Ana y Nacho se han visto obligados a incorporar a la rutina de sus vidas sesiones de terapia psicológica, por partida doble, para poder levantarse de la cama a diario y salir a flote. De un lado, acuden a una psicóloga en Jumilla y paralelamente, se desahogan con la Asociación de Duelo Gestacional y Perinatal de Murcia. "Es muy duro enterrar a una hija", tal y como subraya la pareja, sobre la herida emocional que les ha causado la muerte de su bebé en el Hospital Virgen del Castillo de Yecla, al que acudieron para que Ana se sometiese a una inducción del parto que estaba programada.
"Tenemos la sensación de que esta pérdida es un bucle del que no podemos salir", reflexionan Ana y Nacho. La muerte de la que iba a ser su primera hija, Paula, en el transcurso de una cesárea, les ha quebrado el alma y les ha causado un trauma psicológico, pero eso no ha frenado su deseo de lograr que se depuren responsabilidades legales sobre aquel alumbramiento que se convirtió en la mayor tragedia de sus vidas. De momento, la joven pareja ha conseguido que el Juzgado de Instrucción número 2 de Yecla cite a declarar como investigada a la ginecóloga [M.E.V.B.] que se ocupó del parto y a todo el personal sanitario que la asistió el viernes 3 de marzo.
EL ESPAÑOL ha accedido en exclusiva al auto que ha causado un terremoto en el Hospital Virgen del Castillo de Yecla, al decretar la apertura de diligencias judiciales para investigar la muerte de esta bebé. "Los hechos que resultan de las anteriores actuaciones, presentan características que hacen presumir la posible existencia de un delito de aborto por imprudencia", tal y como expone el magistrado Borja Aparicio.
El juez ordena en su auto que se practiquen diversas pruebas. Una de ellas será crucial para aclarar si existen responsabilidades penales en la actuación de la ginecóloga y de su equipo: "Que se cite a un perito judicial, a los efectos de realizar un informe que determine sobre la necesidad de la práctica de una cesárea o cómo debería haberse procedido, en atención a la situación clínica de la paciente y del feto".
- Ana, ¿qué es lo primero que ha pensado al leer el auto judicial?
- Que vamos a hacer Justicia y la ginecóloga tendrá que responder por lo que ha hecho. Parece que el juez nos cree y por eso nos ha citado. Estoy contenta porque voy a pedir Justicia por mi hija. Ya no puedo hacer nada ni por ella ni por mí, pero esto lo hago por las mujeres que vienen detrás, para que se mejore el Servicio de Ginecología del hospital y lo que me ha pasado a mí, no le ocurra a otra mujer. Lo que me ha sucedido no ha sido por culpa de que mi cría viniese mal. No quiero que nadie viva lo que estoy sufriendo.
- ¿Cómo se encuentra a nivel físico y psicológico desde que perdió a su hija el 3 de marzo?
- Ana: En el tema físico estoy bien. La cicatriz se curó rápido y me han dicho que estoy bien por dentro. Psicológicamente estoy mal: yo no puedo ver un bebé ni quiero. Si lo veo me imagino que es Paula y me pongo a llorar, no puedo evitarlo, por eso, cuando me cruzo con una pareja con un carrito cambio de acera. La gente me dice que me podré quedar embarazada otra vez, pero yo no quiero. No tengo miedo al embarazo porque mi gestación fue buena, a lo que tengo miedo es al momento de llegar al hospital a parir.
- ¿Qué le dice la psicóloga a usted y a su marido en las sesiones de terapia a las que asisten?
- La psicóloga me ha dicho que no me voy a olvidar de Paula ni la voy a suplantar si tengo otro hijo, tengo que aprender a vivir con la idea de que no la voy a tener. Me ha explicado que es un duelo que nunca superas, pero tienes que aprender a vivir con ello.
