Uno de los fogones de la cocina está encendido a todo trapo para preparar un hervido, pero ella está segura de que la comida no le sabrá bien porque la vida se ha tornado más amarga que la hiel desde que su hijo, Juan, al volante de un camión, supuestamente protagonizó el atropello múltiple de los asistentes a una barbacoa en el Club de Hielo de Kom. Este siniestro vial ha conmocionado a Holanda porque han muerto seis personas, una de ellas, una mujer embarazada de ocho meses.
"¿Por qué ha querido el Señor que mi hijo, por evitar un accidente con una furgoneta, atropellase a todas esas personas?", se pregunta atormentada, y llorando sin consuelo, la madre del chófer de la compañía El Mosca, al que un juzgado de Róterdam envió a prisión este 30 de agosto. Juan permanecerá dos semanas en la cárcel, a la espera de que se conozcan los resultados de los análisis de sangre a los que fue sometido para dilucidar si conducía bajo los efectos del alcohol, las drogas o algún medicamento.
[Un juzgado holandés manda a prisión al chófer español del atropello mortal de seis personas]
Esta vecina de Caravaca de la Cruz está desolada ante el trance judicial al que se enfrenta su hijo y accede a atender a EL ESPAÑOL con la condición de no desvelar su nombre, poder solicitar al Gobierno que medie con las autoridades holandesas para que pongan a Juan en libertad con cargos y acabar con los bulos que circulan alrededor de una tragedia que pasará a la historia del transporte por carretera. "¡Solo quiero que paren los bulos!", clama en la cocina de su casa, cuando el reloj se encamina a las doce del mediodía de este lunes.
"Es mentira eso que están especulando de que mi hijo los atropelló porque es un terrorista", remarca esta mujer, muy dolida por los comentarios de todo tipo que circularon por las redes sociales, este sábado 27 de agosto, después de que el tráiler que conducía Juan se precipitase a un dique y atravesara como un obús las carpas de la barbacoa del Club de Hielo de Kom. Allí hacían cola cien vecinos de la aldea holandesa de Zuidzijde, que se convirtieron en los protagonistas involuntarios de un atropello múltiple.
"¡Es falso que sea un terrorista!", insiste la mujer entre lágrimas. Su hijo, Juan C. S., de 45 años, solo es un devoto radical de dos cosas. La primera: la Cruz de Caravaca, que alberga un trozo del lignum crucis en el santuario de la Vera Cruz. Y la segunda: las Fiestas de los Caballos del Vino, declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y que han situado en el mapa mundial del turismo a esta localidad del noroeste de la Región de Murcia.
De hecho, algunos fotógrafos que en mayo cubren estos festejos confirman que Juan es un miembro activo de la Peña Baezano: "En varias ocasiones ha presentado el caballo de su peña en la Plaza de El Hoyo".
Esa implicación festera también ha llevado a Juan a darlo todo esprintando por la empinada cuesta del castillo de Caravaca de la Cruz, vestido de blanco, con pañuelo y faja de color rojo, agarrado con fuerza a las ramaleras de un equino para tratar de ganar la mítica Carrera de los Caballos del Vino. "Lleva toda la vida participando en las fiestas: es una tradición familiar".
A este profesional del transporte también le viene de sus padres la pasión que siente por los corceles y por salir a trotar con ellos por el campo. El padre de Juan sufre una discapacidad en el brazo, pero eso no le impidió enseñarle a sus tres hijos a trabajar duro en el bar que regentaba junto a su esposa, en el Barrio del Progreso, y a cuidar a los caballos y a los burros que tenía en una parcela con un huerto donde plantaba patatas…
Juan siguió el ejemplo de su padre y ha sido un currante desde que salió del instituto San Juan de la Cruz. Cuando se casó en marzo de 2020 siempre trató de aportar un buen salario a la economía familiar. Su prioridad era su hija, de dos añitos, diagnosticada de autismo. "Mi hijo ha sido camionero internacional en varias empresas y yo siempre le decía lo mismo: 'Hijo, quédate en España, haz transporte nacional', pero él no quería, siempre pensaba en que no le faltara de nada a su familia".
El salario es mayor en las rutas por el extranjero y este chófer caravaqueño se decantó por esa opción, a pesar de que tenía que hacer largas estancias fuera del domicilio familiar. De modo que se echó a la carretera con El Mosca: una compañía experta en el transporte de mercancías por tierra, mar y aire, ubicada en el municipio murciano de Molina de Segura.
La última llamada
Este viernes, 26 de agosto, Juan llamó a su madre por última vez. "Me telefoneó desde un área de servicio en Holanda, estaba haciendo sus horas de descanso y se encontraba estupendamente bien". A esta mujer que pinta canas se le vino el mundo encima el sábado, cuando su nuera le informó de que su hijo había sido detenido por la Policía de Róterdam, por un atropello múltiple, en el que habían muerto seis personas y otras siete habían sido trasladadas en estado grave a un hospital.
Hoy por hoy, el cabeza de familia todavía cuenta con unos terrenos a la entrada de la localidad y desde aquel sábado se han convertido en su refugio para no darle vueltas a la cabeza. "Mi marido tiene la tensión por las nubes", apunta esta señora, ataviada con un vestido, típico huertano, con el que ella hace las labores de la casa, intentando desconectar en vano del difícil horizonte judicial al que se enfrenta Juan. "Las personas que sean padres o madres, si tienen sentimientos, que se pongan en nuestro lugar porque yo no sé nada de mi hijo".
