Gafas de sol, chaqueta larga de cuero negro estilo Matrix con pantalones a juego... Así le recuerdan muchos espectadores de El Hormiguero a Pablo Ibáñez, más conocido como El Hombre de Negro, encargado de la sección de Arte a lo bestia en el espacio de Antena 3 durante varios años.

Poco saben que, en la actualidad, es empresario y regenta dos negocios con su hermano Juan, la hormiga Trancas: Uno de caganers en pleno centro de Madrid, y otro que acaba de inaugurar, la tienda Friking en la calle Arenal 19, también en la capital.

Pablo y Juan recibieron a EL ESPAÑOL en su nuevo local rodeados de camisetas frikis, funkos y calcetines con temáticas de todo tipo para recordar cómo llegó a sus vidas Pablo Motos y su trayectoria televisiva y personal.

Los hermanos Pablo y Juan Ibáñez, en su tienda Friking, abierta en el número 19 de la calle Arenal, en Madrid. Sara Fernández EL ESPAÑOL

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Buena relación de hermanos

Pablo es el hermano mayor de la familia Ibáñez, seguido por María José y, por último, Juan. Su relación era, y es, muy buena, pero Juan reconoce que Pablo "me troleaba un montón y era el más puñetero de los tres". El colaborador de El Hormiguero recuerda alguna de las bromas que le hacía su hermano mayor como decirle que iban a montar en el coche fantástico y luego le llevaba a una hamburguesería que tenía un coche de monedas o que, en una ocasión se le ocurrió darle una fresa con azúcar, pero que al morderla se dio cuenta de que era sal, algo que hizo "que se murieran de risa los dos", afirma el pequeño de los Ibáñez.

No obstante, Juan recuerda todo lo sucedido como "un entrenamiento ninja, pero con risas. Como los días que me mandaba a comprar el pan y me daba todo el importe de la barra en monedas de un céntimo. Me daba mucha vergüenza llegar al panadero con las dos manos en cuenco llenas de dinero suelto. Todo eso me ayudó a ser más valiente". Pablo añade que en otra ocasión le llegó a pintar totalmente de azul para que su hermano se convirtiera en un pitufo: "Todo fue para que tuviera anécdotas que contar", afirma el madrileño entre risas.

Pablo Ibáñez, pintando a su hermano Juan de azul para que fuera un pitufo, mientras los observa su hermana María José. Cedida

–¿Cómo eran en el colegio?

Pablo: Éramos muy distintos. Íbamos al colegio Amorós (colegio al que también fueron Alberto Chicote, Juan Luis Cano o Guillermo Fesser, de Gomaespuma) y allí mi hermano Juan tenía muchos amigos porque era muy extrovertido. Yo, más introvertido. Aprobaba raspado, pero porque no estudiaba, y eso que en Matemáticas sacaba buenas notas. Nunca he sido de ponerme a hincar codos.

Juan: Yo me portaba bien y sacaba muy buenas notas, estudiaba un montón.

–¿Estudiaron alguna carrera?

Pablo: Hice Empresariales, pero cuando me faltaban cuatro asignaturas ya tenía una empresa y no acabé la carrera. Ese proyecto tenía varias ramas y una de ellas era mundofreak.com que tenía camisetas con diseños exclusivos de dibujantes de cómics conocidos. Hacíamos 100 unidades numeradas y las vendíamos. También teníamos muñecos de importación porque en ese momento en España no había casi nada de eso y vendíamos online, en sus inicios.

Juan: Gracias a esa empresa monté yo el grupo de música. En la inauguración de mundofreak.com tocaba Un pingüino en mi ascensor y me pidió mi hermano que montara un conjunto para tocar versiones de canciones de dibujos animados estilo rock como teloneros. Al final, el grupo que montamos de broma, El hombre linterna (con Marron y Damián Mollá, entre otros), terminó sacando un disco, actuando en festivales…

Yo estudié Publicidad, que fue donde conocí a Damián. Empezamos a meternos en movidas de la radio, los periódicos de la facultad… Él pintaba viñetas, escribíamos chistes, hacíamos un programa de humor los viernes en la radio de la universidad, la gente venía a ver el programa y se corrió la voz. En 3º de carrera ya estábamos trabajando de guionistas de El Club de la Comedia. Intentamos compaginarlo unos años, pero al final no acabamos la carrera, a Damián todavía le deben de quedar como cinco asignaturas y a mí siete u ocho. Calculo que llevaremos trabajando con Pablo Motos 21 años, he estado el mismo tiempo colaborando con él que sin hacerlo (risas).

