En 2005 apareció en el programa de Andreu Buenafuente un personaje que marcó una época en televisión, El Neng de Castefa, interpretado por Edu Soto. Esa imagen de maquinero bakala en el que muchos se vieron reflejados conquistó a los espectadores.
Después de 18 años, por la calle todavía le siguen recordando al barcelonés ese mítico personaje que le ayudó a ser conocido en nuestro país y enlazar proyectos en televisión, teatro y cine, donde llegó a interpretar en la gran pantalla a Mortadelo, el compañero de Filemón en los cómics de Ibáñez.
En la actualidad tiene dos proyectos televisivos, acaba de estrenar Me resbala en Telecinco donde, junto a más cómicos, intentan superar las pruebas que les propone Lara Álvarez; y este verano también se emitirá en Cuatro Dos de los nuestros, un road trip que está grabando junto a David Fernández, otro cómico muy recordado por su paso por Eurovisión como el Chikilicuatre.
Soto ha charlado con EL ESPAÑOL para comentar estos dos programas veraniegos, pero también sus enfrentamientos en una cancha de baloncesto antes campeones del mundo como Álex Mumbrú o Juan Carlos Navarro y su gran afición por la música junto a su pareja.
Los tiempos del Neng
El nacimiento de El Neng de Castefa fue por pura casualidad, ya que en Buenafente los espectadores podían ver cada día diferentes sketches parodiando el famoso El club de la comedia: "Hacían el día de los camareros, el de los peluqueros, y tocaba esa semana el de los rapados. Me dijeron que lo hiciera yo, pero como se lo podían haber dicho a otro…", recuerda el barcelonés.
"Hicimos un rapado, me dieron un texto, le puse voz y gestos al personaje y Andreu, cuando lo vio, dijo que tenía que ir al plató para conocerlo un poquito más", añade. Y así, en 2005, nació ese bakala hiperactivo que vivía obsesionado con su coche, una parodia de la tribu urbana de los maquineros de la localidad barcelonesa de Castelldefels que hizo las delicias de la audiencia de Antena 3.
Aunque Soto ha dado vida a multitud de personajes en su carrera, El Neng ha sido el más significativo y enganchó a todo el mundo con su 'look' de camiseta verde de mangas amarillas, pantalones de chándal azules, zapatillas deportivas, rapado, pero con patillas afiladas y unas gafas de sol sobre la frente que llegó a tener su propio merchandising de muñecos para el retrovisor del coche, un videojuego para PlayStation, un disco…
Pregunta.– ¿Qué significó Buenafuente para su carrera?
Respuesta.– Para mí fue el pistoletazo de salida. Yo no soy de magnificar las cosas, pero Buenafuente, como programa, fue el mejor lugar donde pude desarrollar todo lo que tenía como humorista. A lo mejor, si hubiese empezado mi carrera haciendo cine, probablemente el mundo de la ficción no se me hubiese resistido tanto. El programa de televisión me dio muchas cosas y también me las quitó.
Respecto a Andreu, como persona, fue muy buen compañero, un gran jefe, y creo que aprendimos mutuamente. Él me dio mucho, pero yo también le di muchísimo. No quiero ser desagradecido, pero creo que fue algo común, fue un bien para ambos. No es algo de lo que yo le tenga que rendir cuentas o tenga que estar eternamente agradecido. Creo que en el momento en el que da el salto a la televisión nacional, yo soy una pieza importante en su equipo y le aporto un gran valor. Me abrió las puertas para que la gente me conociera y reconociera mis cualidades.
P.– ¿La gente por la calle le sigue recordando al Neng?
R.– Sí, incluso chavales de 20 años que no sé donde lo han podido ver, pero creo que son cosas que se han ido transmitiendo de generación en generación porque alguno me dice: "Es que mi padre era muy fan y me lo ponía de pequeño". Eso es muy bonito, pero también me gusta que me ubiquen por mi nombre, no por el Neng, y me digan por la calle: "Hola Edu".
Es un personaje que recuerdo con mucho cariño. Cuando empecé tenía 24 años, era muy joven y me apetecía mucho trabajar, darme a conocer y aprender. Y lo hice en una gran escuela. Me lo pasé muy bien, disfruté mucho de la vida de los compañeros que me rodeaban y creo que éramos un gran equipo.
Pero luego, pues he seguido haciendo cosas maravillosas. Cuando me fui de El Terrat (la productora de Buenafuente) fue porque quería abrirme a nuevas facetas del arte, me parecía que había llegado a un tope que era imposible superar y preferí conocer otras disciplinas como el teatro clásico, el mundo del cine… Necesitaba aprender y si me hubiese quedado ahí, creo que me hubiese cerrado muchas puertas.
