Amine le responde lo mismo a todos los lugareños del pueblo alicantino de Villajoyosa, cuando se acercan a preguntarle cómo se encuentra: "Todo está bien". Tal respuesta es una simple coraza de palabras que esconden el maremágnum de sentimientos de tristeza, dolor, rabia e indignación que invaden a Amine, al saberse traicionado por algunos de sus allegados, los cuales orquestaron supuestamente su secuestro para torturarle como a un perro, con tal de llenarse los bolsillos de dinero.
Este argelino, de 28 años, admite que no se siente con fuerzas para atender a EL ESPAÑOL tras permanecer secuestrado 11 días, sufriendo las descargas eléctricas de una pistola Taser, hasta que la Guardia Civil lo liberó de la Casa Pascual: un vergel de turismo rural en Yecla, donde le hicieron pasar un infierno. "Lo siento, pero no puedo responder, en este momento estoy un poco mal, debido a lo que me pasó. Gracias por su interés", subraya Amine. "Espero que entienda la situación en la que me encuentro".
Amine no quiere relatar su cautiverio para no sufrir una revictimización y porque todavía no han sido detenidas varias personas supuestamente implicadas en su secuestro. "No queremos hablar con nadie. Tenemos miedo: en Argelia hay otras dos o tres personas metidas en esto y en España todavía hay una a la que busca la Guardia Civil", tal y como explica un familiar de Amine al periodista.
De hecho, el veinteañero, junto a su hermana, y su cuñado, Mohamed, se han ido de viaje para poner tierra de por medio con Villajoyosa donde arranca el secuestro más grave de los últimos años en el que ha intervenido el Instituto Armado. Tanto es así que EL ESPAÑOL ha sabido por fuentes ligadas al Ministerio del Interior que al caso de Amine tenía "prioridad absoluta" por un motivo: "Había fecha de caducidad para su vida".
Los secuestradores fijaron un plazo máximo para cobrar 350.000 euros, a cambio de no matar supuestamente a este adolescente. La trama fue presuntamente ideada por dos hermanos que son familiares de segunda línea de Mohamed: el cuñado de Amine, con el que trabaja en un negocio de alquiler de vehículos, situado frente a la sede de la Policía Local de Villajoyosa. "En el entorno había un topo porque eran conocedores de que la víctima tenía disponibilidad económica".
Los citados hermanos sabían que su primo putativo, Amine, tenía un familiar acaudalado que residía en Argelia: un empresario que podía afrontar el pago de 350.000 euros en metálico. De modo que le pusieron precio a la vida de este chico de rostro barbudo. "No nos fiamos de nadie", tal y como admite un allegado de Amine. "Estamos con la moral muy baja porque hemos pasado once días que han sido muy malos".
En particular, la hermana del secuestrado y su cuñado, Mohamed, los cuales han convivido 24 horas diarias con un negociador de la Guardia Civil para mantener contacto con los captores. Todo arranca el sábado 27 de mayo, un día antes de las elecciones municipales y autonómicas, cuando Amine iba a visitar a una amiga a la salida del trabajo.
A este veinteañero, con raíces en la ciudad argelina de Orán, amante de los perros, de los coches de alta gama y de las motos, se le perdió la pista en la Cala de Finestrat que limita al suroeste, con Villajoyosa, y al noreste, con Benidorm. Amine quedó con una chica en este punto de la Costa Blanca que levanta pasiones entre los turistas británicos y belgas. Aquella mujer dio la voz de alarma a los familiares porque estaba hablando con él por teléfono y nunca llegó a su casa: parecía que la tierra se lo había tragado porque le volvía a llamar a su móvil y no daba línea.
El lunes 29 de mayo, la hermana de Amine y su pareja, Mohamed, acudieron a la Guardia Civil a denunciar que había sido secuestrado. Tenían claro que no era una desaparición voluntaria. Una amiga suya, empleada en el Boccas Bar, al que la víctima acude a diario a tomar café con leche, aclara que los temores familiares se debían a que Amine es "sociable", "simpático", "responsable", y no le van los excesos: "No consume alcohol ni drogas". Amine salía de fiesta por las míticas discotecas de Benidorm, como cualquier joven de su edad, pero era un buen musulmán.
