Mónica Acero-Riesgo llegó a tener los huesos de una mujer de 76 años. Sin embargo, tenía 13. Una densitometría ósea detectó que su anorexia, que ya le había hecho perder diez kilos en una etapa esencial del crecimiento, ponía en peligro su vida. Acabó ingresada en un hospital durante dos meses sometida a un estricto seguimiento médico. Tampoco podía desprenderse del Orfidal. Lo que nadie imaginó, ni siquiera su madre, es que la causa de su severo trastorno de alimentación tuviese su origen en el colegio.
El estrés y la ansiedad estuvieron a punto de costarle la vida. Todo por culpa, según su versión, de los profesores de su colegio británico, el pudiente y elitista British Council de Pozuelo de Alarcón. El mismo que en 2018 saltó a los medios después de que un narcotraficante, confidente de la Guardia Civil y padre de varios niños escolarizados fuese acribillado a tiros en su entrada. En respuesta, la madre de Mónica, Diana Acero-Riesgo, ha interpuesto una querella por delito de acoso y lesiones que ya ha sido admitida a trámite.
Para comprender cómo una alumna popular, estudiosa y nada problemática acabó con su infancia trastocada hace falta remontarse a noviembre de 2021. Adela Ansari (nombre ficticio), una de las mejores amigas de Mónica, había dejado de hablarla. Durante un tiempo se mostró distraída y callada. Se sentía marginada y nadie sabía por qué. De pronto, llegó la triste noticia: Adela Ansari se daba de baja del colegio para irse a un internado en Reino Unido. No quería saber nada del British Council porque ya no se sentía protegida por el centro.
Ahí es cuando Diana Acero, la madre de Mónica, sospechó que algo no iba bien. Llamó a la madre de Ansari y descubrió que la niña llevaba varios meses siendo víctima de bullying por parte de dos de sus antiguas compañeras. Los audios que le enviaban a un grupo creado ad hoc para insultarla, a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, son de una crudeza estremecedora: "A ti todo el mundo que te conoce te odia. No sabes lo que dicen de ti. Estamos hasta los cojones. A ti no te aguanta nadie", sostiene una. "Tú tienes una falta tremenda de neuronas [...] Dabas pena. Bueno, la sigues dando. Así que no me toques los cojones, que llevas unos pelos de rata. Eres mi hija y te los corto de raíz", suelta la otra. Las niñas le habían hecho creer a Ansari, de origen y rasgos indios, que Mónica y el resto de sus amigas la odiaban y estaban contra ella.
Mónica, que nunca había criticado a su mejor amiga, comprendió que Adela Ansari había sido sometida a una gran presión, y como en su colegio tenían un buzón anti bullying y los orientadores les daban decenas de charlas anuales para concienciar contra el acoso escolar, se armó de valor, fue a hablar con sus profesores y denunció el acoso a su amiga. Ansari ya había abandonado el colegio, pero las dos niñas que la habían forzado a irse continuaban en el aula, impunes, empoderadas, y ella quería justicia. "Es muy injusto. Seguían yendo a clase como si nada", confiesa a este diario la pequeña Mónica, quien se ha atrevido a contar su historia de primera mano con la ayuda de su madre.
Diana Acero animó a su hija a que expusiera el caso a sus profesores del colegio británico. Por eso nunca imaginó que la reacción de los docentes del British Council –siempre según su versión– fuera negar la mayor, sostener que el acoso a Ansari era una "riña puntual" y nada de bullying, no quisieran escuchar los audios que demostraban el acoso sistemático de las dos alumnas a la niña y recomendaran a Mónica que lo mejor que podía hacer era "mirar para otro lado" y "hacer las paces" con las presuntas acosadoras. Pero ella se negó, y entonces comenzó la pesadilla.
