Abel Caballero (Ponteareas, Pontevedra, 1946) es el alcalde más famoso de España. Es uno de los pocos entrevistados que cuando tu círculo sabe que vas a hablar con él genera un aluvión de peticiones. “Hazte un selfie”. “Que me mande una nota de voz diciendo que me mejore”. Caballero mueve masas. También es el hombre que ha logrado que en pleno inicio de agosto –mientras sufrimos la enésima ola de calor de este verano– que estemos hablando de la Navidad.
En un mundo paralelo, Caballero sería el entregado alcalde en una de esas pelis de tarde en las que los protagonistas deben salvar las fiestas. En la vida real, Caballero es el alcalde de la ciudad más poblada de Galicia, Vigo, y un genio político –fans y enemigos coinciden en ello– con una agenda apretada -de ahí que la entrevista pueda considerarse un milagro-.
Pocos días después de dar el pistoletazo de salida a la instalación del alumbrado, nos espera en su despacho en una tarde calurosa –27 grados marca un termómetro a la sombra, 35 uno a pleno sol– para hablar de iluminación navideña. Nos recibe sin corbata –una, por cierto, de las recomendaciones en la lucha por el ahorro energético– y sin aire acondicionado. Nunca lo pone, me comenta luego. Unos estores cubren parte de los gigantescos ventanales de su despacho para dar sombra, aunque así se vean peor las islas Cíes recortándose al fondo de la ría. Es una vista eminentemente veraniega, pero aquí hemos venido a hablar de otra cosa.
¿Es necesario empezar a poner tan pronto las luces? El alcalde asegura a EL ESPAÑOL que es “imprescindible, porque hay que montar 400 calles con 25 trabajadores”. En agosto, explica, “tienden los cables. A partir de septiembre van colocando los adornos y los motivos, pero necesitan esos tres-cuatro meses”. “Si nosotros montamos 3.500 adornos, son 3.500 cables que hay que tender”, apunta.
Fuera de Vigo, se piensa que la ciudad se está llenando ya de estrellas y bolas, pero el proceso es más largo. En Príncipe –la calle central en la que Caballero inauguró la instalación– no hay luces. A día de hoy, es imposible encontrarse con alguno de los operarios de Iluminaciones Ximénez -empresa que se dedica al montaje- por los rincones de Vigo.
¿Cuánto gasta?
Pero dejando las calurosas calles viguesas y volviendo al nada refrigerado despacho de Caballero, el quid de la cuestión es, más allá de cuándo empieza, cuánto se va a gastar en esto. El alcalde explica que el contrato de las luces se cierra tres años antes y el año previo se escoge qué irá en las calles. “Los contratos siempre permiten un margen de variación.
Este año podríamos haber aumentado y decidimos quedarnos en 11 millones de luces”, cuenta, recordando que son LED y “consumen poco”. “Y como ya vas a entrar en ello ya me adelanto: el consumo de las luces LED es prácticamente cero”, apunta antes de entrar en materia.
- Pero no es cero, cero.
- La energía sin coste no existe. Sería un milagro de la naturaleza. Pero es casi cero. Escucho con frecuencia “mucha iluminación, mucho consumo”. Pues vamos a explicarlo: es menos que un campo de fútbol en su uso normal en el mes de enero para 30.000 espectadores, que son dos partidos y dos entrenamientos. Es menos del 0,5% del consumo anual de Vigo.
- Aun así, dos partidos, dos entrenamientos, es mucho consumo.
- Entonces que la gente que quiere que la Navidad de Vigo sea de otra forma que se lo diga a todos los partidos de fútbol que se juegan. Por cierto, ¡que a nadie se le ocurra decirlo que a mí me gusta el fútbol! No, es muy poquito. En términos de dinero, toda la iluminación de Vigo del año pasado costó 30.000 euros. Y hay algo más todavía: toda nuestra electricidad pública es renovable. Por tanto, contaminación cero. Y la Navidad en Vigo da un retorno de cientos, cientos de millones de euros.
- Sí, de eso quería hablar más en profundidad, pero siguiendo con el tema del ahorro energético. Más allá de las cifras, que entiendo que es bajo…
- … no es bastante bajo. Es que es casi cero. Nosotros pagamos de luz eléctrica en Vigo 6 millones de euros. Esto son 30.000.
- Pero lo que quería preguntar es por las ópticas, por cómo se ven las cosas. Más allá de que el consumo sea bajo, el hecho de que la noticia del montaje de las luces coincidiese con el anuncio del plan de ahorro energético…
- El año pasado debió ser el 4 de agosto. Este fue dos días antes, porque cuadraba. Era el día que teníamos previsto. No iba a tener a 25 trabajadores mirando para el aire. Soy muy transparente y quiero contarlo. Si no, criticaríais: “Empieza a montar a escondidas para que no se sepa”. Lo hicimos como siempre. Es la lógica de las cosas. Fue un buen ejemplo, porque había quien decía que no lo iba a cumplir [el ahorro energético]. Pero yo lo cumplo multiplicado por dos. El gobierno dice que hay que bajar un 7% el consumo. Yo lo bajaré un 14 y medio, porque voy a cortar el tiempo de encendido una hora al día.
- ¿Con eso ya se logra un recorte tan importante?
- Te digo: en vez de encender a las 18 vamos a encender a las 18.30 y en vez de apagar a la 1 vamos a apagar a las 00.30. Una hora de siete sale el 14,5%. Si fuera preciso más, recorto más. Si el Gobierno de España en septiembre me dice a ver hay que seguir ahorrando, recorto más.
