Su vida es una fantasía, su casa un museo. Ve el mundo de color rosa y el mundo la ve como una especie de chica Barbie a tamaño real. Tiene 250 muñecas de Mattel y las colecciona desde 1997. Todo lo que sea glamour y ostentosidad le vuelve loca. Le fascina. Ella es Sonia Rodríguez, conocida como la 'Barbie de Talavera de la Reina' (Toledo).
Atentos porque comienza el viaje más pasteloso de la historia.
Antes de entrar en su casa y tocar el timbre, ya el número del piso es de color rosa. Y lo de dentro… véanlo ustedes mismos: paredes rosas, muebles rosas, cocina rosa, nevera rosa, la casa de su gato rosa, armarios de Barbie, muñecas en vitrinas, tazas, sillas, vitrocerámica… ¡Hasta el carrito del gato! Todo rosa. Una casa Barbie hecha para una Barbie como ella. Un sueño. También para el niño y la niña que llevamos dentro. "Anda que no han venido a mi casa hijas de amigas, sobrinas… Siempre alucinan. Yo no tengo hijos, pero tengo a mi gato Ginger", dice.
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Sonia Rodríguez (Madrid, 1973) se mudó a Talavera de la Reina (Toledo) hace 17 años. Es educadora infantil, aunque no ejerce de ello. Ahora trabaja en un taller de costura en Madrid. ¿Su obsesión? Coleccionar Barbies, las mismas que cumplen 64 años este 9 de marzo.
"Las Barbies me han gustado desde siempre. De pequeña pedía sólo esas muñecas, nada de bebés y eso. Aunque llegó un momento en el que tenía todo tipo de muñecas. Cuando ya tuve 19 años vi que la hermana de una amiga mía las coleccionaba y me llamó mucho la atención, y empecé a comprarme las de Playline, que son las de jugar. Ahí empezó todo", arranca Sonia desde el salón de su casa y con unos taconazos rosas brillantes que le suben hasta las rodillas, falda rosa, lazo del pelo rosa y, cómo no, pintalabios rosa.
La muñeca más antigua que todavía conserva Sonia es la Barbie Crystal, de 1984. "Recuerdo que esa Barbie y la Barbie Corazón fueron las dos primeras que tuve. Desde que tengo uso de razón sólo he querido Barbies. Ahí ya me gustaba el glamour. Luego, cuando empecé a coleccionarlas, vi que también se podían comprar fuera de España. Aquí la verdad es que llegan muy pocas muñecas. Así que me iba a los ciber…
— Un momento, ¿ciber?
— Ay, calla, qué fuerte tía. Es algo que ya casi ni existe y era muy de los 2000. Eran tiendas donde había ordenadores porque claro, antes no había Internet, y te metías ahí para usarlos. Pues ahí me compraba las muñecas con los ordenadores.
Desde aquel entonces, Sonia se ha comprado más de 300 muñecas que están en una horquilla de entre 30 y la friolera cifra de 1.000 euros, y son de todo tipo: de cualquier tono de piel, color de pelo y de cuerpo, de juguete, de coleccionista, Barbie Blancanieves, La Bella Durmiente, Cenicienta, las dos Barbies The Blonds -y las más caras de su repertorio-, Barbie Dorothy, de los años 80, 90, 2000 y en adelante, de colaboraciones con marcas como Juicy Couture o Versace… También algunos Ken, el novio de Barbie. En fin, se hacen una idea.
Ahora cuenta con 250, el resto las ha vendido ya que "me dejan de gustar, pierdo el interés o las vendo y con el dinero que gano me compro otras". Ella misma asegura que, aunque para cualquier persona tener 300 Barbies puede parecer una locura, no es para tirar cohetes. "Conozco a varias personas que tienen más de 3.000 y sin pestañear, eh. Pero ya no sólo Barbies, sino que también la Poppy o las Fashion royalty, algunas que yo también tengo".