El acoso de Adela Ansari
Lo que comenzó como un juego de adolescentes acabó en un infierno psicológico. Corría mediados de 2021 cuando Adela Ansari, una niña de 13 años, se coló junto a sus dos amigas, A.N y N.G., en uno de los baños del colegio. El protocolo anti-Covid prohibía que hubiese más de dos personas al mismo tiempo, pero el impulso rebelde era más fuerte que el cumplimiento de las normas. Cuando los profesores las pillaron in fraganti, A.N. y N.G. pidieron a Ansari que se echase la culpa diciendo que tenía la regla y que necesitaba ayuda de sus compañeras. A ella le daba vergüenza hacerlo y se negó. Aquella chiquillada fue el germen de una confrontación que acabaría en un flagrante caso de bullying.
"Vete a Júpiter y a ver si te mueres por el camino". "Eres una puta pringada. Vete a tomar por culo ya". "Vete a que te haga fuck fuck quien te aguante". "Eres una vergüenza y una aberración para la raza humana". "Lárgate a Inglaterra de una puta vez a ver cuánto te dura allí la gente, pringada". "¿Has visto el estropicio que llevas en el pelo? Vienes al colegio sin peinar, con unos pelos que parecen estropajo. Mejor no te digo cómo lo llevabas el año pasado". Son sólo algunos de los mensajes del grupo de WhatsApp que A.N. y N.G. crearon para insultar a Ansari, a la que metían una y otra vez a pesar de que ella lo abandonaba. Así hasta más de 300 mensajes.
"Os vais a llevar bien y ser amiguitas"
"Suerte han tenido esas niñas que no les ha pasado con mi hija", expresa, con rabia contenida, Diana Acero, la madre de Mónica, al hablar de los insultos hacia Adela Ansari. "Cuando lo descubrimos, todos confiamos en que el colegio haría justicia porque es británico, y en Inglaterra por la décima parte de esto te expulsan. Al hijo de una amiga lo echaron cinco días por pelearse en el patio, y este caso de bullying era mucho más grave. Lo que no imaginaba es que derivaría en una persecución contra mi hija".
La impotencia brota de sus ojos. Está deseando contar el caso y no le importa dar la cara. Ya ha puesto una denuncia en la comisaría de Pozuelo de Alarcón, su querella ha sido admitida a trámite y hasta se ha reunido con la consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, las autoridades autonómicas le dijeron que no se podía hacer nada porque el colegio era británico y tenía sus propias normas. "No lo entiendo, ¿acaso es Gibraltar?", pregunta, furiosa, y recuerda que el colegio cerró el caso "en unos días" diciendo que podían hacer "lo que les diera la gana" porque se trataba de un centro independiente.
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En respuesta a las acusaciones, EL ESPAÑOL ha tratado de ponerse en contacto con el British Council hasta en siete ocasiones, pero las personas que atendieron las llamadas emplazaron a la prensa a "más adelante". Una de ellas sostuvo que este es un tema "muy poco alegre". Otra, que el equipo de comunicación del centro estaba reunido y no podía ponerse al teléfono. "Les llamarán más tarde", fue su única respuesta.
Según Diana, los profesores forzaron a Mónica a hacer las paces con las niñas que habían acosado a Ansari. "El colegio monta una reunión y le dicen: 'Hay muy mal ambiente entre vosotras, así que os vais a llevar bien y ser muy amiguitas'. Pero claro, ¿cómo va a ser mi hija compañera de unas niñas que le han hecho esa barbaridad a su otra amiga? Mónica venía a casa muy frustrada. Y yo le decía: 'No se te ocurra hacer de esto un conflicto con ellas, nadie te puede obligar a ser amiga de alguien. Mi consejo es que vayas a la jefa de estudios, le digas que has tenido acceso a los audios y le pidas que esto, por favor, no quede así'".