- ¿Qué pasa si este invierno hay que apretar más el cinturón y apagar más luces todos?
- Recortaré lo que me digan. Pero ten en cuenta otra cosa más y es que esto es economía también. La Navidad de Vigo es una industria económicamente poderosísima, miles y miles de empleos. Cuánto retorno ya no lo cuento por millones de euros, sino por cientos y cientos. Seguramente, muy por encima de los 500 millones de euros.
- Ayuso se ha quejado...
- Yo no la seguí así que no te puedo dar mi opinión. Creo que el Gobierno hizo un buen plan –es el inicio, en septiembre dirá más cosas– y que acierta de pleno en ese planteamiento.
El maná del cielo navideño
Volviendo al tema principal, año tras año, el del beneficio económico es uno de los grandes argumentos sobre qué convierte a la Navidad en un éxito. El ayuntamiento siempre habla de las avalanchas de turistas y de cómo los hoteles de la ciudad se llenan. Cierto es, los porcentajes de ocupación son muy elevados, encontrar mesa en un restaurante sin reserva un imposible y lograr billete a o desde Vigo en un tren de media distancia una pesadilla.
Pero, hablando de cifras, ¿cuánto supone para Vigo? “Dos millones de visitantes de fuera de Vigo medidos por teléfonos. Una ciudad que tenía cero turismo: 2.200.000 de fuera de Vigo”, reconoce, señalando que la prensa local publica estos días que algunos fines de semana de Navidad ya hay reservas completas.
- ¿Pero en conversión en datos económicos? Porque, por ejemplo, en Santiago hace unos años las grandes masas de turistas no salían muy a cuenta.
- Aquí llenan los hoteles, los restaurantes, las cafeterías… Te voy a contar una anécdota, las panaderías agotan el pan y no son capaces de producir el que se consume. Esto es un boom. Llenamos los hoteles de toda la provincia. Son miles y miles de empleos. Vigo dio la vuelta al mundo. De la Navidad de Vigo habla todo este planeta. Te pueden hablar en California, en Nueva York, en París. El otro día una chica me decía “vengo de Jordania, alcalde. Cuando entregué el pasaporte me dijeron ah, Vigo, la ciudad de las luces”. Otro chico me decía “vengo de Bali”. Bali está en la otra parte del planeta. “Cuando entregué el pasaporte me dijeron the city of the lights”.
- Aun así, una persona que trabaja en una tienda en el centro me comentaba que no les resulta tan rentable, porque los turistas no compran aquí sus regalos.
- El otro día fue en el avión con una señora que tiene una boutique de ropa. Me dijo “alcalde, arranca antes. Me llenas el comercio”. Basta con verlo. Si vienen 2.200.000 turistas… ¿Tú donde viste reservas de hoteles llenando todas las plazas de una ciudad cinco meses antes?
- ¿Las críticas vienen más de fuera que de dentro?
- La ciudad está encantada, a los hechos me remito.
- Una persona de Vigo cuando supo que iba a venir aquí la queja que tenía era que en su calle no se ponían luces.
- Exactamente esa es la queja. Ponemos 400 calles. Tenemos peticiones para 400 calles más. No es posible. La queja en Vigo es “alcalde a mí no me pones luces en mi calle”.
Caballero dice que detecta “si me dejas que te lo diga, un cierto tic antiNavidad” en algunas personas, defendiendo que “la Navidad es maravillosamente bien recibida en general. Yo estoy encantado con que a Vigo se le asocie con la Navidad. Es una imagen amable”. Aun así, cifras exactas de conversión no da.
Fuera, los vendedores no están tan contentos con lo que supone la Navidad. Ni ellos en concreto ni sus conocidos de los comercios de la zona centro. Algunos, dicen, en conversación con EL ESPAÑOL, que cierran los sábados de diciembre la puerta porque sólo ven pasar "bombilleros" por sus puertas.
“Si la idea es buenísima, pero se le fue de las manos. Ahora es un circo”, reconocen algunos comerciantes. Si fuese tan rentable, apunta, ningún negocio protestaría. Las Navidades pasadas ya lo estaban haciendo. También lo hicieron los vecinos de algunas calles céntricas en las que se instalan atracciones de todo tipo, porque viven sometidos a horas y horas de ruido y la movilidad se complica. Sus quejas quedan sepultadas entre el ruido de los fans –Caballero sí tiene razón cuando señala que la Navidad de Vigo tiene muchos entusiastas adeptos– y tampoco piensan en ellas los demás ayuntamientos que han visto el tirón del modelo Vigo.
- Volviendo a la Navidad [y retornando a la conversación con Caballero], ¿no os da miedo desde el ayuntamiento haber dado el pistoletazo de salida a una guerra navideña?
- Todo el mundo pone luces en Navidad. Cada uno puede hacer lo que quiera. Este es un país libre. Pero la mejor Navidad de este planeta se hace en Vigo y todo el mundo lo sabe. A veces hay ideas que flotan en el ambiente y el que las coja gana. Y fuimos nosotros quién cogió esta idea. Hay una demanda de ocio muy importante que nosotros ocupamos. En marca ciudad estamos entre las cinco mejores ciudades de España en marca ciudad a nivel internacional.
- ¿Más que Santiago?
- Infinitamente más que Santiago. Son Madrid, Barcelona, Valencia, Vigo y Bilbao. Santiago es maravilloso, pero quien trascendió a Bali es Vigo. Es un estudio que hizo una universidad, no es que lo esté inventando yo.