándome todo lo que me decía el psiquiatra. ¡Tenía 24 años y no estaba pensando en lo bueno de la vida a esa edad, sino en todo lo contrario! Así que me informé bien y fui adelante.

En dos o tres sesiones, se acabó. Se me fue la depresión, pero para siempre. Estaba curado y ya no tenía que tomar nada

P: ¿Qué pasó?

R: En dos o tres sesiones, se acabó. Se me fue la depresión, pero para siempre. Desde entonces no volví a estar mal. Estaba curado y ya no tenía que tomar nada. 

P: Explíqueme eso…

R: Las drogas psicodélicas como la psilocibina de las setas o el LSD se están investigando con muy buenos resultados en el tratamiento de la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático y las adicciones. Funcionan en terapia como un ‘catalizador’ del proceso psicoterapéutico, haciendo que éste sea más rápido, eficaz y duradero, mediante tres mecanismos: primero, porque a nivel subjetivo vives una experiencia catártica y reveladora. En muchos casos puedes ver soluciones a problemas que en tu estado ordinario de conciencia no eres capaz de ver, poner las cosas en perspectiva, reconciliarte contigo mismo o con la vida. De hecho, la palabra psicodélico significa “revelador de la mente”. Luego, porque producen la desactivación temporal de algunas estructuras neuronales provocando una especie de “reseteo” a nivel cerebral que permite romper con patrones de pensamiento patológicos, ampliar nuestra perspectiva y cambiar el color de la gafas que nos ponemos para filtrar la realidad que nos llega en el día a día y que nos pueden estar impidiendo ver las cosas con mayor objetividad. Es decir, es como agitar una bola de nieve de percepciones y pensamientos para que vuelvan a posarse mejor de lo que estaban. Por último, estas drogas también inducen un estado de elevada plasticidad neuronal, lo cual permite a la psicoterapia hacer cambios más rápidos y perdurables en ti.

P: ¿Como en los bebés que aprenden idiomas?

R: Exacto. Un niño tiene ese estado neuroplástico de forma natural, porque tiene que aprender rápidamente de todo a su alrededor para poder desenvolverse en el mundo y sobrevivir. Inducir esta híper neuroplasticidad no sólo sería útil en el tratamiento psicológico de traumas o depresiones, como es el caso, sino que también podría serlo en rehabilitación de víctimas de accidentes cerebrovasculares, por ejemplo, que han perdido una región cerebral y tienen que reaprender a hablar o a mover una mano. También podría ser muy útil para retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas…

P: ¿Por qué no usamos más los psicodélicos?

R: Eso mismo me dije yo ¡No podía creer que eso estuviera ahí sin apenas investigarse ni conocerse, y que mucha gente que lo está pasando mal no lo pudiera utilizar porque se considere ilegal por peligroso! Así que me puse a investigar a fondo para aportar mi granito de arena.

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P: ¿Las drogas no son peligrosas?

R: Por supuesto, no nos engañemos: todas las drogas, ya sean legales o ilegales, tienen riesgos, incluso las que usamos como psicofármacos. Pero estoy hablando de usar algunas en terapias específicas, bajo supervisión médica. No es lo mismo consumir éxtasis fabricado en un garaje; en un festival, con los sentidos aturdidos por la música, a 30 grados de temperatura y deshidratado por el alcohol; que consumirlo de forma puntual en una dosis específica elaborada en laboratorio; en una clínica con las condiciones de temperatura y el seguimiento profesional adecuados.

P: ¿Las circunstancias condicionan la peligrosidad?

R: Hay múltiples factores de persona, contexto y sustancia que condicionan. Pero sí, en general, los efectos adversos y potencialmente dañinos para la salud se pueden mitigar con conocimiento, usándolas en un contexto adecuado y midiendo las dosis, la frecuencia, la pureza…

P: El famoso ‘depende de qué uso le des’...

R: Siempre digo que las drogas son herramientas, como los vehículos: un coche, una bici, un barco… Hay diferentes tipos y conducirlos conlleva riesgos siempre, pero no es lo mismo usar un coche en una autopista respetando el límite de velocidad que hacerlo en sentido contrario a 200 kilómetros por hora.

P: ¿Hay drogas peores que otras?

R: Sí, pero no siempre son las que creemos. Por ejemplo, en los psicodélicos clásicos como la psilocibina o la LSD, además de no ser adictivos, no conocemos todavía, a día de hoy, una sola muerte por sobredosis. De hecho, tenemos el caso de una mujer en Estados Unidos que, por accidente, esnifó 550 dosis de LSD pensando que ese polvo era una raya de cocaína. Tuvo un viaje muy intenso, probablemente difícil, pero ningún problema grave de salud… Los riesgos de este tipo de drogas, que obviamente los tienen, son más bien psicológicos, pero manejables en terapia.