A nadie la cuadraba esa desaparición porque le iba bien tanto en lo personal como en lo profesional. Prueba de ello es que en solo dos años habían ampliado el negocio de alquiler de vehículos de Villajoyosa, haciéndose con el bajo de al lado para ganar espacio en las oficinas y también estaban vendiendo coches, algunos de ellos de alta gama: tipo Porsche. "Un familiar empezó a repartir carteles por los bares, cafeterías y restaurantes de la zona porque Amine no es un chico que suela perderse", insiste esta camarera del Boccas Bar y amiga de la víctima. "Su hermana lloraba mucho porque todo era muy raro".
El citado cartel figura en este reportaje: 'Desaparecido. Se llama Amine, 18 años, 1,70, argelino. Cala de Finestrat. Por favor, llamar a la Policía'. En la Guardia Civil -más pronto que tarde- sospecharon de que se trataba de un secuestro promovido por alguien del entorno de la víctima por dos motivos. El primero: Mohamed -el cuñado de Amine- recibía vídeos donde supuestamente torturaban a su familiar, para presionarle a pagar de inmediato 350.000 euros. Lo que denotaba que los secuestradores sabían que la familia tenía liquidez.
Todo ello, a pesar de que Amine no proyectaba una vida ostentosa, más allá de algún vídeo en Instagram donde conduce un BMW de alta gama, luciendo un reloj llamativo. El segundo motivo para sospechar de un secuestro organizado desde dentro fue el contenido hallado en las cámaras de seguridad de la Cala de Finestrat, en varios comercios y edificios de la zona. Los captores sabían por dónde se movía su objetivo.
En las imágenes se apreciaba cómo Amine era introducido a la fuerza en una furgoneta, de color oscuro, tras ser abordado a punta de pistola por tres encapuchados. El furgón huyó en dirección sur, con medidas de contravigilancia: por delante iba una berlina donde viajaban otros implicados, encargados de alertar sobre la presencia de cualquier control rutinario de las Fuerzas de Seguridad. El convoy se dirigía a un piso del casco urbano de Santa Pola y el camino ya le presagiaba lo peor a la víctima: le golpearon con un martillo para que no opusiera resistencia.
El caso era de prioridad uno para el Ministerio del Interior porque la Policía Judicial de Villajoyosa recibió el apoyo del Grupo de Homicidios, de la Unidad Central Operativa (UCO) y de la Unidad Especial de Intervención (UEI): el equipo de élite de la Guardia Civil que solo interviene en situaciones extremas, como cuestiones de terrorismo que afectan a la seguridad del país. Estaban los mejores porque era un trabajo a contrarreloj: debían encontrar a la víctima de un secuestro, antes del día fijado por sus captores para su ejecución. Era una cuestión de plata o plomo.
Los secuestradores tenían antecedentes por robo con violencia, hurto y apropiación indebida, de forma que actuaron con profesionalidad en este nuevo campo delictivo. En el inmueble de Santa Pola tan solo permanecieron los días 27 y 28 de mayo porque el lunes 29 pusieron rumbo a Yecla: a la Casa Pascual. Un chalé rural a los pies de la Sierra del Cuchillo al que no le falta ni un capricho: zona chillout, barbacoa, piscina privada…
"Me hicieron una reserva exprés a las ocho de la mañana del lunes, a través de Booking, para entrar a la una del mediodía", tal y como confirma Julia, la propietaria del inmueble. "Pagaron 833 euros por alojarse siete días". Aquella semana se celebraba una recreación del Siglo de Oro en Yecla y a la dueña de la Casa Pascual no le llamó la atención tanta prisa por instalarse, ya que estaba prevista la afluencia de muchos turistas a esta localidad del Altiplano de la Región de Murcia.
Los inquilinos a los que conoció Julia eran Daniel y Hassan: "Llegaron en una berlina, el chico español me dijo que su amigo argelino no se iba a hospedar porque la reserva era para su novia y su niño, de 5 años". Ese chiquillo en realidad era Amine y le ofrecieron esa excusa a la casera para demorar la entrega de la hoja de registro: un documento que Julia debe entregar a la Policía Nacional.
- ¿Notó algo extraño en la conducta de sus inquilinos?
