En la humilde casa de Ahmed y de Khadija se respira un silencio que te parte el alma: su bebé, Safaa, de apenas cuatro meses, murió la fría madrugada del viernes 27 de enero. Los padres de la pequeña no tuvieron tiempo ni de ponerse a llorar por semejante pérdida. Eso lo tuvieron que dejar para otro momento, debido al quebradero de cabeza que les supuso tener que buscar un lugar donde poder dar sepultura a su hija. "No podíamos enterrarla en el cementerio de Alcantarilla porque no tiene un espacio para los musulmanes", se queja con amargura el cabeza de familia, Ahmed.
"Ella era española: mis cuatro hijos han nacido en la Región de Murcia y todos están empadronados en Alcantarilla", argumenta este jornalero agrícola, que a finales de los noventa se jugó la vida, lanzándose al mar, para llegar a la costa de Almería a bordo de una patera. "No es normal que no hayamos podido enterrarla en el cementerio del pueblo donde llevamos viviendo quince años", insiste enfadado. Tal situación se debe a que el Consistorio alcantarillero incumple la ley que recoge el Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España.
En el artículo 2 de la citada normativa, aprobada en el lejano año 1992, se expone literalmente lo siguiente: "Se reconoce a las comunidades islámicas, pertenecientes a la Comisión Islámica de España, el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales, así como el derecho a poseer cementerios islámicos propios".
Los problemas que ha tenido que solventar esta familia marroquí afincada en Alcantarilla, para enterrar a su bebé, vienen a poner de manifiesto una dura realidad: en los 45 municipios de la Región de Murcia solo existe un cementerio con un espacio dedicado a la población musulmana, a pesar de que el Instituto Nacional de Estadística recoge que en esta comunidad autónoma residen 106.968 inmigrantes procedentes de África, de los cuales 92.380 son naturales de Marruecos.
"La hemos tenido que enterrar en Murcia porque nos decían que debíamos llevarla a Valencia, Madrid, Andalucía o Marruecos", según detalla Ahmed. El Cementerio de Nuestro Padre Jesús en la pedanía murciana de Espinardo es el único de toda la comunidad que dispone de una 'almacabra': un camposanto musulmán, presidido por una pequeña mezquita y un lavatorio para purificar el cuerpo del fallecido. Allí se llevan a cabo las inhumaciones como marca el rito islámico: enterrando al difunto directamente en la tierra, a poca profundidad, colocándolo en posición de cúbito supino lateral, envuelto en un sudario, y orientado a La Meca.
La Región fue pionera cuando la capital del Segura se convirtió en la segunda localidad española que habilitaba un camposanto islámico y -el 27 de abril de 1998- albergaba el primer entierro como marca el Islam. Un cuarto de siglo después, la terrible historia de Safaa revela que la autonomía murciana se ha quedado a la cola del país en prestar un servicio básico para su población inmigrante, ya que la mayoría sigue los preceptos del Corán, pero solo dispone de un cementerio con letra pequeña: para recibir sepultura hay que estar empadronado en el Ayuntamiento de Murcia, de lo contrario, en las instalaciones ya habría un overbooking fúnebre.
Los datos de la Unión de Comunidades Islámicas de España (Ucide) reflejan que las únicas autonomías del país que cuentan con un solo cementerio musulmán para todo su territorio son Murcia, Asturias, Aragón, Baleares, Navarra y La Rioja. Y solo tres carecen de un espacio para celebrar inhumaciones islámicas: Cantabria, Galicia y Castilla-La Mancha.
Tan preocupante estadística ha llevado a Ahmed a denunciar públicamente el enterramiento de su hija fuera de su pueblo, por falta de un espacio musulmán en el cementerio municipal, cuando todavía no se ha repuesto de la pérdida de su bebé. Ni siquiera conoce el resultado de la autopsia que debe aclarar si Safaa sufrió el síndrome de muerte infantil, que ocurre durante el sueño de un lactante, con menos de un año de edad.