Gómez-Escolar en el Parlamento Europeo.

Gómez-Escolar en el Parlamento Europeo. Cedida

P: ¿Qué hubiera pasado si hubiesen sido 550 dosis de cocaína?

R: Es imposible esnifar tanto polvo, pero seguramente hubiese muerto rápido por una afección cardiovascular: pocas sustancias se salvan de ser letales a dosis tan extremas. Pero el principal peligro de la cocaína y, en general, de las drogas que liberan dopamina, es la adicción que pueden generar. Cuando te metes una raya, es como si comieras un plato delicioso, tuvieses sexo o ganaras un premio: la dopamina liberada le dice a tu cerebro ‘muy bien, esto hay que repetirlo porque nos ayuda a sobrevivir’. Cuando tomas cocaína, engañas a tu sistema de recompensa cerebral y sobreactivas ese mecanismo reforzador de forma artificial, fijando en tu memoria todo lo que rodea su consumo para que te recuerde repetirlo en el futuro: pueden ser personas, un cuarto de baño, una cerveza…

P: ¿El famoso fentanilo funciona de forma similar?

R: Sí, las opioides son de las drogas que más dopamina liberan, y entre las más potentes se encuentra el fentanilo. Al igual que la heroína, el fentanilo también es un tratamiento muy eficaz para el dolor, pero sólo cuando se usa en el corto plazo. En el largo plazo tenemos problemas; su uso crónico puede ser tremendamente destructivo, como vemos en EEUU.

P: Allí se ha convertido en una epidemia…

R: Piense por un momento en la problemática social actual en algunos puntos de EEUU. Los opioides como la heroína o el fentanilo tienen en común un poder analgésico muy grande. Eliminan el dolor; pero no solo el dolor físico, sino también el emocional. Y eso es lo que los hace muy peligrosos a nivel social. La gente desempleada, sin casa, con traumas acumulados… Toman fentanilo y parece una salida fantástica a ese malestar; una evasión, porque sus problemas desaparecen mientras dure el efecto. Puede hacer temporalmente más llevadero el drama de estar en la calle tirado en un colchón, hasta que la adicción se convierte en un problema adicional.

P: ¿Hay que temer el fentanilo en España?

R: El fentanilo y otros opioides se usan todos los días en hospitales españoles, pero es difícil que lleguen a provocar una epidemia en la calle. El hecho de que haya sucedido en EEUU se debe al contexto particular de ese país. La epidemia de fentanilo surge, entre otras cosas, por una prescripción médica masiva de oxicodona, un analgésico muy fuerte con efectos similares a la heroína. Cuando a esos pacientes se les dejó de recetar oxicodona, ya eran adictos y buscaron heroína en el mercado negro. La oferta de heroína es limitada, porque su origen es natural: la morfina de la amapola del opio. Así que los traficantes comenzaron a mezclar heroína con fentanilo, un opioide sintético de producción potencialmente ilimitada y más barato, de efectos similares a la heroína, pero muchísimo más potente. El fentanilo que se ve en las calles de algunas ciudades de EEUU no es el de las farmacias, sino que viene del mercado negro, mientras que en España apenas se ve fentanilo fuera del ámbito médico controlado.

No conocemos, a día de hoy, una sola muerte por sobredosis de psilocibina o la LSD. Una mujer llegó a esnifar 550 dosis por error...

P: ¿Por qué los pacientes españoles que reciben opioides no se ‘enganchan’?

R: Porque en el contexto médico ese uso es normalmente transitorio y muy controlado, pero a veces ocurre. Además, el hecho de que haya sanidad pública en España implica que, si tienes una dolencia grave operable, te operarán. Tardarán más o menos tiempo, pero pasarás por quirófano. En EEUU, si no tienes dinero, no te operan, con lo que un médico te puede recetar un analgésico muy fuerte en el largo plazo, cuando están pensados más para el corto plazo. De esta forma, se puede llegar a generar una adicción de la que no te puedes desenganchar fácilmente. Esto, junto a que la prescripción de medicamentos allí es mucho más laxa que en Europa, y sumado a prácticas comerciales de dudosa legalidad por parte de algunas farmacéuticas que incentivaron a médicos a prescribir estos analgésicos, derivó en un gran número de pacientes ‘enganchados’.

