Durante la tradicional misa de cada 8 de septiembre el arzobispo destacó la historia de Irina, una mujer ucraniana que perdió a su esposo y a uno de sus hijos durante el bombardeo de Kiev y que no está “manipulada en su condición femenina”, cuando tiene que “afrontar los zarpazos más hirientes no dejándose arrastrar por tanto postureo, tanto empoderamiento y tanta zafia mediocridad”.
“Era inevitable la comparanción con otras noticias de estas últimas semanas que yendo de aquí para allá hojeaba en la prensa cada día. Dejemos la Leyenda del beso para la preciosa zarzuela de Reoyo, Silva y Paso con la música de los maestros Soutullo y Vert. Mejor esta zarzuela que los recientes sainetes jaleados con estrategias calculadas”, recalcó en la homilía, según Efe.
Sanz Montes, representante de una Iglesia de marcada tendencia conservadora, relató que los jóvenes son “nuestro presente”, apelando a la reciente celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, un encuentro en el que “no se dieron borracheras, ni destrozos urbanos, ni violaciones en manada, ni toneladas de basura”.
Contra la Agenda 2030
Según añadió, en esta cita también se habló de “la ecología de la que tantos hablan, pero sin la carga ideológica de la Agenda 2030, ni el paseíllo manido por las pasarelas de tanta monserga vacía, aunque tan bien subvencionadas que terminan siendo subversivas”.
“Porque hablar de ecología es hablar de que nos importa la vida, toda la vida, evitando caer en la trampa engañosa de salvar sólo algunas floras y faunas clasificadas por ciertas corrientes ecologistas que acaban siendo ecolojetas, mientras dejamos al pairo la vida humana más vulnerable”, consideró.
En este sentido, hizo referencia a la vida “no nacida aún” o “la que precipita su final con la ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa censurada, o la vida de quien sigue su camino con mil dificultades al perder el trabajo”.