Desde cocineras furibundas reventando vitrinas, hasta hosteleros desertores huyendo en tractor con Alberto Chicote como maestro de ceremonias. ‘Pesadilla en la cocina’ es un programa de televisión que, más que mostrar la forma correcta de transformar un restaurante arruinado en un local de éxito, muestra el lado más extraño –a la par que divertid – de la hostelería española, a caballo entre un cuadro surrealista y un sketch de ‘La hora chanante’. Ahora bien, ¿hasta qué punto es real?
El programa, emitido en laSexta y producido por la filial española de la multinacional de contenidos audiovisuales Warner Bros, comenzó sus andaduras en España en 2012, tras avistarse el tremendo éxito de su formato original, ‘Ramsay’s Kitchens Nightmares’, presentado por el reconocido chef Gordon Ramsay desde el año 2004.
En nuestro país, tras empezar a publicarse a través de Nova, canal perteneciente al mismo grupo (Atresmedia) que laSexta, capítulos doblados de la versión original, la dirección del medio decidió, después de comprobar el buen funcionamiento de la versión yanki, encargar un formato para nuestro país.
Fue así como, a finales de 2012, laSexta empezó a emitir el ya mítico ‘Pesadilla en la cocina’ presentado por Alberto Chicote, un formato televisivo que no hace más que acumular impresionantes datos de audiencia que obliga a la cadena a renovar año tras año el programa. De hecho, este jueves, 24 de noviembre, se estrenó nueva temporada, la 8ª ya.
A priori, ‘Pesadilla en la cocina’ es un formato de reality sencillo. En él, un reconocido chef (en la adaptación patria, Alberto Chicote) acude al socorro de restaurantes ruinosos o desestructurados que necesitan la ayuda de un experto para salir adelante. Tras varias duras jornadas de trabajo en las que el cocinero analizaría la cocina y el comedor del local, este crearía un plan de reforma, además de un nuevo menú, que haría que la caja registradora volviera a imprimir tickets como en los buenos tiempos del restaurante. Sin embargo, el desarrollo del programa nunca es exactamente así.
Al igual que en el original ‘Ramsay’s Kitchens Nightmares’, ‘Pesadilla en la cocina’ logra su éxito gracias a una curiosa mezcla de situaciones dantescas, cocinas guarras y jefes déspotas (o, en otras ocasiones, pasotas) que consiguen generar una narrativa de conflicto extraña a la par que entretenida; es decir, consiguen enganchar a su audiencia gracias a las locas situaciones que sus protagonistas, por supuesto azar puro (recordemos que es un reality) generan en el momento en el que están las cámaras.
Todos los conflictos que se han generado a lo largo de los más de noventa episodios emitidos, algunos de ellos estelares, como cuando Chicote tuvo que vomitar por el sabor de la comida o una cocinera, la del mítico Generación del 27, decidió coger una silla y reventar una vitrina de embutidos porque estaba cabreada; han hecho arquear la ceja del gran público, que se ha empezado a preguntar si esas situaciones y esas cocinas hasta la campana de capas de grasa no están preparadas por un equipo de guion.
Sospechas
Lo cierto es que las sospechas de ser un programa guionizado empezaron hace tiempo, en 2018, cuando Roberto de la Rosa, exconcursante del reality y socio del restaurante “El último ágave” denunció, en una entrevista para El Mundo, que el equipo de producción de Chicote había metido un ratón muerto en el lavavajillas del restaurante para darle juego al episodio.
Sea cierta o no la denuncia, la realidad es que muchos de los restaurantes que concursan en el programa acaban cerrando un tiempo después; la mayoría, incluso, más pronto que tarde. De hecho, en Madrid, donde el programa ha grabado varios episodios, solo quedan dos restaurantes participantes abiertos.
“Sí, es verdad, somos de los únicos que sobreviven aquí”, asegura en conversación telefónica con EL ESPAÑOL Riaz, gerente del restaurante indio ‘Sagar’. Este local, ubicado en el barrio de Salamanca, participó en la primera edición del programa, allá por diciembre de 2012.
“Ha pasado ya mucho tiempo, pero todavía hay gente que se acuerda de nosotros gracias al programa. Toda la publicidad es buena”, declara. Cuando se le pregunta si, en su caso, el programa estuvo guionizado de alguna forma, se rie evasivamente y asegura que “cualquier programa tiene que hacerse con un guion, ¿no? Yo creo que nada de lo que sale en el programa lo haría una persona habitualmente”.
Para Riaz, la clave del programa, la ayuda real, está más en la tremenda publicidad que genera, pues despierta la curiosidad, aunque sea para malas, de millones de espectadores, antes que en la reforma, cambio de menú y lavado de cara que el equipo de Chicote hace.
Como se comentaba más arriba, este mismo jueves se empezó a emitir la nueva temporada del reality, está vez con una visita de Chicote a ‘Il fogon della Toscana’, un restaurante italiano ubicado en la localidad catalana de Viladecans.
De hecho, esta primera emisión no se ha librado de críticas y dudas, pues su nuevo propietario ha asegurado públicamente, en palabras recogidas por El Huffpost, que todo fue un montaje televisivo.
“Bueno, bueno”, asegura entre risas José Suárez, un miembro del equipo del restaurante que participó en el programa con el que esta cabecera ha mantenido una conversación telefónica. “No hay un guion, pero… está guiado, podríamos decir. Es imposible aprenderse todo lo que tienes que hacer, así que te van diciendo todo el rato qué tienes que hacer (sic.). La verdad es que estuvo bien, aunque fue muy cansado”.
Cuando se le pregunta a José por Alberto Chicote, vuelve a reírse: “Chicote es un actor. Sabe muy bien qué tiene que hacer en todo momento”, añade antes de finalizar nuestra conversación.
Las palabras de José Suárez, de ‘Il Fogón della Toscana’, contrastan con las de Mónica Zambrano, propietaria de La Madrina, un restaurante que pasó por la séptima temporada del programa: “a mí no me gusta que me manden. Nos mandaba hacer cosas y yo hacía lo que me salía de los cojones”, asegura, también vía telefónica, tras arrebatarle el móvil al chico que coge la llamada de EL ESPAÑOL.
“Yo soy una persona que hace siempre lo que quiere, ¿sabes? A mí no me gusta que nadie me mande, y Chicote siempre me mandaba cosas. Nos decían qué teníamos que hacer, qué teníamos que decir”, asegura, sin atreverse a decir directamente, como el resto de los restaurantes preguntados, si el programa tenía un guion que les obligara a representar ciertas situaciones.
“¿Que qué opino de Chicote? Puf, mira, pues sin comentarios”, asegura con una voz ligeramente grave envuelta por su marcado acento ecuatoriano. “Yo no hago cosas que no quiero hacer, ¿sabes? Esas cosas yo no. ¿Me mandaréis un periódico cuando salga la entrevista, verdad?”.
Warner, la productora del programa, nunca ha aclarado si el reality le proporciona un guion a sus participantes, pero lo cierto es que los pocos restaurantes que quedan abiertos defienden que el equipo de producción intervenía directamente en todas las situaciones.
Durante los próximos jueves, se emitirán en laSexta los episodios de esta nueva temporada. Habrá que ver cómo se desarrollan y valorar cómo de dantescas e imposibles son las nuevas escenas que se emitan.