Esta empleada de almacén, de 27 años, será la primera en prestar declaración en sede judicial, para explicar su versión sobre la atención que recibió el viernes 3 de marzo, cuando acudió al hospital a someterse a una inducción al parto porque Ana tenía como antecedentes clínicos, obesidad mórbida, y en la semana de gestación 35 le diagnosticaron preeclampsia: hipertensión arterial. "Me voy a reafirmar ante el juez en lo que me dijo la ginecóloga aquel día: 'Vas a parir de manera natural, sí o sí. Tú como estás gorda y tienes caderas anchas, tienes que parir por tus partes: sí o sí'".
Ana no puede quitarse de la cabeza tales palabras. Tampoco olvida el calvario que pasó durante su ingreso en el hospital. Diez largas horas, donde esta joven pidió más de una vez que la sometieran a una cesárea porque no sentía contracciones, la oxitocina no había logrado que dilatase más de dos centímetros, y el corazón de su hija se paró varias veces, sin que el personal médico supuestamente verificase si esas interrupciones en los latidos de Paula eran por un fallo técnico del monitor fetal o por una alteración cardíaca de la bebé. "Tenía la tensión alta y no me hicieron caso: escuchábamos el latido de su corazón perfectamente, hasta que lo dejamos de escuchar".
En la querella de la pareja que ha sido admitida a trámite en los juzgados yeclanos, se cargan las tintas contra un monitor fetal presuntamente defectuoso que le pusieron a Ana, para medir la frecuencia cardíaca de Paula. También se ataca el supuesto control negligente que realizó el personal médico a los latidos de la bebé, antes de que se dejase de escuchar su corazón, obligando a trasladar a esta joven al quirófano para someterla a una cesárea de urgencia que no evitó la muerte de su querida y esperada hija.
"La monitorización del feto puso de manifiesto el grave sufrimiento fetal que estaba padeciendo, y el comportamiento totalmente omisivo, tanto de la ginecóloga denunciada como del resto del equipo médico, ante las continuas llamadas de atención por parte de los padres por la ausencia de latido de la bebé, y que éstos se achacaban a un fallo técnico, siendo valorada tal situación en tres ocasiones por parte de la doctora Valiente, sin que tomara la decisión correcta que hubiera sido la de practicar la cesárea que hubiera evitado el trágico suceso", tal y como expone el letrado David Fernández -en la denuncia que se investiga-.
"El momento más feliz de mi vida ha sido el más horrible: fui al Hospital Virgen del Castillo con toda la ilusión porque a mi hija no le vi la cara en ninguna de las ecografías y me hice muchísimas. Solo le vi la cara cuando estaba muerta, sabiendo que ya no la volvería a ver más", sentencia Ana, conteniendo el llanto, al recordar que después de la cesárea, cogió en brazos el cuerpecito de Paula, sin vida, para verle el rostro por primera y última vez, antes de que se la llevasen a la morgue. "Eso es muy duro".
Nacho escucha con atención a Ana, mientras se toman un café a la salida de la última revisión médica a la que se ha sometido su pareja para verificar que esa cesárea de urgencia no le ha dejado secuelas físicas. "Hemos pasado estos días con muchos nervios, estábamos inquietos porque no llegaba el auto del juez pronunciándose sobre nuestra denuncia", según admite este joven, de 25 años, que ha decidido retomar el tajo en el sector agrario, haciendo injertos y podas en árboles frutales y parras de uva. "El rato que estoy en el trabajo me distraigo y no le doy vueltas a la cabeza".
- ¿Cómo está gestionando la pérdida de su hija en la terapia psicológica a la que asiste con su pareja?
- Nacho: Me siento mal. Empiezo a llorar: para que nos vamos a engañar.
Este veinteañero también ha sido citado a declarar en los juzgados, porque aquel 3 de marzo le permitieron entrar a la zona donde estaba monitorizada Ana, justo antes de producirse el luctuoso desenlace. "Le voy a contar al juez todo lo que viví allí adentro: yo le preguntaba a la ginecóloga si era normal que el aparato estuviese fallando y ella decía que sí", tal y como afirma indignado Nacho. "Nos trataron mal".
