Todavía tienen bien frescas en la memoria las imágenes de su nieto, con solo 3 años, sujetando una raqueta de su padre que era más grande que él, o esprintando por el pasillo de su piso, en la céntrica calle Mayor de El Palmar. "Carlitos lleva el tenis en la sangre", subrayan al unísono, con orgullo, Carlos y Paquita. Ese Carlitos al que se refieren es Carlos Alcaraz, el tenista llamado a liderar este deporte cuando Rafa Nadal decida poner punto final a su leyenda, aunque para sus abuelos siempre será ‘Carlitos’, por mucho que toda la prensa utilice adjetivos superlativos que hace tiempo que se quedaron cortos para definir a este prodigio de 20 años que ocupa el número 1 del ranking de la ATP.
El matrimonio de octogenarios abre la puerta de su casa a EL ESPAÑOL para explicar cómo surgió el germen tenístico de los Alcaraz, una familia que suma cinco generaciones en El Palmar: una pedanía murciana de 24.163 habitantes que ya se conoce en todo el planeta Tierra gracias a las gestas deportivas de su nieto.
"¡Pedro J. Ramírez es un tío cojonudo!", clama Carlos, mientras invita al periodista a pasar a su domicilio y le indica que vaya a su despacho. En esa estancia, las acuarelas, pinceles y lienzos con los que mata el tiempo libre de su jubilación, se alternan con estanterías que lucen los trofeos de tenis que ganó su hijo, Carlos Alcaraz González, y que son parte importante para comprender la historia que hay detrás de un apellido cincelado con una raqueta.
Decía Carlos que eran "muchas las emociones" que se agolparon cuando Carlitos ganó el primer Masters 1.000 de su carrera en Miami y aseguraba que tenía que tener cuidado "porque me da por llorar cuando le veo como triunfa. Es la mayor alegría que tengo en mi vida.
El Ayuntamiento de Murcia cambió el nombre del Polideportivo Municipal de El Palmar por el de su nieto, como reconocimiento a sus logros en la ATP. Otra alegría para un hombre que hace décadas puso la primera piedra del vínculo entre el apellido Alcaraz y el mundo de la raqueta, cuando se apuntó al 'Tiro de Pichón': "Abrieron 'la veda' para hacer socios, me apunté al club, y empecé a jugar al tenis".
El 'Tiro de Pichón' es como popularmente se conoce a la Real Sociedad Club de Campo de Murcia, fundada en 1923, en una finca en plena naturaleza, y donde inicialmente solo se practicaba el tiro al plato, hasta que luego se incorporaron otras modalidades deportivas a su catálogo de actividades, como el tenis. "Mi hijo, el padre de Carlos Alcaraz, cuando era un crío, siempre se iba conmigo al 'Tiro de Pichón': era un tenista muy bueno", recuerda -con nostalgia- el patriarca de la estirpe Alcaraz.
Carlos, por aquel entonces, era un conocido delineante en la zona, y con 35 años se convirtió en el primer miembro de los Alcaraz que comenzó a darle a la raqueta. Para el cabeza de familia era solo un pasatiempo, sin embargo, cuando se llevaba a las instalaciones a su prole, pronto se percató de que era algo más para el segundo de sus tres hijos: el chiquillo se movía con tanta destreza por la cancha que con el paso de los años desarrolló hechuras de tenista profesional.
"Cuando Carlos tenía 14 años me ofrecieron enviarlo a la Academia de Tenis Bruguera en Barcelona, pero no pude porque tenía que pagar 80.000 pesetas y yo solo ganaba 60.000". La nómina no le permitía afrontar semejante gasto con otras dos bocas que alimentar en casa.
"Pedían 40.000 pesetas en formación y otras 40.000 para la pensión, yo no podía darle lo que él necesitaba y se tuvo que quedar en Murcia dando tumbos en tren para jugar en Valencia, Madrid...", se lamenta, todavía hoy, a sus 86 años, porque el paso del tiempo no le hace olvidar que su hijo, Carlos, el padre del tenista Carlos Alcaraz, podría haber sido el primero en hacer brillar el apellido familiar en el circuito de la ATP.
"Mi hijo fue subcampeón de España", resalta el abuelo Carlos, dando pie a que su esposa, Paquita, le muestre al periodista trofeos y fotos de su hijo, de adolescente, jugando torneos, donde parece el mismísimo Carlos Alcaraz Junior de no ser porque los pantalones cortos al estilo John McEnroe delatan que esas imágenes son de una generación anterior. "Mi hijo, Carlos, en cuanto salía del colegio, se tomaba un vaso de leche y se subía al 'Tiro de Pichón': él despuntó jugando al tenis", corrobora la mujer. "Le llamaron del Club Bruguera de Barcelona porque valía mucho".
El sueño de convertirse en un primer espada del tenis profesional no pudo ser, tan solo disputó algún campeonato de la ATP, pero no por ello perdió su pasión por la raqueta y la tierra batida. De hecho, la directiva de la Real Sociedad Club de Campo de Murcia apostó por la experiencia de Carlos para dar las clases de tenis. "Mi hijo no conoce otro oficio: desde los 28 años entrena en El Palmar, Cartagena y Alcantarilla".