P: Y de ahí, a la muerte…

R: En EEUU se han superado ya las 100.000 muertes anuales por sobredosis de opioides. La causa de muerte más común es la sobredosis accidental por consumir una droga que contiene fentanilo o más fentanilo del esperado, y esto produce depresión respiratoria y asfixia. Muchos muertos por fentanilo o heroína simplemente dejaron de respirar y se ahogaron sin darse cuenta. Tampoco hay que obviar que la adicción y dependencia que generan pueden abocarte a un precipicio social cuya consecuencia, muchas veces puede ser la muerte por otra causa derivada de esa situación.

P: ¿Cuáles son las cifras en Europa?

R: Las muertes por sobredosis, a día de hoy, son en toda Europa unas 6.000 para todas las drogas combinadas.

P: Pero los psicodélicos se libran…

R: No se libran del todo. Los psicodélicos clásicos son bastante seguros en contextos controlados pero hay sustancias semi-psicodélicas que sí pueden llegar a ser peligrosas si se usan fuera de contextos terapéuticos y a dosis muy altas, como las sobredosis de éxtasis, por ejemplo, casi siempre relacionadas con problemas cardiovasculares o golpes de calor en la pista de baile. En el largo plazo, y con un consumo continuado, también pueden tener efectos tóxicos. Pero, en general, son menos adictivos y menos mortales que la mayoría de las drogas recreativas.

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P: Y los que nos pueden curar de la depresión…

R: Los descubrimientos sobre los mecanismos neuronales de sus efectos psicoterapéuticos son muy recientes. Sabíamos que cambiaban a personas que habían tenido experiencias muy intensas con ellos, pero desconocíamos por qué sucedía esto. Hasta hace unos años, no descubrimos los mecanismos que provocan en el cerebro y que le he explicado antes, lo cual representa un interés renovado en este campo y que se pueda comenzar a aplicar.

P: ¿Qué lo impide?

R: El proceso científico es lento, los ensayos clínicos son carísimos y hay muchos intereses: el mercado de los antidepresivos y los ansiolíticos es muy grande, y a una farmacéutica puede no interesarle invertir en que un paciente que consume estos fármacos de forma continuada solucione su problema con una o dos sesiones con psicodélicos, que además no son tan patentables. Pero, poco a poco, creo que encontraremos un equilibrio en que los psicodélicos sean una terapia alternativa para muchas personas. De hecho, la terapia con ketamina para la depresión ya está autorizada en EEUU y Europa, Australia autorizó este verano la psilocibina y la MDMA (éxtasis) para tratar la depresión y estrés postraumático respectivamente, indicaciones que llegarán a EEUU y Europa en uno o dos años.

P: ¿Qué tienen que ver los psicodélicos con los antidepresivos?

R: Nada. Un antidepresivo reduce tu intensidad emocional, te aplana: no lo pasas mal, pero tampoco puedes sentir grandes emociones positivas, como enamorarte. Digamos que simplemente tapan el problema temporalmente y por eso deberían ir acompañados de la psicoterapia para ir solucionando el problema de base. Por contra, los psicodélicos pueden ponerte delante de ciertas cosas que tienes que trabajar, cosas que te hagan replantearte tu existencia de forma diferente y que eso pueda tener un resultado positivo. En muchas personas, por ejemplo, muestran algún tipo de propósito, de sentido en la vida... Por supuesto, todo esto siempre tiene que ser en un contexto de control.

P: ¿Las setas psicodélicas estaban en la naturaleza para ayudarnos a descubrir nuestro sentido?

R: (Risas) Existen teorías algo descabelladas como que la psilocibina de las setas es un mecanismo de los propios hongos para asegurarse su supervivencia a cambio de ofrecernos propiedades sobrenaturales, o la clásica visión religiosa de que son un regalo de Dios para abrir una ventana de conexión con el ser humano… Lo más lógico es pensar que los alucinógenos son un mecanismo de defensa de plantas y hongos para desorientar a los animales que los puedan comer, como sucede en otras sustancias psicoactivas de la naturaleza que los seres humanos usamos a nuestro favor.

P: ¿Por ejemplo?

R: La cafeína o la nicotina: ambas están diseñadas por las plantas como un mecanismo de defensa para matar insectos. Pero en los seres humanos, tienen efectos estimulantes, y adictivos, claro. Las sustancias psicodélicas también pueden tener un propósito: en animales más pequeños, pueden producir una gran desorientación; pero, en nosotros, suponen una gran revolución y presentan un horizonte de oportunidades.