"La niña tosía mucho el jueves, no paraba de llorar y vomitó, entonces la llevé al centro de salud", recuerda Khadija, sentada en el patio de su casa, junto a su marido, Ahmed, de 51 años. "La pediatra me recetó Apiretal porque tenía un poco roja la garganta, yo quería llevarla al hospital, pero ella me dijo que no hacía falta porque estaba resfriada y comprobó que no tenía mucosidad en el pecho", prosigue la mujer, totalmente desolada. "La doctora dijo que la niña estaba bien".
- ¿Qué ocurrió después de la visita al médico?
- Khadija y Ahmed: Le di el medicamento a Safaa, se durmió, después tomó el pecho, jugó un poco, y se volvió a dormir. A las tres de la madrugada del viernes nos levantamos para ver cómo estaba y no respiraba. La llevamos al Hospital Virgen de la Arrixaca, pero no pudieron reanimarla.
No hay familia que pueda digerir la muerte de un hijo, ya sea católica, evangelista, musulmana… Nadie está preparado para un palo así, pero lo que no esperaba el matrimonio era encontrarse con la imposibilidad de enterrar a su bebé en el cementerio de Alcantarilla donde están empadronados sus hijos. "Ellos son la primera generación nacida en España", remarca Ahmed. "Es injusto no tener un sitio donde poder enterrarla cerca de donde vivimos: ¡Tendría que haberla enterrado en mi casa!", clama indignado este marroquí, cuyas manos están agrietadas de deslomarse en el campo.
Los musulmanes tienen por costumbre visitar a los difuntos, cada viernes, para leerles el Corán, y a esta familia le tocará coger el coche de Alcantarilla a Murcia. El desplazamiento solo será de 15 kilómetros, pero Ahmed lo considera una "discriminación", a pesar de que podría haber sido mucho peor porque estaba condenado a dar sepultara a Safaa en Andalucía, en la Comunidad Valenciana o en Marruecos. De hecho, esta familia ha logrado enterrar a su bebé en el Cementerio de Nuestro Padre Jesús de Espinardo, gracias a la diputada regional Lara Hernández y a la concejal de Salud del Ayuntamiento murciano, Esther Nevado.
"Gobernar una ciudad como Alcantarilla también incluye hacerlo para las personas censadas que practican una religión distinta a la tuya", reflexiona Lara Hernández. "Me parece una auténtica discriminación que cuando uno de estos vecinos fallece, no exista en este pueblo un lugar donde poder enterrarlos, cuando sí que contribuyen a la economía local y están pagando impuestos como el resto de vecinos", según sostiene la diputada autonómica del PSOE, por la localidad alcantarillera, y que será candidata a su alcaldía en las elecciones municipales de mayo.
"Merecen ser tratados como el resto y a eso se le llama cumplir con las normas de nuestra democracia: es increíble que desde la Concejalía de Servicios Sociales no se haya visitado a esta familia o se le haya dado apoyo psicológico durante estos duros momentos".
Ahmed y Khadija han recibido esa atención de la concejal de Salud de Murcia, Esther Nevado, después de que mediase la diputada Lara Hernández, ante la dura situación en la que se encontraba esta familia: estaban buscando un cementerio donde dar sepultura a su hija para no enviarla a cientos de kilómetros de distancia. "Para que un musulmán pueda ser enterrado en nuestro cementerio municipal, tiene que estar empadronado en Murcia, pero hacemos excepciones con bebés y niños", tal y como aclara la edil Nevado, sobre el motivo por el que han permitido enterrar a Safaa en la 'almacabra' de Nuestro Padre Jesús, a pesar de que la difunta bebé y su familia residen en Alcantarilla.
"Con total seguridad, el único cementerio musulmán de toda la Región es el de Murcia. De hecho, las personas que no están empadronadas en la capital y tienen algún fallecido, deben enterrarlos en Valencia porque hay un camposanto de la comunidad islámica que acepta a difuntos de cualquier municipio español", según afirma la edil socialista. "Todos los ayuntamientos se lavan las manos con este tema".