En la actualidad, Carlos sigue al frente de la escuela de tenis del club conocido popularmente como 'Tiro de Pichón'. Por sus manos han pasado cientos de niños a los que ha enseñado a moverse por la pista, a sacar, a hacer un revés… y en definitiva, a divertirse con el deporte, aprendiendo valores que luego ponen en práctica en sus vidas.
"Mi hijo, Carlos, dio conmigo sus primeros pasos en el tenis, cuando me apunté al 'Tiro de Pichón', y luego, mi nieto, Carlitos, los dio en ese club con su padre porque no salía de allí: lleva el tenis en la sangre porque su padre lleva toda la vida jugando y ejerciendo de entrenador y el talento que tiene Carlitos es de su padre porque es un hombre muy listo", tal y como reflexiona el abuelo, con la voz rota por la emoción, al desvelar el origen del germen tenístico de los Alcaraz. "Nosotros le inculcamos el tenis a mi hijo y mi nieto dio sus primeros raquetazos con su padre".
- Cuando ve jugar algún torneo a su nieto, ¿usted reconoce golpes y movimientos en la pista de cuando veía jugar a su hijo?
- Sí que reconozco golpes de su padre porque él tenía una derecha, luego a luego, tan buena como la de Carlitos.
- ¿A qué edad cogió su nieto una raqueta por primera vez?
- Con 3 años iba con las raquetas de su padre. Solo ha tenido eso y empezó pronto a destacar. Después del colegio, Carlitos se iba a la Real Sociedad Club de Campo de Murcia porque su padre estaba allí dando clases de tenis. Carlitos no se cansaba de estar en las pistas y de jugar al frontón. Desde 'pequeñico' ya veíamos que le daba a la bola y jugaba muy bien. Se veía venir que tenía madera para ser tenista profesional.
La respuesta da pie para que Paquita saque de uno de los muebles del piso, un álbum que el matrimonio le ha hecho con mimo a su nieto, recopilando todos los recortes de prensa desde que comenzó a dar sus primeros pasos en el tenis, con solo 4 años. "Aquí tienes el libro de Carlitos", sonríe esta señora, pura amabilidad de la huerta del Segura, mientras muestra a EL ESPAÑOL su contenido. "Esto es una maravilla verlo. Mire lo que pone en este periódico: 'Carlos Alcaraz: Sueño con poder ser un día el número uno del tenis', 'Carlos Alcaraz encandila a Europa…', enumera con rigor informativo, titular tras titular, hasta que una foto delata su pasión de abuela: "¡Fíjate que cara de niño chico tenía!"
Un campeón al que han visto crecer, sonreír, mientras jugaba en el Mar Menor, en la casa que tiene el matrimonio en Los Urrutias, y enfadarse cuando perdía al ajedrez con su abuelo. "Soy aficionado al ajedrez y he jugado con todos mis nietos, con Carlitos, y con sus tres hermanos, Álvaro, Sergio y Jaime, y puedo decir que ninguno me ganó". Esas partidas han sido algunos de los momentos que han contribuido a forjar la relación tan especial que guarda el tenista con su abuelo, Carlos.
- ¿Alguna vez le ha dado algún consejo a su nieto?
- De 'chiquitico' le decía que debía tener mucha cabeza para hacer bien las cosas; corazón, para ser bueno, y huevos para ganar. Él se reía cuando se lo decía, pero se le quedó impreso (risas). Hay que trabajar, ser formal y ayudar a la gente que lo necesita.
Carlos sabe bien lo importante que es tener principios para llegar lejos en la vida, ya que antes de ser delineante se ganó las habichuelas "como zapatero remendón". Pasan las dos de la tarde y Paquita invita al periodista a que se quede a comer, lo que da pie a conocer la 'clave' del crecimiento muscular que ha experimentado el tenista: "A mi nieto le gustaba mucho el cocido con pelotas, es uno de sus platos favoritos. Menudas carreras se daba por el pasillo de casa cuando venía". Hoy se las pega en la pista para dar golpes antológicos.
A pie de calle, todo el mundo recuerda que la abuela Paquita regentó la Librería 2000, el abuelo Carlos tuvo una inmobiliaria, que su hijo, Carlos, fue clave para que la escuela de tenis diese un salto de calidad, y que Carlos Alcaraz (El Palmar, 2003) nunca ha dejado de relacionarse con los amigos que hizo en su niñez, ni de tener su residencia en esta pedanía murciana, a pesar de que su fama ha crecido a niveles estratosféricos, como su cuenta bancaria, gracias a que se machaca entrenando y compitiendo.
En el salón de casa de los abuelos, una foto de su Carlitos, sonriente, cuando era solo un niño saludando a su ídolo: Rafa Nadal. "Es una mochila grande que le ponen al chiquillo al decirle que va a ser como Rafa Nadal, porque él quiere hacer su propio camino: solo quiere ser Carlos Alcaraz", decía Paquita.