Los hermanos Ibáñez, junto a su padre en la moto. Delante está Juan y detrás, Pablo. Cedida

Cuando Ibáñez conoció a Motos

La vida está llena de casualidades, y una de ellas sucedió en el momento en el que el mayor de los Ibáñez conoció a Pablo Motos, algo que le cambió su vida laboral para siempre. El presentador valenciano sabía que Pablo ayudaba a su hermano Juan en la promoción del grupo y en un concierto de El hombre linterna en la sala Galileo Galilei. Motos fue a verles.

"Yo no le conocía en persona. Pero a las dos de la mañana nos cruzamos, me miró y me dijo: ¿Eres el hermano de Juan? Quiero que trabajes para mí. Le pregunté que quería que hiciera, pero me contestó que le daba igual, que sólo quería que me fuera con ellos y quedé con él al día siguiente en la radio. Allí me contó que quería preparar un programa de televisión y estuvimos un año ideándolo hasta que entramos en Cuatro. Al final fueron 14 años trabajando juntos", recuerda el madrileño.

–¿Cuál era su labor en El Hormiguero?

–Una de las primeras cosas de las que me encargué cuando empezó El Hormiguero fue de la sección de Ciencia, ser coordinador de guiones… Llevaba unas cuantas secciones, siempre detrás de las cámaras, pero un día fueron de invitados Juan José Millás y Boris Izaguirre, les preparamos un experimento con Flipy en el que en un cubo con agua con jabón echamos gas metano. Entonces las burbujas formaron una columna y a Millás le dimos una antorcha para el efecto final. A Boris le encantó la forma y se puso muy cerca, pero, no sabemos por qué, mientras él cogía la columna, Millás le prendió fuego a la misma, entonces le ardió un poco la cabeza al venezolano. Desde entonces Motos decidió que yo estuviera en el lugar de la acción por seguridad.

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–¿Y cómo surgió el personaje de El Hombre de Negro?

–Nació para esas situaciones de riesgo. La idea era que no interviniera mucho, pero que se me viera vestido de negro, con las gafas y sin hablar. Cuando aquello se descontrolaba la gente empezó a fijarse en el personaje, Trancas y Barrancas comenzaron con las frases de El Hombre de Negro y creé mi propia sección. Un día de verano, por la noche, empecé a escribir ideas de Arte a lo bestia y cuando comenzó la temporada se lo dije a Motos, le encantó y la sección fue un pelotazo muchos años.

Pablo Ibáñez, 'El Hombre de Negro', en conversación con EL ESPAÑOL. Sara Fernández EL ESPAÑOL

–¿El look de El Hombre de Negro cómo se decidió?

–Lo elegí yo porque es mi vestuario habitual. Voy siempre de negro porque no me siento cómodo con otros colores excepto el blanco, y sólo en ocasiones especiales. Lo de las gafas de sol es lo mismo, es que llevo con ellas desde los siete años, pero prefiero no desvelar el motivo.

–¿Cuántas veces le llaman Pablo y cuántas se dirigen a usted como el hombre de negro?

–Alguna vez me llaman por mi nombre, pero la mayoría es por el del personaje. Los muy fans de El Hormiguero se lo saben, igual que el de mi hermano Juan, y no le llaman Trancas.

La necesidad de un cambio de registro

Después de 14 años trabajando con Motos, Pablo necesitaba un cambio en su vida, ya que "llegó un momento en el que había hecho cosas tan grandes y tan bestias que seguir perdía un poco el sentido, por lo que decidí cambiar a nuevos retos". Entonces dio el salto a RTVE para participar en el talent Bailando con las estrellas, que compaginó con su colaboración en el programa Hora Punta, presentado por Javier Cárdenas, en La 1.

Juan Ibáñez, Trancas en 'El Hormiguero', sujetando dos artículos que vende junto a su hermano en la tienda. Sara Fernández EL ESPAÑOL

–¿Cómo fueron esos proyectos televisivos?

–Pasé un tiempo de desconexión y luego participé en el programa de baile, en el que, durante seis galas me salvó el público de ser eliminado. Quise hacer ese programa porque me gustan los retos y lo que nunca habría pensado era hacer algo así, pero me lo ofrecieron y tuve que decir que sí. En Hora Punta colaboraba algunos días hablando de Bailando con las estrellas: estuve en varias tertulias, hice algún juego con el público, un día llevé gafas de regalo para todos porque tengo una línea de gafas de sol que se llama Hype que está dentro de la marca Clandestine. También saqué una marca de moda con Pilar Rubio que se llamaba Like Father Like Son que se vendía en El Corte Inglés... Muchos proyectos.