Dejó el baloncesto... por bajito
Edu Soto destaca en cualquier plató de televisión por su más de 1,90 de estatura, y en su juventud probó suerte como jugador de baloncesto. Aunque no triunfó en el mundo de la canasta, sigue conservando, varias décadas después, la camiseta morada de su club, La Esportiva de Mataró, para salir a correr por las calles de su localidad.
Era un gran seguidor del deporte de la pelota naranja y reconoce que, aunque hubo momento que fue fan del Barcelona, "ahora no tengo equipo porque ya no veo tantos partidos ni de fútbol ni de baloncesto". Eso sí, guarda gran amistad con algunos grandes jugadores de la selección española: "Soy amigo de Sergi Llull o Sergio Rodríguez, que son del Real Madrid y me alegra mucho cuando ganan. Me gusta el deporte, pero el tema colores… no me defino. Lo que me gusta es ver un partido emocionante y bonito. Me da igual quien gane", explica.
P.– ¿Recuerda su época de jugador de baloncesto?
R.– Jugué al basket hasta los 17 años, más o menos, y con mi equipo, La Esportiva de Mataró, nos enfrentamos al Barça, al Joventut de Badalona… e incluso llegué a compartir pista en categorías inferiores con algunos jugadores que luego han sido campeones del mundo como Álex Mumbrú (actual entrenador del Valencia Basket y exjugador de la Penya, Real Madrid o Bilbao Basket, entre otros) o Juan Carlos Navarro (actual director deportivo de la sección de baloncesto de F.C. Barcelona que jugó con los azulgranas y en los Memphis Grizzilies de la NBA). Para mí eso es un orgullo. Luego me los he encontrado en diferentes circunstancias y hemos recordado esos momentos.
P.– ¿Y por qué lo dejó?
R.– Por bajito. La posición en la que yo jugaba se necesitaba mucha más estatura y llegué a un momento que, como ya había pegado el estirón, no daba más de sí en una cancha.
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P.– Aparte de su afición al baloncesto, ¿cómo era de pequeño en el colegio?
R.– Era un tipo muy dicharachero. No era el gracioso de la clase, pero me gustaba mucho imitar. Ha sido más desde mayor cuando me he dado cuenta, a raíz de empezar a hacer teatro, que era una capacidad muy bonita que tenía que desarrollar y que he ido haciendo durante todos estos años.
P.– ¿Le gusta más teatro que la televisión o el cine?
R.– El teatro es una disciplina maravillosa en la que no estamos tan etiquetados con lo cual he podido hacer funciones de teatro con gente, muy potente, muy importante como Núria Espert, que fue maravilloso; con Concha Velasco compartiendo teatro en Mérida…he trabajado en teatro con gente a la que admiraba (su último trabajo ha sido interpretar a Willy Wonka en la obra Charlie y la fábrica de chocolate).
En el cine me está costando un poquito más meter la cabeza definitivamente y hacer proyectos que realmente me supongan un esfuerzo y un compromiso conmigo mismo. Pero bueno, aún me quedan muchos años y lo seguiré peleando (ha participado en Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra, Perdiendo el este, Los Rodríguez y el más allá o Toscana).
P.– ¿Qué puede contarnos de su faceta musical?
R.– Mi profesión frustrada es la música. De hecho tengo una banda que se llama Welcome Lemi (la lectura al revés del nombre de su hijo Imel), con mi mujer, que es violinista; con mi cuñado, que es pianista de jazz; y mi cuñada, que también es violinista clásica.
La creamos durante la pandemia para las reuniones familiares y, de repente, estamos a punto de sacar ya el segundo single con Casa Limón, la productora de Javier Limón. Y eso es lo que me ocupa también muchas horas. De hecho, la música del programa Dos de los nuestros, que estrenaremos este verano, la estoy haciendo con mi cuñado, tanto la de la careta como la del programa.
P.– ¿Qué otras aficiones tiene?
R.– Me gustan mucho las plantas, soy un gran aficionado a cuidar las de mi casa; o el baloncesto, que ese poso de haber jugado se queda ahí para siempre. También me gusta coser con la tricotosa, la he usado durante muchos años. Me compré la máquina y aprendí por mi cuenta.
Me gustan las catas de vinos y estoy aprendiendo con el ordenador a manejar el programa con el que se hace música dando clases particulares de técnico de sonido para poder hacer mis cosas en casa. También me gusta la fotografía y en su momento me hice mi curso… no me faltan aficiones, pero sí horas del día (risas).
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Sus proyectos veraniegos
Telecinco estrenó el pasado martes Me resbala, programa de humor que presenta Lara Álvarez y en el que varios cómicos se enfrentan en unas divertidas pruebas en busca de la victoria. En esa nómina de participantes está Edu Soto, que comparte plató con Florentino Fernández, Santiago Segura, Paz Padilla, Raúl Gómez o Anabel Alonso, entre otros.
