A nadie le pilló por sorpresa el nombramiento de Antonio Repullo (Cádiz, 1975) como secretario general del PP andaluz la semana pasada, pero a casi todos que Juanma Moreno creara para él un puesto de coordinador general, el tercero con mayor jerarquía interna, el pasado noviembre, durante el 16 Congreso Regional del partido celebrado en Granada.
Son apenas diez meses en los que "uno de los descubrimientos de Juanma durante la pasada legislatura", según reconocen fuentes cercanas al presidente andaluz, se ha consolidado en el cuadro de mando del PP-A. De delegado de la Junta de Andalucía en Córdoba a número dos del partido después de que, tras ocho años en el cargo, Loles López renunciara para volcarse en su nuevo puesto como consejera de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad.
¿El descubridor de esta figura hasta entonces desconocida? Elías Bendodo, consejero de la Presidencia y estratega de Moreno en la Junta durante su primera legislatura, reclutado en abril como fontanero en jefe de Génova por Alberto Núñez Feijóo por su capacidad para gestionar los cuadros, quien reparó en el "talante, la capacidad y las virtudes para hacer política" de Repullo y recomendó su fichaje.
El presidente andaluz, consciente de las ganas de López de asumir nuevos retos, planteó la Coordinación General como prueba de fuego para el cordobés. "Antonio ha ido conociendo la estructura, forjándose a nivel interno y ahora está preparado para tomar las riendas del partido", acreditan desde San Telmo. Sin cargo institucional en una estructura de gobierno, el criterio de Repullo se tornará fundamental para consolidar el apogeo del PP en Andalucía.
Diseñar las candidaturas en las grandes ciudades de cara a las elecciones municipales de mayo de 2023, su primer objetivo. Ganar las elecciones, la máxima a la que Feijóo supedita la continuidad de los candidatos, el examen final de sus primeros compases. El propósito: que Andalucía ayude con un nuevo aldabonazo electoral a Feijóo para catapultarlo a la Moncloa.
Primer encuentro en Nuevas Generaciones
Retrocedamos unos 25 años. Juanma Moreno se coloca en el mascarón de proa de Nuevas Generaciones a nivel nacional después de presidirlas en Andalucía. Al frente de las juventudes del PP le toca lidiar con uno de los momentos más críticos de la historia del partido: el secuestro y asesinato de uno de sus compañeros a manos de ETA. Miguel Ángel Blanco, concejal en Ermua.
Eran las Nuevas Generaciones que Cuca Gamarra presidía en La Rioja, Jorge Azcón en Aragón, Alejandro Fernández en Cataluña, Raúl de la Hoz en Castilla y León o Santiago Abascal en el País Vasco. Una hornada fértil donde, salvo el último, han alcanzado diferentes cuotas de poder en el partido.
Un mitin en un cine ya desaparecido de Alberto Ruiz-Gallardón y Rafael Merino, primer alcalde del PP en la capital cordobesa, en plena campaña de las elecciones municipales de 1995, fue el primer encuentro directo de Repullo con las siglas. Allí se topó con un conocido, Santiago Cabeza, que lo enroló para la política universitaria y le abrió las puertas de las juventudes del PP.
Repullo era por entonces el joven de la foto, el fenotipo perfecto de los cachorros del PP, un chaval con inclinaciones políticas que estudiaba en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba y que, como tantos otros jóvenes liberales, se fascinó por el proyecto surgido tras el Congreso de Sevilla de 1989 donde José María Aznar refundó el partido. La efeméride con la que Feijóo buscó inspirar su destino el pasado mes de abril.
"Mi presidente regional era Juanma. Yo lo conozco en un debate que se organiza en ETEA [una universidad privada cordobesa fundada por la Compañía de Jesús] y en el que participaban los líderes regionales de cada una de las formaciones políticas. Después nos fuimos a tomar unas cervecillas y estuve hablando con él un rato", narra en conversación con EL ESPAÑOL sobre un encuentro esporádico.
Repullo fue nombrado poco después secretario general de Nuevas Generaciones en Córdoba. Fraguó allí amistades duraderas y un sentimiento de pertenencia, como de conquista, en una tierra tradicionalmente gobernada por el PSOE en Andalucía y por IU en Córdoba. Eso que llamaron el califato rojo de Julio Anguita. Con el hijo mayor de otro califa, el quinto del toreo cordobés, Manuel Benítez 'El Cordobés', estudió en las aulas del Colegio de Fomento Alzahir. Califa, a secas, llama ahora Feijóo a Moreno tras su aplastante victoria electoral del 19-J.
Hay entonces una renuncia de veinteañero que dota de crédito 20 años después: la de rechazar una puerta de entrada adanista al empleo público desde las juventudes del partido, tan común. La joven promesa de la política local renunció a su primer puesto político para labrarse un futuro como abogado. "Tuve oportunidades para vincularme al grupo del Ayuntamiento en Córdoba, empezar en el mundo de la política de una manera más profesional, pero había estudiado una carrera que me gustaba y tenía claro que quería ser abogado", asegura.