Sonia cree que las Barbies de ahora no tienen tanto éxito como antes y que "no merecen tanto la pena" porque "no es lo que las niñas quieren ver". "Ahora están más enfocadas a que cada uno puede ser lo que quiera y son más modernas, como la Barbie astronauta. Visualmente no es lo que yo quiero, por mi gusto personal, aunque me parece bien porque hay gustos para todos. Pero al final las niñas no quieren un casco en la cabeza, quieren brillo y eso, que luego ya serán lo que quieran de mayor, pero es lo que les llama la atención. Al final una Barbie de National Geographic con un telescopio y un pantalón cargo no la vendes. Barbie ha pasado de las muñecas así más sofisticadas, a muñecas lo más normales posibles. Y yo cuando era pequeña también quería Barbies elegantes, porque para tener una muñeca fea pues ya estaba yo, me entiendes. Pues a las niñas les pasa lo mismo, que no quieren muñecas normales, sino la ostentosidad".
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— Y eso es lo que quiso representar con la decoración de su casa, ¿cierto?
— Yo no sigo ninguna moda, es como con la ropa: me gusta pues me lo pongo y me lo quedo, luego ya veré con qué lo combino, pero yo me lo compro. Pues lo mismo con la casa, si me gusta pues lo tengo, como con las paredes, que veía el papel rosa y decía: 'Ay, pues lo quiero'. Ahora he cambiado mi habitación y el salón para no tenerlo todo rosa. Pero me gusta tener mi personalidad también en la casa. Antes tenía el coche también con la tapicería rosa, pero ya cambié de coche y mi marido no coló en ponerlo también de rosa, pero por mí sí que lo tendría. Es más, no me casé vestida de rosa porque fue hace muchos años y no era todo tan accesible como ahora, que puedes comprar en Internet cualquier cosa, pero ganas no me faltaban. Eso sí, yo me casé con mis zapatos rosas, el tul rosa, el ramo rosa y el maquillaje rosa. Todo lo que pude rosa.
— ¿Sólo se viste de rosa?
— Parece un tópico, pero no. Cuando me conocen y ven que no voy de rosa me dicen: '¡Anda, pero si no vas de rosa!'. De hecho, hay gente que no me reconoce cuando no voy vestida de ese color. También suelo usar el azul, el verde, me pongo mucho vaquero… Aunque el marrón ya te digo yo que no.
— ¿Y por eso empezaron a llamarle la 'Barbie de Talavera'?
— Fue porque un amigo mío tenía una amiga que me quiso hacer un reportaje para la televisión, y yo dije que vale. Yo no lo hubiera hecho porque para empezar soy de Madrid, pero bueno. Al final me quedé con ese nombre. Sí que es verdad que me gusta la ropa rosa o lo que se llamaría Barbie, pero no lo soy vamos. Me lo puso la prensa y ya me quedé así.
— ¿Entonces, como se definiría?
— Soy una persona que no me meto con nadie, voy a mi bola, y tampoco me gusta que se metan conmigo, aunque al final es inevitable que te señalen con el dedo y te digan: 'Barbie, Barbie, lo típico'. Quizá hay gente que le gustaría vestir como yo, o de otra manera, y no se atreven por el qué dirán. A mí eso nunca me ha importado.
Ella, que a sus 49 años viste acorde a su pensamiento y gusto, y no a su edad, considera que eso mismo y que coleccionar muñecas, en este caso Barbies, se trata como si fuera algo raro debido a que "estamos en España". "En Estados Unidos, por ejemplo, coleccionan de todo y hacen convenciones de todo tipo de cosas y no choca. Incluso señoras mayores de 70 años en la cultura americana coleccionan Barbies. Aquí se ve raro. A mí me preguntan: '¿Pero tú juegas con ellas?'. Y yo no lo hago, me gusta, la compro, la guardo o la pongo en mi casa y ya. Hay otra gente que se dedica a hacerles fotos o a cambiarles de ropa… pero yo no. No tengo paciencia. Y esto todavía no se ve mucho en España".