Gustavo Pascual insiste en una idea: "Que no parezca que nos quejamos de que cobramos poco por la canción. Lo que nos preocupa es poner en valor el nombre de nuestro padre. Esa era la obsesión de mi madre". Es el hijo menor de Gustavo Pascual Furió, autor de un pasodoble que se ha convertido en el himno de las verbenas: Paquito el Chocolatero. El tema le genera en la actualidad a él y a su hermana Carmen unos ingresos anuales de 3.200 euros.
"La cantidad sería muy superior si todos los que lo interpretaran declararan a la Sociedad General de Autores de España (SGAE), pero eso es absolutamente imposible con un pasodoble tan popular", manifiesta el hijo del autor. "Dile tú a una pequeña banda o a una charanga que nos pague", agrega.
En realidad, la canción genera el doble de dinero, pero el otro 50%, 3.200 euros más, son para Editorial Piles. "Fue un trato justo. Ellos asumieron el reto cuando solo teníamos reconocido el 25% de los derechos, y trabajaron muchísimo sin cobrar nada durante años", precisa Gustavo, que atiende a EL ESPAÑOL desde la Serra de Mariola.
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Su padre goza hoy de un importante reconocimiento en Cocentaina (Alicante) su localidad natal. Pero no siempre fue así. Compuso Paquito el Chocolatero en 1937, en plena Guerra Civil. Ni se estilaba tanto entonces registrar los derechos de autor ni imaginaba que su obra tendría tanto éxito. Tampoco que moriría solo 9 años después.
Gustavo Pascual Furió, nacido el 15 de mayo de 1909, falleció a la temprana edad de los 36 años, el 17 de abril de 1946. Gustavo, su hijo menor, todavía no había cumplido un año. Carmen tenía 9. Desde joven fue enfermizo, circunstancia que le empujó a volcarse en la música, y en particular en la composición. Pese a sus dificultades para tocar en la recta final de su vida, fue un virtuoso clarinetista.
El origen de la canción es curioso. Fue un verano como este, también a los pies de la Serra de Mariola, pero 86 años atrás. Gustavo le enseña a su cuñado Paquito (hermano de su mujer) tres composiciones musicales. Le pidió que escogiera una para otorgarle su nombre a modo de homenaje.
"Paquito las escucha con atención y, sin dudarlo, elige un pasodoble, alegre y dianero, que rima bien con su carácter festero", recoge la familia en las memorias del progenitor. "Este pasodoble es el que hoy conocemos como Paquito el Chocolatero. Gustavo, gran observador, supo captar la personalidad de su cuñado y amigo", relatan.
Tras su muerte, ante las inminentes fiestas de Moros y Cristianos, integrantes de la Unión Musical Contestana acudieron a casa de la familia a por las partituras para interpretarlas, pues ya gozaban entonces de gran popularidad en la localidad. Su viuda, Consuelo Pérez, las entregó de buena voluntad, sin apreciar que perdía en ese momento en control sobre una obra universal de la que otros se apropiarían.
Tiempo después recibieron una nueva visita, en teoría para registrar las obras a nombre de su marido. Pero lo que ocurrió en la práctica es que muchas no se las atribuyeron a él. Se produjo una dolorosa traición, la de José Pérez Vilaplana El Mestre, que fue quien figuró como autor del Paquito el Chocolatero. Le costó décadas a la familia conseguir que reconociera, ante notario, que el verdadero autor fue Gustavo Pascual Furió.
19.200 euros
Los rendimientos que ahora genera la canción los percibe la familia de forma trimestral. "Son alrededor de 400 euros, aunque varía la cifra", cuenta Gustavo hijo sobre su parte. La de su hermana son otros 400. En suma, las cuatro retribuciones anuales ascienden a los mencionados 3.200 euros.
"Tiempo atrás fue más", recuerda Gustavo, que explica que durante la década de los 2000 sus emolumentos llegaron a ser de 1.000 y 1.200 euros trimestrales (9.600 anuales para los hermanos, 19.200 junto a los emolumentos de Editorial Piles).
¿Y qué pasó con las cantidades abonadas durante el medio siglo en el que no cobró nada la familia? "Sabemos que es mucho dinero, pero tuvimos que renunciar a él para lograr llegar a un acuerdo. Puede parecer injusto, pero fue la manera de llegar a la situación actual", explica Gustavo.
El hijo del autor insiste constantemente en que "el orgullo de la familia no es monetario". "Lo que queremos es su reconocimiento", recalca. Y son varios los proyectos en marcha para la puesta en valor de Gustavo Pascual Furió.
"Una agrupación local está preparando una obra de teatro casi biográfica sobre mi padre. Llevan desde antes de la pandemia y por fin se estrena el 28 de octubre en Cocentaina. Además, estamos impulsando una sala museográfica en el municipio", subraya.
Todas estas iniciativas podrían verse magnificadas si el nuevo presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, cumple con la promesa que realizó a la familia en una de sus visitas al municipio.
Cuando era todavía candidato al Gobierno autonómico, aseguró que Gustavo Pascual Falcó sería reconocido a título póstumo con la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana.
"Es de justicia que Gustavo Pascual Falcó reciba esta distinción por su contribución a la difusión de la cultura musical valenciana por todo el mundo", afirmó Mazón visitar el Museu Fester de Cocentaina. Allí lamentó que el PP local "había solicitado a la Generalitat este reconocimiento, que Ximo Puig ha negado". La decisión está ahora en sus manos.