Mónica obedeció, pero la respuesta del colegio, según expone Diana Acero, fue que el caso denunciado no era lo suficientemente grave. A pesar de los dos meses de acoso y los 17 audios y más de 300 mensajes con contenido claramente vejatorio que recibió Ansari. "No indagaron, no investigaron, no creyeron a la niña, no preguntaron al resto. ¡En un colegio en el que la Policía Nacional va a dar cursillos con el eslogan 'el que lo permite es cómplice'! Y la jefa de estudios va y le dice a Mónica: 'Tú como si nada, sé amiga de estas dos, no ha sido bullying y no es asunto tuyo'. También le dijeron que los audios eran sólo una riña fuera del colegio y que no podían hacer nada".
Mónica, por supuesto, se negó a acatar las normas de sus profesores. No podía olvidar el daño psicológico que le habían hecho a Ansari, que ya ni quería volver a España. "A lo mejor este colegio no es para ti", le espetó a Mónica la jefa de estudios hasta en tres ocasiones, según su versión. Desde finales de marzo y durante todo el mes de abril de 2022, los profesores sacaron a la adolescente de clase para interrogarla. "Ocurrió hasta en 15 ocasiones. En una de ellas la dejaron durante una hora y media en el pasillo sin saber por qué. Cuando se sentaba, alguien llegaba y le decía que se quedase en pie. 'Ahora lo vas a entender todo; ya verás, ya verás', le dijo un profesor al que preguntó".
Según la madre de Mónica, estas llamadas de atención se realizaban "de forma intimidatoria" y a veces hasta "en dos ocasiones por día". "Hubo uno en el que me sacaron en mitad de un examen de francés para interrogarme", explica Mónica. El objetivo del colegio británico era que dejase de dar problemas e hiciese las paces con las niñas que, según los audios y mensajes referidos por este medio, perpetraron el acoso inicial.
Estos interrogatorios y señalamientos se produjeron, a veces, frente tres miembros del colegio al mismo tiempo, entre ellos uno de los profesores, de una complexión "fuerte, alto, que se acercaba mucho al rostro" con una clara actitud amenazante, según las denunciantes. Esto incrementaba la sensación de estrés y ansiedad de una niña de 13 años que tan sólo quería denunciar un caso de bullying. Ante la insistencia de Mónica de acusar a sus antiguas compañeras, el colegio "emprendió una estrategia más agresiva destinada a forzar la expulsión de Mónica", sostiene Diana Acero.
"Nos llamaron para decirnos que Mónica tenía un mal comportamiento, que había 'mirado mal' a una de sus compañeras o que en una clase de educación física les había pasado el balón de forma inapropiada, y que eso podía tener consecuencias graves", explica Acero, indignada. "La acusaron de comportamiento irrespetuoso hacia las acosadoras sin aportar pruebas o testimonio alguno". Para forzarla, siempre según la versión de la madre, el colegio juntaba en algunas actividades a Mónica y a su mejor amiga con las dos niñas acosadoras. Su teoría es que quería que explotara para tener una excusa para echarla del centro.
El colegio llegó a abrir una investigación interna contra Mónica por un supuesto acoso hacia las niñas que habían cometido el acoso escolar contra Ansari. Paradójicamente, el 31 de marzo, Mónica Acero-Riesgo fue expulsada durante un día por decir que sus compañeras eran "acosadoras". Lo dijo tras ser sometida a una encerrona en la que varios profesores le pidieron que explicase qué problema tenía con sus compañeras, previa promesa de que sus declaraciones serían confidenciales. Dos días después llegó la carta de expulsión. El 26 de abril la volvieron a echar durante cuatro días junto a una de sus mejores amigas, S.L. [sus padres también interpusieron una denuncia en comisaría], con el pretexto de haber acosado a la salida del colegio a las niñas que habían cometido bullying contra Ansari. Y lo hizo, según el British Council, acompañada de su madre, Diana, y de uno de los hermanos de Mónica.
