La okupación en la Región de Murcia no ha hecho más que aumentar en los últimos años. De hecho, solo en el primer trimestre de este año se registraron más de 200 denuncias. Ahora tres vecinos de la pedanía murciana de El Esparragal parecen haberse cansado de este problema y han decidido pasar a la acción: han forzado la puerta de la vivienda okupada y, armados con varias barras de hierro y objetos punzantes, se han enfrentado a los okupas.
Los hechos han tenido lugar en la urbanización Los Ángeles, una zona de chalés cercana a Montepinar, en El Esparragal. En el vídeo que ha circulado este martes por redes sociales puede verse cómo los tres hombres, uno de ellos armado con una barra roja de grandes dimensiones, hacen varios intentos de entrar hasta que finalmente lo consiguen a través de la puerta del garaje.
Dentro se encontraba una familia de, aproximadamente, media docena de personas, entre ellos algunos niños. Estaban descansando en el jardín del vestíbulo de entrada, mientras otros se bañaban tranquilamente en la piscina, cuando se encontraron con la inesperada visita. "¡Vamos! ¡Fuera! ¡Que no se os ocurra volver!", se oye que les grita el supuesto dueño de la casa.
La gente toma la justicia por su mano
Los tres hombres comienzan a agujerear los numerosos cubos de agua que tenían los okupas y a golpear las sillas típicas de terraza de bar donde estaban sentados al calor del sol. Fue entonces cuando los okupas, visiblemente asustados y a quienes no se les ve oponer ningún tipo de resistencia violenta, recularon, se levantaron de sus asientos y salieron de la piscina.
Eso sí, en el vídeo puede apreciarse a los okupas defendiéndose, ya que gritan que "la casa es del banco", algo que negó uno de los hombres que acababan de entrar: "La casa es mía, que estoy pagando una hipoteca de 350.000 euros desde hace un año", recoge La Verdad de Murcia.
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El vídeo acaba sin que la violencia latente termine de explotar en consecuencias físicas para los protagonistas del suceso. Eso sí, parece que los okupas finalmente decidieron abandonar la vivienda antes de que ocurriese alguna desgracia.