Sacar buenas notas fue para Diego algo completamente normal durante su etapa como estudiante de Secundaria y Bachillerato. Nunca fue de sacar dieces —ni mucho menos—, sino más bien de esos alumnos que se mantienen asentados durante años y años en el notable. Algunas asignaturas le gustaban más y otras menos, como a todo el mundo. Pero a pesar de que siempre fue "el típico movido a tope" que no paraba quieto, a la hora de la verdad era el primero en hincar los codos para tratar de sacar las mejores calificaciones. "Los resultados siempre fueron buenos. No he tenido que ir a recuperaciones, siempre he aprobado y nunca he repetido", cuenta a EL ESPAÑOL.
Su infancia estuvo marcada por dos aspectos principales. El primero de ellos, que la pasó entre Andorra y Alcañiz, dos pequeños municipios ubicados en la provincia de Teruel. El segundo, que siempre estuvo vinculado al mundo de la construcción. Y es que el hecho de que su padre trabajara como albañil hizo que Diego tuviera siempre claro su deseo de estudiar Arquitectura Técnica. Tras su paso por Secundaria y Bachillerato, se presentó al examen de Selectividad. Una prueba clave que, a diferencia de lo que suele ocurrir con la mayoría de aspirantes, vivió de una forma mucho más calmada. "Arquitectura Técnica tenía una nota de corte de un 5 y entraba todo el mundo. No es que no estudiara, pero tampoco me pegué una panzada enorme por un objetivo", asegura a este periódico.
Finalmente, logró acceder a la carrera. Cuatro años de esfuerzo y sacrificio en los que Diego se implicó al máximo hasta conseguir sacar, incluso, mejores resultados que durante su etapa en el instituto. Estudiaba cada día y lo hacía por dos motivos. El primero, porque le apasionaba lo que aprendía. Y el segundo, por sus ganas de adentrarse en el mercado laboral. Un hecho que llegó, incluso, antes de que finalizara sus estudios. Y es que 11 días antes de presentar su Trabajo de Fin de Grado, este joven turolense llegó a recibir hasta seis ofertas de empleo. Y todo ello por haber cursado un grado que, en la actualidad, cuenta con casi un 100% de empleabilidad.
Su pasión por las obras y el mundo de la construcción le viene desde pequeño. Quizás fuera por eso por lo que Diego no dudó en ningún momento en matricularse en el Grado de Arquitectura Técnica. Pero la realidad es que para un joven que vive en un pequeño municipio de Teruel, las opciones son más reducidas. Por ello, ciudades como Valencia o Burgos se configuraron pronto como sus posibles nuevos destinos. Pero, finalmente, decidió quedarse cerca de casa. Concretamente, en Zaragoza, donde cursó los cuatro años de carrera en la Escuela Universitaria Politécnica de La Almunia, perteneciente a la Universidad de Zaragoza.
"Lo primero que me sorprendió cuando entré a la carrera es la poca gente que había. Cuando yo entré en 2016 no llegábamos a las 20 personas en clase. Me asustó de primeras porque esperas un montón de gente. Las primeras dos semanas me generó dudas, pero luego todo se acabó en un momento", cuenta en conversación con este periódico.
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En la actualidad, el grado de Arquitectura Técnica se ha convertido en uno de los que más empleabilidad tiene. Diego lo vivió en sus propias carnes. Tal y como asegura a EL ESPAÑOL, todos sus compañeros de promoción encontraron trabajo nada más terminar los estudios. Y para algunos, como fue su caso, fue incluso más sencillo. Y es que Diego recibió hasta seis ofertas de empleo diferentes antes de haber completado su formación.
"Yo el Trabajo de Fin de Grado no pude entregarlo en junio. Me pegué todo el verano una panzada terrible pero, aun así, tampoco me dio tiempo a entregarlo en septiembre. Al final lo entregué en diciembre. Yo salí al mercado laboral y me incorporé nada más entregar el TFG. De hecho, yo entregué el TFG el 11 de diciembre y el día 1 de ese mes ya estaba trabajando. Estuve trabajando 11 días sin ser arquitecto técnico de puro derecho porque no había entregado el TFG todavía", cuenta a este periódico.