Compaginaba entonces su vocación política con su trabajo en un despacho, Bufete Jurídico Garrido, en el que ingresó como becario en tercero de carrera y que acabó dirigiendo. Más de una década de profesión de la que quedan las pavesas de sus expresiones jurídicas. Nunca dejó de lado, sin embargo, su vinculación al partido.
Hasta que en 2012 aceptó la Gerencia del Consorcio de Desarrollo Económico de la Diputación de Córdoba, cargo que ostentó en 2015. Al año siguiente, ya fraguado en la brega institucional, fue nombrado jefe de gabinete del subdelegado del Gobierno, el historiador Juan José Primo Jurado. Una labor que desarrolló durante dos años. En 2018, llegó el momento de asumir la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en Córdoba. Un puesto de responsabilidad tutelado por la Consejería de Presidencia de Bendodo, quien susurró su nombre a líder.
El "cambio sociológico" en Andalucía
Repullo también asocia el vuelco electoral en Andalucía a la capacidad del PP de superar ciertos sambenitos. Un partido ya sin estigmas en una tierra que ha pasado de la chaqueta de pana a la calavera de Scalpers, la marca de moda entre cierta clase acomodada con la que Juanma Moreno y su plana mayor hicieron campaña. Algo impensable hace tan sólo unos años, cuando la foto de Javier Arenas con el limpiabotas significaba para el PSOE un cartel electoral más.
"Eso eran estereotipos que salían de las sedes del Partido Socialista, no eran reales", ataja Repullo. "Yo me he tirado toda mi vida en el PP y había de todo", defiende. "El poder del PSOE, su capacidad de comunicación, conseguía montar una estrategia de tan sólo una foto. Había gente que según esos estereotipos nunca podía estar en el PP ni ser candidato ni militante".
La principal diferencia de una y otra victoria electoral, la insuficiente de 2012 y la absoluta de 2022, la explicó el propio Javier Arenas en una conversación informal con periodistas en el Senado la semana después del 19-J: "Lo importante son los porcentajes: la derecha tuvo el 41% de los votos en 2012 y ahora, entre PP, Vox y Ciudadanos, un 59%".
A ese "cambio sociológico" liga Repullo el éxito del PP en Andalucía. "Todo suma: no somos los mismos que hace unos años. Han pasado una serie de circunstancias que han provocado que hayamos cambiado, las crisis, la pandemia. Un joven de 20 años seguramente no se pregunta si es de izquierdas ni de derechas, sino si algo le gusta o no. Importa hacer las cosas bien, ser normal y cercano: como Juanma Moreno".
Ahora corren tiempos ilusionantes en el PP de Andalucía, una demarcación antaño maldita para la derecha, incapaz de gobernar en una tierra siempre dominada por el puño y la rosa. Por esa 'paradoja de la satisfacción' que, según desgranó el sociólogo del entorno socialista Manuel Pérez Yruela, generaba en una población históricamente agraviada un sentimiento de agradecimiento por las conquistas sociales de la democracia.
La llamada de Juanma
El flamante secretario general del PP andaluz guarda con afecto la manera que tuvo Juanma Moreno de reclutarlo. "Recibí una llamada del presidente absolutamente inesperada", evoca. Era noviembre de 2021, tan sólo unos días antes del citado Congreso Regional que lo revalorizó. "Estaba en mi Delegación del Gobierno, matándome a trabajar, con mil historias pendientes. No me podía imaginar que me propusiera como coordinador general".
De aquel telefonazo destaca la "humanidad" que le demostró el presidente de la Junta tras llamarlo a filas. "Lo primero que me dijo fue piénsatelo. No me vayas a decir ni que sí ni que no ahora. Vas a renunciar a muchas cosas: sobre todo a la familia. Me sorprendió que se preocupara por mí, por mi mujer y por mis hijos antes que por la decisión que quería. Me llamó mucho la atención".
Para su segundo ascenso, hace apenas unas semanas, ya tan sólo tuvo que andar los metros que separan uno y otro despacho en el cuartel general de los populares andaluces, en la sevillana calle de San Fernando. "Ahora podemos hacer un análisis a toro pasado y pensar que la estrategia que podía tener el presidente en ese momento en la cabeza era esa", reconoce.
El talante moderado de Repullo, un perfil técnico alejado de postulados extremos, el de un hombre que abraza el concepto de "gestión" tan asociado a las siglas, casa con el discurso aglutinador que lleva a gala el presidente de la Junta. "Mi ideología está siempre en el centroderecha, más pegado al centro que a la derecha. Como el PP: moderado y liberal, que se define en el trato y la responsabilidad de estar encima de los problemas de las personas".