Diego Ulloa, el personaje de Miguel Bernardeau en la serie La Última, sueña con ser boxeador profesional. Y para el actor ha sido sencillo meterse en su piel ya que, en su vida personal, el boxeo es uno de sus deportes preferidos que entrena junto a Iván Ruiz Morote, exboxeador profesional con varios títulos en su palmarés.
El preparador madrileño también aparece en la serie de Disney+ trabajando junto al personaje de Bernardeau, y ambos han colaborado mano a mano con otro deportista muy conocido por varios programas de televisión, Jero García, que, tras su paso por Hermano Mayor en Cuatro, colaboró en el entrenamiento del actor para preparar las coreografías de La Última.
EL ESPAÑOL ha charlado con Ruiz Morote para conocer un poco más de su extensa trayectoria profesional, el trabajo que realiza con los chicos de su barrio, La Ventilla, en el Club Deportivo Intacto, donde imparte clases a Bernardeau y a muchos más (entre 35 y 60 euros al mes, aproximadamente), desvelándonos el entrenamiento del intérprete.
[Joaquín Padilla, el criticado cantante de La Ruleta de la Suerte: su cara desconocida fuera de TV]
5 años trabajando juntos
El boca a boca es una de las formas por las que los entrenadores de cualquier deporte consiguen a más y más clientes. Ya le pasó a Jorge Blanco que, tras trabajar con varios jugadores de la liga de hockey profesional en Canadá, terminó boxeando con Chris Hemsworth y Elsa Pataky, que a su vez se lo recomendaron a Pablo Motos, convirtiéndose en el entrenador del presentador.
Algo parecido le ocurrió a Iván Ruiz Morote. El exboxeador abrió su gimnasio hace ocho años, y gracias a un amigo de un amigo, terminó entrenando al actor Miguel Bernardeau (hijo de la actriz Ana Duato), protagonista de la serie La Última, donde da vida a Diego Ulloa, un joven que sueña con ser boxeador y vive una historia de amor con Candela, el personaje de la cantante Aitana Ocaña. Una historia de amor entre Ocaña y Bernardeau que, de hecho, trasciende la ficción.
Gracias a su entrenamiento con Ruiz Morote, el intérprete refleja fielmente en la pantalla los años que ha estado trabajando sus golpes al saco, haciendo sombra o sirviendo como sparring en el cuadrilátero.
–¿Cómo se puso en contacto con usted el actor Miguel Bernardeau?
–Comenzamos a entrenar juntos hace cinco años por hobbie, porque le gustaba este deporte. Me contactó a través de un amigo suyo que conocía mi trabajo, lo trajo al gimnasio y hasta ahora, que nos hemos hecho amigos. Como ya entrenaba todas las semanas, no hemos cambiado nada de la dinámica por grabar la serie.
–¿Cuál es el entrenamiento de Bernardeau?
–Su trabajo es como el de cualquiera de mis alumnos, o incluso mejor porque, al tener clases particulares, lo hace como un profesional: Trabajo de comba, de sombra, calentamiento físico, manoplas, saco, hace de sparring... cada día le toca una cosa diferente. Unos tres o cuatro días a la semana durante hora y media, más o menos, a veces más porque nos entretenemos charlando (risas).
[Jorge Blanco, el boxeador que entrena a Pablo Motos: su método Spaniard para que esté como un toro]
–¿Lo cambió para preparar la serie?
–No, no lo cambió, todo lo que se ve en La Última es lo que hemos entrenado siempre, como mucho, alguna coreografía de movimientos de piernas, pero son cosas que él sabe hacer perfectamente.
Un KO totalmente real
Las escenas de boxeo que los espectadores de Disney+ pueden ver en La Última tienen mucho de verdad. Pero, obviamente, algo de ficción y coreografía. Para ayudar en ese trabajo a Ruiz Morote, el equipo de la serie contó con la colaboración del deportista Jero García, que tiene una gran experiencia en rodajes de televisión.
“Trabajamos todos en equipo porque Jero y yo somos amigos. Mantuvimos el mismo entreno de Miguel que tenía antes de la serie para preparar su papel de Diego incluyéndole algunas coreografías”, comenta el preparador madrileño. El rodaje fue tan fiel a la realidad que en la escena en la que el protagonista pelea con uno de sus rivales y es noqueado, el golpe que recibe Bernardeau es totalmente real:
“Es un KO de verdad. Miguel no se llegó a caer del todo, pero sí que se quedó mareado. No se falseó el golpe, le dio el rival de verdad, que es un boxeador profesional que pesa 90 kilos. Cuando le dieron, Miguel me miró y me dijo: Iván, estoy mareado”, recuerda Ruiz Morote.
–¿Cómo ha sido la evolución de Bernardeau desde que llegó al Club Deportivo Intacto hace cinco años hasta ahora?