Cuando el juzgado de Róterdam envió a prisión a Juan, el miércoles 30 de agosto, debido a que no tiene arraigo en Holanda y existe riesgo de fuga, Mark van der Wel, portavoz del Ministerio Público, informó a este diario que durante las dos semanas que el chófer permanecería entre rejas solo podría comunicarse con su abogado. Tal medida mantiene en vilo a la familia de este conductor caravaqueño.
"No sé nada de mi hijo desde el viernes, un día antes del accidente", tal y como remarca esta mujer, con el objetivo de pedir ayuda al Gobierno español para que medie con las autoridades holandesas a través de la embajada en Ámsterdam. "Lo único que me importa es saber algo de mi hijo: una triste llamada y escuchar su voz".
"Necesito que vuelva a España"
"Necesito que mi hijo vuelva a España para abrazarlo", repite con insistencia la madre del chófer, al tiempo que deja claro que lo único que quiere es que Juan quede en libertad con cargos para reunirse con su familia y preparar su defensa, mientras que afronta psicológicamente el tonelaje de semejante tragedia vial.
"Quiero que se aclare la verdad y si mi hijo es culpable, si tiene que pagar, que pague, aunque no creo que lo sea". El nudo en la garganta con el que esta mujer convive a diario, no le impide hablar con claridad ante la próxima comparecencia que Juan protagonizará en la corte de Róterdam, para dilucidar si es puesto en libertad con cargos o se prorroga la medida de prisión provisional.
"Cada vez que hablo con la mujer de mi hijo, empeoro el tema, y nos venimos las dos abajo. Estamos exactamente igual: echas una mierda", afirma sin paños calientes, mientras echa un ojo al hervido, aunque admite que cada día cocina sin tener hambre y cada noche se acuesta sabiendo que no dormirá porque su hijo, el trabajador, el padre de familia, el peñista de los Caballos del Vino, el vecino de Caravaca que hasta ahora no tenía antecedentes, se encuentra compartiendo rutina con delincuentes. "No sabemos absolutamente nada de él, excepto que está en prisión".
Esta mujer defiende de forma categórica la misma versión que El Mosca ha ofrecido hasta ahora sobre el atropello múltiple. La versión de la compañía se resume en que Juan, el sábado 27 de agosto, circulaba con un camión frigorífico de camino a una población pegada a la aldea de Zuidzijde, con el objetivo de recoger un cargamento de productos agrícolas. En su camino se cruzó una furgoneta y el chófer caravaqueño evitó la colisión, con la mala fortuna de que se empotró en el dique donde se celebraba la barbacoa del Club de Hielo de Kom.
"Conozco a mi hijo y sé que se salió de la carretera para evitar un accidente de tráfico", tal y como afirma la madre de Juan, sin mostrar una sola duda. "¿Por qué ha querido el Señor que mi hijo, por evitar un accidente, atropellase a esas personas?"
Mark van der Wel, oficial de prensa del Ministerio Público de Róterdam, a preguntas de EL ESPAÑOL, no se pronuncia sobre las causas que provocaron el atropello múltiple. Tampoco confirma si los análisis de sangre del chófer han dado negativo o positivo en alcohol, drogas o algún medicamento. Tan solo repite una frase: "La investigación está en marcha". Y aclara que de los siete heridos graves, solo una persona continúa hospitalizada.
En Caravaca de la Cruz, los vecinos del conductor piden su puesta en libertad con cargos. "Toda esa familia son buena gente, unos currantes, y Juan nunca ha hecho nada malo, solo ha trabajado en la obra, en la empresa de estructuras de su hermano, con el camión, ayudando a su padre con los animales...", argumenta el dueño de una tienda de reprografía. "Si iba bien con el camión y no iba drogado, debería regresar a su país para preparar el juicio: la prisión está para los delincuentes y Juan no lo es porque ha sufrido un accidente de tráfico con fallecidos".
Lo mismo opina un empresario de la localidad que regenta una empresa de autocares: "Le conozco desde crío, es buena gente, y me parece mal que esté en la cárcel, cualquier persona puede tener un accidente conduciendo, y Juan no fue a matarlos con una escopeta, fue un accidente de tráfico".
Próximamente, un juzgado de Róterdam decidirá si sale de la cárcel este conductor cuarentón, con amplia experiencia en rutas internacionales, y un expediente laboral inmaculado en El Mosca hasta que el sábado 27 de agosto lo tiñó de sangre. Entretanto, la madre de Juan C. S. sigue contando las horas para conocer el desenlace, sin olvidar ni un minuto a los fallecidos en el atropello múltiple.
- ¿Qué le diría a los familiares de las seis víctimas mortales?
- Madre del chófer: No tengo palabras de consuelo para decirles lo que siento. Las palabras de ánimo, no les sirven, y las de consuelo, menos todavía. En circunstancias así, ni hay disculpas, ni hay palabras de consuelo que arreglen la pérdida que han sufrido esas familias. Eso no lo puede arreglar nadie. Solo el paso del tiempo puede curar esas heridas tan grandes. En estas circunstancias hubiese preferido enterrar a mi hijo.