El ejemplo de Murcia será seguido por Cartagena: una ciudad donde -según datos del INE- residen 13.150 ciudadanos africanos, de los que 11.905 son marroquíes. Un portavoz de la Concejalía de Sanidad que gestiona los cuatro cementerios municipales de la ciudad portuaria, admite que no tienen ningún espacio para dar sepultura a los musulmanes, a pesar de semejante cifra de población inmigrante y que en su mayoría sigue el Corán. "Se está buscando una posible solución", zanja el citado portavoz.
"Los Servicios Sociales están tomando como modelo a Murcia", según subraya esta fuente de la Concejalía de Sanidad de Cartagena. "Hay terreno para hacer una ampliación y se habilitará un espacio para los enterramientos musulmanes en uno de los cementerios municipales". En otra de las grandes urbes murcianas también se han puesto manos a la obra: el alcalde de Molina de Segura, Eliseo García, subraya que tienen "diseñado un proyecto" para crear una 'almacabra'.
"Es una parcela de 1.000 metros cuadrados que está justo frente al cementerio municipal", según avanza el regidor socialista. "Hace unos años, tuvimos el caso de una familia que perdió a su hija y tuvieron que enterrarla en Murcia y se trata de una cuestión de Justicia humana: hay que darle dignidad a cualquier muerte".
El caso de Safaa ha levantado ampollas entre la comunidad islámica murciana, poniendo en la diana, otra vez, una vieja reivindicación. "En una región con unas tasas de inmigración tan grandes, esta situación no solo es culpa de los ayuntamientos, ya advertimos esto al Gobierno de Murcia cuando estalló la pandemia y no se podían repatriar los cadáveres a Marruecos", tal y como recuerda la presidenta de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes (ATIM), Sabah Yacoubi.
A raíz de la explosión de decesos por el coronavirus, solo reaccionaron comunidades como el País Vasco, que habilitó espacios para inhumaciones islámicas en Donostia, Tolosa, Ordizia y Elgoibar. Por su parte, el pleno del Ayuntamiento de Madrid, el pasado agosto, aprobó con el único voto en contra de Vox, acondicionar una parcela de 10.000 metros cuadrados en el cementerio de Carabanchel para entierros musulmanes. De esta forma, la capital de España rompía su sonrojante estadística, ya que solo contaba para estos rituales fúnebres con las instalaciones de Griñón.
"El poco peso que tiene nuestra comunidad en las elecciones hace que no le presten atención a este problema de los entierros: es una cuestión política", advierte Brahim Roubi, representante de la Comunidad Islámica Assafwa en San Javier. "Los ayuntamientos son los que tienen competencias para habilitar espacios para los musulmanes en los cementerios, se trata de una necesidad: hay 100.000 musulmanes practicantes, y esto también afecta a los españoles convertidos al Islam". Valga como ejemplo de esta problemática la Asociación de la Mezquita de Alcantarilla, donde sus miembros aportan 50 euros para afrontar los gastos de las inhumaciones.
"Cada año ponemos un fondo perdido para ayudar a las familias a pagar los entierros", tal y como confirma un miembro del citado colectivo. "La repatriación a Marruecos del cuerpo de un menor, cuesta 2.550 euros, y la de un adulto, 3.500 euros". En la mezquita han creado ese fondo porque las repatriaciones son inasumibles para los ingresos medios mensuales que tienen los 1.803 ciudadanos africanos que residen en Alcantarilla, de los que 1.415 son marroquíes. "A veces, hemos tenido que enterrar a gente en Málaga".
Desde la Asociación de la Mezquita de Alcantarilla avanzan que pedirán al Consistorio que habilite una zona para despedir a los difuntos por el rito islámico. "Los políticos tienen que salir del despacho a ver lo que necesitan sus ciudadanos, vamos a pedir un espacio musulmán para los entierros: no queremos que otra familia sufra como los padres de Safaa".