La estampa es la que sigue. Son las siete y media de la tarde en la Casa de la Cultura de Majadahonda, 17 de febrero de 2011. El periodista Gonzalo Miró sube al escenario, levanta la mano y, con ella, levanta a cerca de 400 militantes del PSOE madrileño. Dos de ellos, en la primera fila, acaparan todos los focos: el expresidente del Gobierno Felipe González y el exministro Javier Solana, sonrientes, cálidos, a gusto. Uno a la izquierda, el otro a la derecha, escudan a un joven socialista que acaba de entrar en la treintena y que, rodeado de tanto nombre, no tiene más intenciones que presentarse a alcalde de su ciudad.
Aunque no lo consiguió, aquellas elecciones no fueron el final. Hoy por hoy, más de 10 años después de su primera intentona política, el socialista Borja Cabezón (Madrid, 1980) ha sido elegido para un puesto desconocido, el de (cojan aire) embajador en Misión Especial para la Crisis Internacional de la Covid-19 y la Salud Global. Hasta ahora, todo este tiempo ha seguido pasando relativamente desapercibido entre los grandes titulares, el boato de los medios de comunicación y las conversaciones a pie de calle, pero ha estado presente en gran parte de la historia reciente de España. Al menos, como actor secundario.
El camino no ha sido fácil. En diciembre de 2020, Cabezón dejó su escaño en la Asamblea de Madrid para optar a la dirección de la Casa de América, pero fue vetado por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Ya fuera de la política, actualmente se desempeñaba como director general adjunto y de desarrollo de negocio de una empresa solar fotovoltaica con presencia en España y América Latina. Ahora ha vuelto como “embajador Covid”, una especie de puesto honorífico encargado de coordinar los suministros de vacunas y respuestas a la pandemia en terceros países. Sus mayores valedores: sus contactos y la experiencia internacional.
El nexo de todos
Primero, una lista: es licenciado en Políticas en la Complutense, ha pasado por ONU, las Cumbres Iberoamericanas, la Comisión Europea, la Embajada de Estados Unidos en España, ha sido director general de Asuntos Nacionales en el Gabinete de la Presidencia del Gobierno, secretario General del PSOE Majadahonda, secretario de Política Internacional del PSOE de Madrid y miembro de la Comisión Gestora PSM-PSOE en 2015. Ese es el currículum político pero, como suele ocurrir, lo importante está detrás de él.
Lo que no explican las biografías ni las notas de prensa es que Cabezón es el nexo de unión que conecta todas las vías del socialismo en España, desde la vieja guardia de Felipe González hasta los nuevos vientos de Pedro Sánchez. Él fue, de hecho, quien propició el famoso reencuentro entre ambos durante el Congreso de Valencia, cuando sanchismo y felipismo se abrazaron de nuevo tras años de disputa interna. Detrás, entre el público, estaba siempre él, fuera de los focos.
Cabezón mantiene una estrecha relación con el primer presidente socialista a través de su ahijado, Gonzalo Miró, amigo de la infancia y vecino de Majadahonda. A raíz de su confianza con González, Cabezón ha estado siempre alineado con la vieja guardia del PSOE, desde Javier Solana hasta Alfredo Pérez Rubalcaba, pero sin quitar la vista de los nuevos tiempos. También le respalda Enrique Iglesias, que desempeñó el cargo de presidente del Banco Interamericano de Desarrollo. En los últimos tiempos, su nombramiento como asesor del presidente fue promovido por el propio Iván Redondo, entonces jefe de gabinete de Sánchez, es otro de sus amigos cercanos.
Sólo a partir de estas amistades se explica que Cabezón no fuera, precisamente, ‘descabezado’ durante la crisis del PSOE en 2017, cuando Pedro Sánchez se hizo con la secretaría general del partido. Entonces, Cabezón siguió el ejemplo de sus mayores y fue un destacado dirigente próximo a Susana Díaz y a la gestora del partido que provocó la primera dimisión de Sánchez el año anterior.
Costó perdonarle, pero poco a poco se ha vuelto a ganar la confianza del presidente. En 2018 asesoró a Sánchez durante los meses posteriores a la moción de censura y, al año siguiente, pasó la prueba de fuego como director de campaña de Ángel Gabilondo en las elecciones autonómicas de Madrid. Luego llegó el fracaso de su elección en la Casa de América. Ahora, su regreso. En realidad nunca se fue.