Érase una vez un periodista venezolano que aterrizó en Madrid con una mano delante y otra detrás, que un día se subió a un escenario con un micrófono abierto y empezó a arrancar carcajadas al público. Érase una vez un tipo que jamás pensó en ganarse la vida contando chistes y que este sábado congrega a 7.000 personas en el Palacio de Vistalegre, con el cartel de “entradas agotadas” en la puerta. Érase una vez George Harris, “tu cómico sudaca favorito”, en sus propias palabras.
El cómico venezolano, de 44 años, aterriza en España con su monólogo Hijo único, un coloquio sobre la educación, la infancia y la juventud de antes y de ahora. Tras actuar en Nueva York, Orlando, Houston, Dallas, Seattle y Toronto, se presentó en Latinoamérica llenando espacios multitudinarios en Montevideo, Bogotá, Lima, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Ahora George vuelve a la ciudad que le vio nacer como monologuista convertido en un referente del humor. Su espectáculo es un viaje de tres horas a la niñez, a los tiempos en que el mayor miedo era tu madre sosteniendo en alto una zapatilla de felpa, cuando revolcarse en el barro no era un problema —al menos, hasta que llegabas a casa—, y cuando tu mayor preocupación eran los deberes del cole.
Antes de celebrar su rueda de prensa en Madrid -que parece más un adelanto del monólogo- EL ESPAÑOL le roba 10 minutos a este cómico que se ha metido en el bolsillo al público hispanoparlante de ambos lados del Atlántico.
P: ¿Cómo te trata Madrid?
R: A mí me gusta mucho Madrid. Tengo una historia con esta ciudad. Yo viví aquí del 2003 al 2005. Aquí fue donde yo empecé a hacer stand up.
P: ¿O sea que el humor empezó aquí?
R: El humor es algo que siempre he tenido, pero descubrí que podía vivir de eso acá. Eso fue una de las cosas que me enseñó Madrid. Yo tenía un amigo que tenía un bar y me dio la oportunidad de empezar a actuar. Ya estaba a punto de regresar a Venezuela y me di cuenta de que era un muy buen comienzo. Me habían ido muy bien esas presentaciones y cuando regreso a mi país empiezo de una manera formal a presentar ante el público. Primero una vez al mes y luego en un bar todos los lunes. Así creé una nueva ola de cómicos que se llamaba ‘Micrófono abierto’ precisamente.
P: Llevas más de una década viviendo en Miami, ¿es correcto?
R: 11 años.
P: ¿Echas de menos Venezuela?
R: Echo de menos la Venezuela en la que me crié, no la que está ahora. Es totalmente diferente.
P: ¿Tienes la esperanza de que las cosas cambien allí?
R: No solo tengo la esperanza, lo deseo de corazón. Ningún país se merece lo que está pasando en Venezuela. Ningún país merece que su población tenga que emigrar a pie a ningún lugar.
P: ¿Crees que el cambio está cerca?
R: No, yo creo que a Maduro todavía le queda oxígeno. De una manera mágica tienen una capacidad de recuperación milagrosa. Siento que le queda tiempo todavía.
P: ¿Qué te parece que, a raíz de la guerra de Ucrania y el corte a las materias primas rusas, muchos dirigentes se hayan vuelto a acercar a Venezuela?
R: Eso le pasó al difunto [Chávez] y le pasa al actual. De alguna manera, el mundo siempre tiene esa oscilación que hace que subamos o bajemos. Al final, siempre recurren al crudo para estabilizar su situación. Ahora Maduro tiene de nuevo ese oxígeno y el mundo occidental hace la vista gorda y dice: `Bueno, me toca otra vez lidiar con este´.
P: ¿Qué te parece que la izquierda esté triunfando masivamente en Latinoamérica?
R: Un peligro terrible. Esta gente te hace perder el sentido de lo que es una cosa y la otra. A nivel teórico eso no es izquierda. Nada de lo que ocurre en Latinoamérica es izquierda. La izquierda atiende a lo social, a lo humano, a las necesidades básicas de la gente. La izquierda siempre se ha relacionado con eso. Es mucho más humanitaria. Esta gente no tiene nada que ver con eso. En Latinoamérica eso no ocurre. Es el título que se dan para ganarse a la población de forma populista, pero yo creo que es una derecha fanática. Buscan meter la mano en las arcas de la gente poderosa, de personas y familias que han trabajado durante años. Esto no solo pasa en Venezuela, pasa en muchos otros sitios. Lo que pasa es que en Venezuela esta mal llamada izquierda ha destruido el país. Hay otra mal llamada izquierda en Latinoamérica que de alguna manera han hecho cositas. alguna autopista, algún hospital, algún puente… Pero eso no ha ocurrido en mi país.
P: Hace tiempo que hay un debate abierto sobre dónde están los límites del humor y de la libertad de expresión. ¿Te sientes menos libre ahora que hace 10 años al hacer un chiste?
R: Ahora estamos frente a una generación muy delicada. Los niños de 16 a 19 años, llamados por muchos la “generación de cristal”. El humor se encuentra en un momento de peligro. Estamos caminando entre bombas antipersona. No te puedes meter con ciertos gustos sexuales, no puedes hablar de ciertas características de las personas porque entonces haces bullying... Estamos caminando en un sendero donde el humor se vuelve peligroso, donde la gente se ofende por cualquier cosa y gracias a las redes tenemos esta cultura de la cancelación. Algo no me gusta y lo mando cancelar con todos mis amigos o mis seguidores.
P: ¿Te ha pasado?
R: Me ha pasado con temas de bullying. Yo sigo tratando esos temas porque creo que el humorista debe arriesgarse y yo no hablo de temas estúpidos. No le puedes caer bien a todo el mundo. Siempre hay alguien dentro de la sala a quien no le gusta lo que dices y que se sintió herido. Hay sectores de la sociedad donde no vas a gustar. En mi caso es un porcentaje muy pequeño. No es la mayoría.
P: Y pese a haber sufrido esta cultura de la cancelación, tienes el Palacio de Vistalegre lleno este sábado. ¿Te lo esperabas?
R: Era un reto. Cuando me lo ofrecieron me dio miedo. Siempre dan miedo estas plazas tan grandes. Siempre da un poco de apuro. por suerte se movió muy rápido la taquilla y me siento muy afortunado de que mi comunidad y los españoles que me conocen hayan llenado este lugar tan especial. Me hace sentir muy comprometido con el show.
P: ¿Qué puede esperar el público de tu show Hijo único?
R: Este trabajo se basa en el reencuentro de muchas cosas. Es el reencuentro de tu niñez con tu época de ahora. Hago muchas comparaciones de lo que estamos viviendo ahora con lo que fue nuestra niñez. Cómo nos educaron, cuáles eran nuestras expectativas, cómo nos veíamos de adultos. Y luego hablo también de muchas tradiciones de crianza. Hablo de muchas historias donde la gente, ya sea de mi país o no, me dice la he transportado a su niñez, a cosas que había olvidado, que ya no estaban presentes.