El fútbol callejero tiene las mismas normas en todas las plazoletas. El partido acaba cuando se va el de la pelota, la portería mide tanto como alto llegue la mano del portero tras un salto y la falta la tira al que se la hacen, entre otras. En Sestao (Vizcaya), los pequeños practican este derivado del balompié, como habitualmente, en la plaza San Pedro, abarrotada durante la tarde. El patio del colegio de La Salle, a escasos metros y con porterías de fútbol sala, es el otro escenario de estos encuentros en la localidad. Sin embargo, este segundo lunes de abril no tiene demasiado ambiente. "La muerte del chico ayer ha provocado que hoy no vengan muchos niños", explica una madre cuyo hijo sí juega aquí.
La noticia del día tiene compungidos aún a todos. "Mi nieto ha pasado una mala noche porque estaba jugando aquí con el chico cuando todo ocurrió. Imagínate", dice una abuela en las gradas de La Salle.
En las pistas de este centro, este pasado domingo, se produjo una tragedia en torno a las 19.15 horas. Isaías A., de 12 años, estudiante de sexto de Primaria y de origen nigeriano, falleció tras recibir un balonazo en el abdomen. El pequeño, con problemas cardiovasculares y en el bazo, cayó desplomado nada más golpearle la pelota, comenzó a convulsionar y al momento entró en parada cardiorrespiratoria.
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La madre de uno de los niños que jugaba con él comenzó a hacerle rápidamente las prácticas de reanimación. La mujer, pediatra de profesión, no pudo hacer nada por su vida. Ni siquiera cuando llegaron los servicios de Emergencias momentos más tarde lograron recuperarle. "Traían un desfibrilador en el coche, pero nada. Estuvimos más de una hora tratando de reanimarle", cuenta la madre que se vio involucrada en lo ocurrido.
La familia de Isaías estaba presente y tuvo que ser atendida por psicólogos tras lo ocurrido. La madre, que habló con Ahora Sonsoles, confirmó que su intención es repatriar el cuerpo a su país natal una vez se conozcan los resultados de la autopsia. Confirmó que el menor tenía problemas cardiovasculares y en el bazo.
Por el momento, se desconocen las causas del fallecimiento. La policía autonómica está llevando el caso para tratar de esclarecer a qué se debió la muerte del menor.
Un chico inquieto
Este lunes por la tarde, en Sestao no se habla de otra cosa. Los niños miran y se preguntan entre ellos qué pasó. Se cuentan historias diferentes de cómo ocurrió todo: que si el pequeño estaba comiendo un bocadillo, que si el menor estaba operado de corazón... Nada confirmado. Entre los rumores y murmuros de los menores también se escuchan sus palabras de miedo. "Vámonos ya de aquí", dice una joven a sus amigas en el patio trasero de La Salle.
Los amigos de Isaías se han trasladado a la plaza colindante este lunes, donde el fútbol solo ha parado para ver cómo los compañeros de la televisión contaban lo ocurrido o para que el balón cruzara la carretera y provocara el frenazo de los coches.
En el patio trasero de La Salle, una vez entrada la media tarde, aparecía una especie de altar. A los pies de un árbol, cerca de la portería donde se produjo el suceso, alguien colocó un oso y una flor en memoria del pequeño. Los menores, curiosos, hacían fotos y se sentaban en el pollete que sustenta el tronco.
No hay nadie en el barrio que no se haya enterado de lo ocurrido. Ayer, cuando Isaías cayó desplomado, el resto de menores salieron corriendo despavoridos del lugar. Otra madre que trae a su hijo habitualmente a esta zona apunta que por eso se enteraron de lo ocurrido.
De manera similar conoció lo sucedido Mikel Amaztegi, hermano de la Salle. Él fue el encargado de abrir las puertas para que pudiera acceder la ambulancia. Conocía al pequeño Isaías y a su hermana mayor, que juega en uno de los equipos de baloncesto del colegio. El menor no está inscrito en este colegio, sino en el CP Vista Alegre, a unos 400 metros de donde ocurrió el trágico suceso.
Sin embargo, ambos niños acuden a las clases de refuerzo que organizan unos hermanos de La Salle para colegiales en riesgo de exclusión social, por eso algunos lo conocían aquí. Cuenta que el menor acudía en el turno de los martes y los jueves. Allí los pequeños hacen los deberes que les encargan en el colegio, juegan un rato, meriendan y echan la tarde. Este lunes se cancelaron las clases por lo sucedido, según el hermano de La Salle.
Amaztegi comenta que él no puede confirmar que Isaías tuviera problemas de corazón, pero sí recuerda que cuando se aceleraba, porque era un niño muy inquieto, le tenían que parar y sacarlo del juego para llevarlo a la calma. "Ahora, la patología no te sé decir", cuenta a EL ESPAÑOL.
Esta tragedia es la segunda que azota al colegio en apenas unas semanas. Hace poco fueron atropellados un joven de Sestao en Cantabria y su madre por un conductor. Era exalumno de este colegio. Su hermano, además, aún es estudiante en el lugar: acude a segundo de la ESO.
La Salle y el Ayuntamiento
El patio de este colegio sirve como una especie de plaza del pueblo. Los pocos espacios públicos destinados al juego que hay en esta localidad provocan que el Ayuntamiento y el colegio tengan firmado un acuerdo desde hace al menos dos décadas para mantener abiertas las pistas todas las tardes de la semana.
Este domingo estaban abiertas como cualquier otro día. En ellas se congregaron los niños y en las gradas estaban también vigilantes los padres y familiares. En el centro del espacio, una pista de cemento para jugar a fútbol 7 a la que le falta una de las porterías. A lo ancho, dos pistas de fútbol sala.
Desde el Ayuntamiento, la alcaldesa Ainhoa Basabe apuntaba que aún no se han puesto en contacto con la familia, porque le quieren dar espacio para que asimilen el suceso. La regidora ha resaltado la rapidez con la que acudieron los servicios de emergencias, aunque no pudieron hacer nada por salvar la vida del pequeño.
Basabe ha lamentado el trágico suceso y ha expuesto que el consistorio pondrá a disposición de los familiares todas las herramientas posibles para superar el duelo. Además, se sumarán a todos los actos que se hagan por el menor.