Cada 15 de septiembre, España celebra el Día Mundial del Linfoma. La iniciativa, desarrollada por la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL), tiene como objetivo ofrecer a la población información sobre esta enfermedad. El pasado año 2022 se detectaron en nuestro país 290.294 casos de este tipo de cáncer, con mayor prevalencia en hombres que en mujeres. Las cifras supusieron un aumento de 4.000 nuevos pacientes, según los datos publicados en 'Las cifras del cáncer en España 2022' de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Con motivo de la conmemoración de esta jornada, Yaiza Cumelles ha querido contar su historia a través de las redes sociales. Por medio de un hilo publicado en Twitter, la joven ha detallado cómo ha sido su lucha contra el cáncer terminal que le diagnosticaron. Tal y como ha narrado la protagonista de esta historia, todo comenzó cuando tenía 19 años. A Yaiza comenzó a picarle mucho la piel y le salieron algunos moratones. A estos síntomas se sumó una fiebre constante, mucho cansancio y sudores por la noche.
Ante esta situación, la joven decidió acudir al médico. Sin embargo, la doctora le aseguró que todos los síntomas eran fruto de la ansiedad que sufría. El diagnóstico no fue bien recibido por Yaiza, que tras una odisea de radiografías descubrió lo que le ocurría. Los médicos le encontraron un tumor de 14 centímetros que le estaba desplazando el corazón y que estaba creciendo dentro de uno de sus pulmones. El diagnóstico: un linfoma inclasificable.
A partir de ese momento comenzó la lucha de Yaiza contra un cáncer que descubrió que tenía gracias a Google y que fue confirmado por su hematóloga. "No sabía qué era un linfoma y no sabía que los médicos llaman lesión al tumor, así que fui a casa sin saber que tenía cáncer, pero contenta de tener al fin una respuesta a lo que me pasaba. Al llegar a casa busqué lo que era un linfoma y allí descubrí que era cáncer. Pero en Google siempre es cáncer, así que esperé a que fuera mi hematóloga quién me lo confirmara o más bien, desmintiera. "Ay angelito... sí, tienes cáncer. Lo siento" me dijo".
Yaiza contaba con una baza a su favor. Al ser joven y ser un cáncer tan agresivo, había un 80% de probabilidad de que remitiera con el tratamiento. Sin embargo, no fue su caso. Tras cinco meses de quimio, la joven comenzó un tratamiento más fuerte que tampoco funcionó. "Me dijeron que no me preocupara, que había muchos tipos de tratamiento y que probaríamos con el siguiente", ha narrado a través de Twitter.
La joven tuvo ingresar en el hospital para un autotrasplante de médula. Allí permanecería aislada recibiendo la quimio más potente que existía en ese momento. Además, Yaiza tuvo que enfrentarse a varias sesiones de radioterapia que permitiesen acabar con el linfoma por completo.
Y fue precisamente en ese momento cuando sus fuerzas empezaron a fallar. "Había pasado un año y estaba física y mentalmente cansada, abatida. El pesimismo y el miedo empezaban a ganar en la balanza".
Cuando terminó, Yaiza recibió su primera gran noticia: el tumor había reducido hasta ser de apenas 3 centímetros. Sin embargo, tras realizarla otro control tres meses después, los médicos comunicaron a la joven que el tumor había vuelto a crecer hasta los 16 centímetros y que la enfermedad había llegado a los pulmones, la clavícula, las axilas, el estómago e incluso las ingles.
"La doctora me explicó que aplicarían un nuevo tratamiento. Inmunoterapia. Nunca lo había escuchado, pero al parecer tenía muchos menos efectos secundarios y estaba dando muy buenos resultados", ha explicado Yaiza. Sin embargo, en ese momento apareció un investigador. El motivo de su presencia era que el cáncer de la joven era tan resistente que quería investigarlo para ayudar a otros pacientes.
Cuando empezó este nuevo tratamiento, Yaiza ya tenía 23 años. "Me sentí ridícula por creer que saldría bien. "Que tienes cáncer, joder". Era una patética. Me enfadé, no era justo. ¿No se supone que si soy optimista me irá bien? ¿Si hago caso a lo que me dicen? ¿Por qué me está diciendo que moriré en unos días?. Respondí que no, que no iba a aceptar, que no quería un final de vida "digno", que teníamos conceptos de dignidad muy distintos".
Después de este momento, tal y como ha relatado Yaiza, los médicos hablaron de nuevo con ella. Le explicaron que había agotado todos los recursos, pero que había un tratamiento experimental de Estados Unidos que podría ser útil. Solo ocho personas en España estaban recibiendo ese tratamiento. Se trataba de una dosis cada tres semanas, además de tener que entregar muestras biológicas cada pocos días.
"Me habían dado 3 semanas de vida, pero al pasar los 4 meses, me citaron. No había rastro en las clavículas, en los pulmones, en las axilas, en el estómago, en las ingles. No habían 16cm, habían 2,5cm. No puedes seguir en el ensayo, estás en remisión. El nuevo tratamiento había sido un éxito. Yo y 7 personas en España no morimos en 2015", ha relatado en Twitter.
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La historia de Yaiza no quedaba ahí. Necesitaba un trasplante de médula para conseguir la remisión completa, pero no había ningún donante compatible. Lo que desconocía es que aún quedaba una única oportunidad. Una que siempre había estado a su lado: su hermano.
"Me dijeron que desde hacía poco había un tipo de trasplante más arriesgado que se hacía con parientes directos que no eran más que un 50% compatible. Solo habían hecho cuatro hasta la fecha. No sabían cómo iría, pero era eso o volver a la casilla de salida", ha contado. Y así fue como el 28 de abril de 2016, el hermano de Yaiza le salvó la vida.
"Él estuvo conmigo desde el inicio. Comenzó a compaginar sus estudios con un trabajo en turno de noche para poder mantenernos a los dos. En estos 5 años de tratamientos no ha faltado ni un día al hospital. Me curé gracias a la investigación y a un trasplante de médula. Por favor, más investigación y más donantes. Todos merecemos las mismas oportunidades", ha concluido.