"Después de nuestras investigaciones y de unas grabaciones de audio y de vídeo, hemos constatado que su hija Mónica participó junto con otras tres compañeras de su clase en un grave incidente que ocurrió el pasado 21 de abril a la salida del colegio", explica el centro escolar británico en una carta firmada por la responsable del área secundaria. "Lo ocurrido fue que D.ª Diana Acero-Riesgo y su hijo mayor de edad siguieron a otra compañera del curso de Mónica desde la salida del colegio hasta la calle Monzón y, mientras lo hacían, fueron humillándola y amenazándola gravemente. Como saben, su hija, junto con las otras tres compañeras, participaron y también siguieron a su compañera. Informarles que los padres de esa alumna han denunciado estos hechos a la policía".
Diana Acero lo niega. Sostiene que ni ella ni su hija acosaron nunca a nadie, y asegura que la única prueba que aportó el colegio, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, es una fotografía borrosa y pixelada en la que no se puede identificar a ninguna persona. Ambas sanciones se saldaron con el colegio reclamando a Mónica escribir una carta con "reflexiones sobre su comportamiento".
Dos meses ingresada; diez kilos menos
Sin embargo, a quien sí abordaron por la calle fue a Mónica: "Una de las madres de las niñas que acosaron a Ansari la agarró del brazo en la calle y le dijo que su hija lo estaba pasando muy mal, que debían ser amigas y que como no cambiaran las cosas iba a tener que hablar conmigo. Vamos, una amenaza en toda regla. Llamo al colegio y... ¿sabes qué me dicen? Que no pueden hacer nada porque esto ha ocurrido en la calle", explota Diana. Todo esto ocurrió mientras las dos niñas que insultaron y vejaron a Adela Ansari permanecían impunes. "Hoy están crecidas, valientes y orgullosas, presumen de haber echado a Ansari y de apenas haber sido castigadas".
El estrés que padeció Mónica ante la presunta negativa del colegio de escucharla, y la ansiedad derivada de esos interrogatorios, llamadas de atención y expulsiones injustas, derivaron en un trastorno psicológico severo. Al principio sus padres no relacionaron que los problemas originados en el colegio fueran la causa de la pérdida de su trastorno alimentario. Tenía un nudo en el estómago y no quería comer. La situación degeneró hasta que la niña perdió diez kilos. Todo durante una etapa de crecimiento en el que el cuerpo necesita un pleno desarrollo y equilibrio.
Un informe médico del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid remitido por su madre y firmado por una médico psiquiatra, asegura que "como desencadenante del cuadro psicopatológico se identifica una situación de estrés en el centro escolar al que acudía, por lo que se recomienda que la paciente realice los exámenes pendientes del presente curso académico en formato telemático, evitando que tenga que acudir de nuevo al colegio de manera presencial". Hasta tal punto llegó la sensación de impotencia de Mónica. "Yo nunca hice nada", confiesa la niña. "Todo el rato estaba pensando, cuidando lo que hacía para que no me malinterpretaran, que no me persiguieran. No podía descansar", lamenta.
Cuando Diana leyó el informe de Quirónsalud logró entender que la situación vivida por Mónica en las aulas del British Council había sido el detonante de sus graves trastornos psicológicos. El mismo hospital le practicó una densitometría ósea el 20 de abril de 2022 y descubrió que, a sus 13 años, tenía una densidad ósea en la columna vertebral propia de una persona de entre 76 años y 77 años. Hoy aún no puede patinar debido a la fragilidad de sus huesos. Si una amiga la invita de viaje, no puede ir sola. Su madre tiene miedo de que pueda recaer.
El proceso de recuperación, advierten los médicos, es muy lento, pero al menos ya ha cogido peso y está más tranquila en su nuevo colegio. Tras todo el sufrimiento, a Mónica le gustaría transmitir un mensaje: "No hay valores. Nadie se merece el bullying. Yo he sufrido mucho por defender la verdad, pero lo volvería a hacer. Al menos hoy siento un gran alivio al ver que por fin alguien me cree”.
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