El monitor fetal juega un papel clave en el parto: su transductor se coloca en la barriga de la embarazada, informando sobre la frecuencia cardíaca del bebé. Tales datos se reflejan en una pantalla y se imprimen en papel, mientras que se escuchan los latidos del bebé. Esta información de bienestar fetal o sufrimiento fetal guía al equipo médico, pero en el caso de Ana, supuestamente, ni el monitor funcionaba bien ni se hizo un buen control de las constantes vitales de Paula.
Así lo recoge la querella donde se expone que Nacho alertó de ello al equipo médico, de forma reiterada: "El padre se quejó, al menos, durante cinco o seis veces, en el periodo de tiempo que transcurre desde que entró a la sala de monitorización hasta el fatal desenlace, esto es, aproximadamente una hora. Y en todas las ocasiones, se actuaba igual por parte del personal médico, entraban las enfermeras y el matrón y le daban la misma respuesta: 'El monitor no funciona bien'".
De hecho, en la causa hay aportadas varias capturas de gráficas de monitorización fetal, con el objetivo de que el juez confronte las que se realizaron con un equipo en buen estado, desde las nueve de la mañana hasta la una del mediodía, con las realizadas con el supuesto aparato defectuoso que le pusieron a Ana, a las cuatro de la tarde. A partir de esa hora, en las gráficas hay anotaciones manuscritas por personal sanitario, donde se refleja que han consultado con la ginecóloga supuestas ausencias de latidos en el corazón de la bebé.
Tales anotaciones y el estado de funcionamiento del monitor fetal serán dos de las interpelaciones que se le formularán tanto a la ginecóloga [M.E.V.B.] como al matrón y a las enfermeras, cuando acudan a declarar como investigados por un delito de aborto por imprudencia. El magistrado también ha citado en calidad de testigo, a un ginecólogo que vio a Ana cuando ingresó en el Hospital Virgen del Castillo y le dijo que debido a su hipertensión arterial, la someterían con rapidez a una cesárea, aunque eso no ocurrió hasta pasadas diez horas.
"El juez de instrucción ha entendido que es necesario que se practiquen todas las diligencias que solicitamos en nuestra denuncia", según destaca el letrado David Fernández, del bufete Ardura Abogados, encargado de ejercer la acusación particular en representación de la pareja de jóvenes.
- Usted denunció un homicidio por imprudencia, pero el magistrado abre diligencias por un aborto por imprudencia. ¿A qué se debe ese cambio en el tipo delictivo que se investiga?
- David Fernández: El juez entiende que el fallecimiento de la bebé se produjo antes de que diese a luz Ana y lo califica como un aborto por imprudencia. Sí que es cierto que en el Código Penal este delito tiene una pena de cárcel de 3 a 5 meses que es inferior al de homicidio por imprudencia, de 1 a 3 años. De todas formas, cuando finalice la instrucción se calificarán los hechos de forma definitiva y eso ahora no tiene relevancia.
Lo importante es determinar que ha habido una imprudencia grave por parte de la ginecóloga o de cualquiera de los miembros de su equipo. En cualquier caso, lo que mis clientes buscan es la inhabilitación profesional: no han denunciado por dinero porque para eso podríamos haber presentado una reclamación administrativa al Servicio Murciano de Salud.
Casi cincuenta días después de la muerte de Paula, la ginecóloga demandada continúa de baja laboral. Nacho y Ana siguen acudiendo a terapia y mantienen colocado un candado en la puerta de la habitación que le prepararon a su hija en su casa de Jumilla. La pareja no es capaz de desmantelar el cuarto: el carrito está sin estrenar, como la cuna o los peluches. La ropita está colgada en perfecto estado de revista, como si nada hubiese pasado, pero el silencio que se respira en esta estancia delata una tragedia que ha consternado a los vecinos de esta localidad murciana.
- ¿Os habéis planteado volver a intentar ser padres?
- Ana y Nacho: Ahora mismo no. A lo mejor en dos o tres años, pero en este momento no tenemos fuerzas para intentarlo.