En aquel momento, fueron varias las opciones que se le presentaron a Diego. De las seis empresas que contactaron con él, primero eligió tres. Realizó las entrevistas pertinentes y, tras barajar los pros y los contras, finalmente acabó eligiendo la entidad para la que trabaja a día de hoy: la constructora 'Grupo Los Sitios'. "Cuando entré en la empresa estuve seis meses de prácticas y luego me hicieron contrato. En esos meses yo hacía labor de oficina porque, al estar de prácticas, no podía hacer otra cosa. Ayudaba a mis compañeros, a los jefes de obra y también ayudaba con las mediciones y presupuestos. Y ya cuando me hicieron contrato me adjudicaron mi primera reforma como jefe de obra", explica.
— ¿Cuáles son las funciones que desarrolla un jefe de obra?
— El cliente que quiere hacer una obra contrata a un arquitecto. Ese arquitecto le desarrolla el proyecto y entonces, después, ese cliente contrata a una empresa constructora para que le haga la obra. Yo como jefe de obra recibo los papeles de ese arquitecto y lo que hago es llevarlo a cabo en todo lo que te puedas imaginar. Búsqueda de personal cualificado (propio o empresas subcontratadas), compra, búsqueda y pedidos de materiales adecuados, planificación de la obra en tiempo de ejecución y en costes... Cuando tú ves una obra, ya sea grande o pequeña, tiene un máximo responsable. Si pasa algo, esa persona es el culpable de las cosas salgan bien o mal
Alta empleabilidad
Según un estudio realizado por Manpowergroup, de aquí al año 2028 se crearán entre 200.000 y 250.000 empleos de alta cualificación para jóvenes. Es decir, el 40% del nuevo empleo creado irá dirigido a las futuras promesas del país. En torno a un 80% de esos empleos estarán vinculados a carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología y las ingenierías. Pero un total de 20.000 corresponderán a arquitectos técnicos.
Por ello, a la hora de hablar de arquitectura y empleo, es importante discernir entre Arquitectura y Arquitectura Técnica. La primera recoge aquellas funciones relacionadas con el diseño de las obras, mientras que la segunda engloba aquellos perfiles relacionados con la ejecución y coordinación de estas. Estos últimos serían, por ejemplo, los aparejadores.
"Creo que la empleabilidad cambia mucho en una carrera y otra. En Arquitectura hay trabajo, pero no tanto como en Arquitectura Técnica. Todo el mundo conoce a arquitectos, pero no tantos a arquitectos técnicos. Las obras se tienen que seguir realizando y son igual de importantes unos que otros. Una obra no se puede ejecutar sin arquitecto, pero tampoco sin un arquitecto técnico. Los arquitectos se han ido manteniendo y hay relevo generacional, pero arquitectos técnicos no tanto. Por cada cinco que se retiran entra uno. Es verdad que hay casi un 100% de empleabilidad y no hay nadie que lo pueda discutir", asegura.
Y es que, tal y como explica el propio Diego, son muchas las salidas profesionales que ofrece el Grado de Ingeniería Técnica. Desde trabajar cómo autónomo realizando directrices de ejecución, tasaciones o informes periciales, hasta ser jefe de obra en una constructora, como es su caso. "Somos pocos y necesarios y por eso hay mucha empleabilidad. El arquitecto técnico es polivalente", confiesa.
Ventajas e inconvenientes
Lo mejor de su empleo, asegura, es que realiza funciones muy variadas. De hecho, la conversación con EL ESPAÑOL la desarrolla en mitad de una de sus jornadas laborales. Se ha levantado a primera hora, ha ido una obra y luego ha regresado a la oficina. Una vez terminada la charla con el reportero, comerá, tendrá una reunión con un proveedor para mirar unos planos y regresará de nuevo a la obra. "Se agradece porque no estás todo el día en obra o en oficina. Si te cansas puedes evadirte haciendo lo otro", explica.
Pero no todo es bueno. También tiene su parte mala, como todos los trabajos. En su caso, destaca el hecho de depender siempre de terceros y no tener bajo control todo lo que le rodea. "Tiene que venir un transporte y se pincha una rueda. Esas cosas pasan y pasan mucho. Que no dependan estas cosas de ti, no me gusta", confiesa.
En cuanto a su futuro, lo tiene claro. O al menos a corto plazo, ya que no puede vaticinar qué ocurrirá dentro de 20 años. "En los próximos cinco años sí me veo trabajando como jefe de obra", asegura. Pero lo que sí tiene claro es cómo quiere que sea su trabajo de cara a los próximos años. Y es teniendo la oportunidad de seguir creciendo y mejorando como profesional al mismo tiempo que acepta retos de obras cada vez más complejas.