También está grabando el road trip Dos de los nuestros junto a su amigo David Fernández, donde deciden emprender juntos un viaje en furgoneta sin rumbo fijo, en busca de la felicidad y de nuevas experiencias.
Un docureality en clave de humor con multitud de elementos del género travelogue en el que los dos protagonistas, íntimos amigos desde hace años, no solo recorrerán la geografía española buscando lugares que siempre han anhelado visitar, realizando actividades que siempre han querido practicar junto a personas apasionadas. También aprovecharán los largos trayectos en furgoneta para hablar de sí mismos, recordar vivencias profesionales, personales, reflexionar sobre la amistad y los lazos que les unen.
P.– ¿Cómo afronta esta nueva etapa de Me resbala?
R.– Siempre pregunto quién va a participar en el programa en el que voy a estar, va por delante del cuánto se cobra. Y como en este programa sé quién va, he ido con los ojos cerrados. Tenemos un chat desde hace muchos años (participó también cuando se emitía en Antena 3 y lo presentaba Arturo Valls), seguimos algunos y les hemos dado la bienvenida a los nuevos. Espero que la gente lo vuelva a recibir con alegría y buen humor.
P.– ¿En qué consiste Dos de los nuestros?
R.– Es un formato mezcla de ficción y reality donde David Fernández y yo viajamos por todo el país porque nuestras mujeres nos han echado de casa y nos vamos en una furgoneta que le ha dejado su cuñado. Como buen amigo le animo a que nos vayamos a llenar nuestra alma que ha quedado vacía después de tantos años de trabajo y de entregarnos a los demás. Nuestra intención es hacer el Camino de Santiago, pero jamás vamos a llegar porque, básicamente, somos tontos (risas).
En nuestro trayecto conoceremos a personas que tienen mucha pasión por algo, y nuestra primera parada será el Rocío. Con un toque de humor y respeto vamos a ir conociendo a un montón de gente interesante para que nos cuente sus historias.
P.– ¿Qué ha descubierto de David en este viaje después de conocerse desde hace tantos años? ¿Ha descubierto algo nuevo de él?
R.– Más que conocer algo nuevo es la confirmación de que ese gran amigo y familiar que conocí hace 20 años sigue en plena forma. Creo que los dos hemos madurado con nuestras carreras profesionales y nos volvemos a juntar con la incógnita de si la vuelta iba a ser tan fascinante como nuestro inicios, pero ha resultado ser incluso aún más, estamos mega conectados.
Nos estamos divirtiendo, nos estamos riendo mucho y estamos haciendo reír muchísimo a nuestro equipo. Hay muy buen rollo y estamos todo el día de coña. Pero también trabajando para hacer un programa en el que se verá muy claro la grandísima química que hay entre los dos. Creo que es el proyecto de nuestra vida, este programa es lo que llevábamos esperando dos décadas.
P.– ¿Y por qué han tardado tanto en hacer el programa de su vida? ¿No han tenido oportunidades?
R.– Cuando nosotros hicimos por mi lado el Neng y por el suyo el Chikilicuatre, justo después montamos una productora, pero quizá nos faltó algo, creo que no estábamos preparados y teníamos que adormecer lo vivido y sacarlo un tiempo después. Luego, siempre nos hemos buscado y nos hemos ido encontrando en programas como Me resbala, por ejemplo, y hemos disfrutado mucho de momentos puntuales, pero necesitábamos volver a convivir, a trabajar intensamente el día a día porque es la manera en la que realmente estás con una persona y Dos de los nuestros está siendo todo un regalo.
Deseamos de todo corazón que la audiencia, que es la que manda, lo vea pese a que sabemos que el verano es una fecha complicada. He visto que hay bastante expectativa en redes, que la noticia ha armado bastante revuelo y los dos esperamos que haya una respuesta positiva. De no ser así sería un chasco bastante gordo.
P.– El público se ha reído con sus actuaciones por separado y juntos.
R.– En Buenafuente compartimos cosas y allí ya nos dimos cuenta de que éramos absolutamente compatibles, tanto siendo amigos o como pareja cómica. En este programa somos la espina dorsal del formato, todo el peso recae en nosotros y estamos disfrutando mucho.
Es verdad que por separado nos ha ido muy bien, ya no solo con los personajes que inventamos en su momento, pero hemos seguido haciendo cosas magníficas, no hemos bajado la guardia ni hemos perdido la forma. Nos encontramos en un grandísimo momento porque los dos estábamos un poquito desengañados de la televisión y necesitábamos algo que nos hiciera creer de verdad en el medio.
He estado 20 años probando, sabiendo qué funciona y qué no. Después de conocer a gente estupenda durante este tiempo, creo que David y yo somos la mejor pareja que puede haber en un escenario, en un plató o donde sea. Con él me siento muy fuerte porque sé que lo que yo hago a él le viene muy bien y viceversa.