Luego hice Vaya crack con Roberto Leal, donde me pidieron que hiciera un efecto a la semana que tuviera que ver con los temas que se trataban. Era un concurso para competir en pruebas de inteligencia y hacía un efecto para presentar algunas. Fue una buena experiencia, pero no acompañó la audiencia.

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–¿Por qué abandonó la televisión?

–Llegó la pandemia, que fue devastadora, y tuve que tomarme una pausa. Antes de volver a televisión quiero hacer una serie de negocios (los caganers y las camisetas frikis entre ellos) y de cosas, aunque me ha llegado alguna oferta. Me gustaría ir de tentador a La isla de las tentaciones, es mi sueño (risas).

Su vida en la actualidad

Tras la vorágine televisiva, Pablo decidió tomarse un tiempo de descanso y volcarse en su faceta como empresario: "Estoy montando negocios junto a mi hermano Juan, después del éxito de los caganers en la calle Mayor de Madrid, hemos montado Friking, una tienda con camisetas, calcetines y funkos frikis que está siendo un éxito en muchos sitios y la calle Arenal se merecía tener una", afirma.

Pablo Ibáñez, 'El Hombre de Negro', en Friking, la tienda que dirige con su hermano Juan en Madrid. Sara Fernández EL ESPAÑOL

–¿Por qué ha elegido este enclave tan céntrico de la capital?

–Frikis hay por todas partes, pero queríamos un sitio emblemático, como hicimos con la otra tienda, con mucha afluencia de gente.

De caganers a camisetas de manga o con ilustraciones divertidas. Vi una tienda Friking y me encantó, llamé al propietario de marca y de la empresa. En un primer momento me dijo que no quería más colaboraciones, pero le convencí y ahora es un amigo de corazón y nos está ayudando mucho.

–¿Cómo es tener un negocio con su hermano Juan?

Juan: Nos organizamos muy bien, él lo hace todo y yo voy a las inauguraciones, las fotos y todo eso… (risas). El trabajo duro lo hace Pablo.

Pablo: Luego, por la noche cuando sale, se chulea.

Juan: Pero es que eso se llama promoción, que también es una parte muy importante del trabajo.

Juan y Pablo Ibáñez, conversando con el periodista de EL ESPAÑOL. Sara Fernández EL ESPAÑOL

–¿Cuál es más friki de los dos?

Juan: Yo tengo más cosas frikis en casa, pero me voy calmando con la edad porque he llegado a tener un Mazinger Z de medio metro, toda la colección de muñecos de Tim Burton de La Melancólica Muerte del Chico Ostra… también he sido muy fan de Freddy Krueger. De pequeño tenía toda la habitación llena con posters de él, máscaras… muy relajante para dormir. Ya con 42 años lo tengo que disimular.

Pablo: Tengo unos cuantos caganers en casa, que ya es bastante friki. Y me llevaré alguna de las figuras de las que tenemos en la tienda para ponerla en casa.

–¿Han montado algún negocio más?

Juan: Monté uno de vapear con Marron y Damián, que por eso fracasó (risas). Me metí en ese mundo cuando dejé de fumar y me dijeron que abriera una tienda. La montamos y nos dimos cuenta de que no puedes desentenderte de tu negocio porque así no funcionan. Hay que ocuparse, por eso le pido ayuda a mi hermano. Pero los tres también tenemos una empresa que se llama Tres calaveras huecas y hacemos mogollón de cosas.

Pablo Ibáñez, observando a su hermano Juan mientras habla con este diario. Sara Fernández EL ESPAÑOL

–¿Cómo os definiríais como hermanos, socios y compañeros de trabajo?

Pablo: Es el mejor hermano que se puede tener porque es una persona cariñosa, muy tierno… da gusto. Como socio, es divertido y como compañero de trabajo, realmente no coincidíamos, no estábamos mano a mano, solo nos veíamos a la hora de la comida o con El Hormiguero en marcha. Realmente no hemos trabajado juntos, sólo estábamos en el mismo programa. Aunque como compañero de trabajo es una maravilla.

Juan: Como hermano es muy bueno, me ha entrenado para la vida. Noto que me quiere muchísimo y eso da autoestima. Como socio va muy bien, no tengo queja porque él se ocupa de todo. Estamos muy ilusionados con la nueva tienda que ha organizado él y ha quedado muy chula. Y como compañero, coincido con él.