- Julia: Les reclamé tres veces la hoja de registro donde debe figurar el DNI y los datos personales de todos los huéspedes mayores de 14 años, pero no me la entregaban. Además, Daniel me llamó para decirme que querían quedarse una semana más porque estaban muy a gusto y eso me mosqueó porque esos días hubo tormentas que causaron destrozos. Tenía un mal presentimiento, pensaba que eran okupas y les exigí que volviesen a pagar por Booking si querían ampliar la reserva una semana.
Tic-tac, tic-tac, el reloj avanzaba en su cuenta atrás, mientras que la Guardia Civil escudriñaba cientos de las llamadas 'huellas digitales', para dar con alguna pista que condujese al paradero de la víctima. Los juzgados de instrucción número 1 y 4 de Villajoyosa autorizaron todo tipo de pesquisas a los investigadores: visualización de cámaras de tráfico, escuchas telefónicas a personas con relación con el joven argelino, análisis de repetidores, peajes…
El barrido afectaba a media docena de localidades, como puntos calientes, donde podrían estar ocultando a este pequeño empresario argelino de la automoción. Dos negociadores se ocuparon de ganar tiempo con los secuestradores, al asegurarles que cobrarían los 350.000 euros porque la familia estaba vendiendo varias propiedades para tener cash.
Entretanto, los captores seguían haciendo chantaje psicológico a Mohamed, el cuñado de Amine, y a su hermana, a través de videollamadas que realizaban con teléfonos desechables, para que viesen cómo su familiar recibía descargas eléctricas con una Taser. En otras ocasiones, en la secuencia aparecía el rosto del veinteañero, mientras le agarraban con violencia del pelo y tiraban de su cabeza para atrás, mostrando una pistola. Todo ocurría en una estancia de la idílica Casa Pascua.
El tiempo se acababa para la vida de Amine, hasta que los investigadores localizaron varias huellas digitales de los secuestradores que les condujeron a Yecla: a 131 kilómetros de la Cala Finestrat de Villajoyosa. "El miércoles 7 de junio, me llamó la Guardia Civil para decirme que habían entrado de madrugada a mi propiedad para registrarla", según confirma Julia. "No me lo podía creer".
La casa rural se convirtió en un callejón sin salida para los secuestradores porque los investigadores ya les habían localizado, poniendo en marcha la 'Operación Sitdown': la ansiada liberación de Amine, tras once días interminables de cautiverio donde la Policía Judicial, el Grupo de Homicidios, la UCO y la Unidad Especial de Intervención trabajaron sin descanso, en turnos maratonianos de 24 horas.
- ¿Cómo se encontró la Casa Pascual?
- Julia: La dejaron con mucha suciedad, hasta había chicles pegados en el suelo y en las sillas, menudos secuestradores dejando pruebas de ADN por todos sitios. La habitación hippie donde hay un atrapasueños era la que estaba más limpia y donde tenían a la víctima: había una mancha de sangre. Lo limpié todo y también hice fotos de los desperfectos causados antes de volver a ofertarla para los turistas.
Amine ha regresado a Villajoyosa retomando su rutina en el negocio de alquiler de vehículos, aunque algunos vecinos aseguran que ha cambiado su residencia a Calpe y otros a Denia. Por lo demás, no está dispuesto a que este duro episodio le condicione su vida laboral y social. De modo que sigue dejándose caer por el Boccas Bar, a tomar un café que siempre le prepara con cariño una camarera que es amiga suya.
"Lo que más me extrañó fue verle venir solo por aquí", resalta la citada empleada -pidiendo anonimato-. "Le pregunté por el secuestro y me contó que le pegaban, le insultaban, le ataban a una silla y le ponían un calcetín en la boca para que no gritase".
Dos de los secuestradores fueron arrestados en la Casa Pascual de Yecla, otros dos en Cartagena y un quinto en la Cala de Finestrat. "Eran unos niñatos que le conocían". Dos de ellos eran primos putativos de Amine: una pareja de hermanos que son familiares de segunda línea de su cuñado Mohamed. Todos tienen entre 19 y 28 años y están ya en prisión, como supuestos autores de un secuestro extorsivo.
La investigación todavía no está cerrada, tal y como confirman desde la Unidad Central Operativa: "No se descartan nuevos arrestos". Hasta que no caigan todas las personas vinculadas a este secuestro no habrá descanso para la familia de Amine: "Mi primo no quiere contar nada sobre lo sucedido. Es algo de lo que no habla". Fueron once días que perdurarán en su mente como un tatuaje en la piel.