–Físicamente se ha puesto muy fuerte, cuando vino no tenía el mismo cuerpo que tiene ahora, ha aumentado de hombro, de pecho, de espalda… Vino siendo muy jovencito y ha madurado en todo. Aparte del boxeo, él hace musculación, pilates… se cuida mucho y trabaja bien el cuerpo porque es una persona muy aplicada para el entrenamiento y para los rodajes, por eso le va tan bien.
–¿Ha visto la serie?
–He visto tres capítulos, me quedan todavía dos. Está bastante bien porque es muy entretenida, aunque es verdad que es para un perfil más juvenil que el mío (risas).
–¿Llega a aparecer también en pantalla?
–Sí, se me ve en el combate principal y entrenando a Diego, que es el personaje de Bernardeau. Poniéndole manoplas, sujetándole el saco… El día del estreno de La última en Disney+ me llamó y escribió un montón de gente, pero estaba trabajando y no me enteré, luego vi el móvil lleno de mensajes. Realmente, el mundo de la televisión no me gusta mucho, aunque ha estado bien la experiencia porque me gusta trabajar con Miguel, con Jero… No obstante, soy más de deporte que de tele.
El boxeo antinervios
Ruiz Morote reconoce que era un chico muy nervioso, hiperactivo y le faltaba actividad diaria, por eso dejó el fútbol para practicar boxeo. A los 17 años, un amigo le recomendó que empezara a entrenar con él en un ring: “Comencé a pelear y a competir hasta el día de hoy. Ya llevo cuatro años sin pelear y me dedico a entrenar a chavales. Eso sí, mi ídolo y referente siempre fue Óscar de la Hoya”.
–¿Cuál ha sido su trayectoria profesional?
–He tenido una carrera corta, 38 combates de los cuales 24 fueron neo profesionales (una categoría puente entre el púgil aficionado y los profesionales), donde tienes el guante un pelín más grande. En amateur fui medalla de bronce en los campeonatos de España y a los 25 años pasé a profesional para disputar al año y medio el campeonato de nacional en el que quedé campeón de peso pluma. Por diversos problemas dejé de boxear un tiempo, pero a mi vuelta disputé cuatro títulos de Europa. También he sido campeón del Mundo Latino en dos ocasiones.
–¿Recuerda de forma especial algún combate?
–Cuando fui campeón del Mundo Latino por segunda vez porque lo conseguí con una mano rota. Solo tenía esa oportunidad y me la jugué. Fue uno de los mejores combates que he hecho por como lo viví, por cómo pasó todo, por la lesión…
–¿Por qué decidió montar el Club Deportivo Intacto y entrenar?
–Mientras competía también entrenaba, lo compaginé desde los 22 años, y monté mi Club Deportivo Intacto (calle de los Jaramagos, 12) hace ocho años en mi barrio, La Ventilla, porque, igual que me ayudaron a mí mis entrenadores con mis problemas de pequeño, quise hacer lo mismo con chicos al enseñarles a boxear. Hice un equipo de competición para que se desestresasen y vieran que había otra opción, que no todo es la calle y la violencia.
–¿Tiene algún boxeador prometedor en el gimnasio que apunte maneras?
–Tengo cinco profesionales, y uno de ellos, Brian Peláez, ha quedado Campeón de España hace unas semanas. Otro chico que empezó conmigo desde muy pequeño, con 15 años, ahora con 23 es profesional y apunta muy buenas maneras de llegar a algo, pero este deporte es muy complicado.
Amor por el boxeo
El madrileño es un enamorado del boxeo, del que ensalza la nobleza que hay en este deporte: “Antes de pelear nos queremos matar y después, nos damos un abrazo sentido. Es un deporte muy limpio, dentro de todo lo que quiere ensuciarlo la gente”, reconoce.
Pero todo tiene un aspecto negativo, y el boxeo no iba a ser menos: “Lo malo, que es muy sacrificado, que en este país no te puedes ganar la vida siendo boxeador y tienes que complementarlo con un trabajo. Pero, si volviera a nacer, intentaría ser boxeador otra vez”.
–¿Qué aporta este deporte al cuerpo y a la mente?
–Depende de las personas, a mí me aportó muchas cosas como saber comportarme con la gente, sociabilizar, hacer amigos… porque me peleaba mucho, era muy chiquitito y en cuanto me decían algo, saltaba. El boxeo me sacó de todo eso. A otras personas les sube la autoestima o les da seguridad en sí mismos. Tengo a muchos chicos que les hacen bullying y a los dos meses de entrenar dan un gran cambio, ya no caminan con la cabeza agachada, no les asustan las cosas, son más decididos porque se ven fuertes. Pero eso no solo te lo da el boxeo, sino cualquier deporte de contacto. Creen en ellos mismos.
–Qué le gusta más: ¿Competir o entrenar?
–Sigo pensando en la competición y voy con mis chicos a las peleas porque es la forma que tengo de vivirlo más de cerca. Siendo boxeador, no cambiaría nada de lo que he vivido por ser entrenador, y eso que me dicen que soy mejor entrenador que boxeador. Aunque fuera el mejor del mundo, si pudiera volver a boxear, lo haría con los ojos cerrados.