A los 18 años Álvaro Silberstein tuvo un accidente de coche y sufrió una lesión cervical a nivel C5. Desde entonces va en silla de ruedas. "Tenía un sueño, ir al destino turístico más visitado y famoso de Chile, mi país: las Torres del Paine, en la región de La Patagonia". Se imaginaba disfrutando del precioso lago, de las montañas, de una naturaleza expandida. Solo en su cabeza, porque lo veía imposible.
Pese a las dificultades, con Camilo Navarro y otros amigos trataron de dar un pequeño paso: trazar una ruta. "No había información de accesibilidad. Hablamos con trabajadores de allí y únicamente nos decían que estábamos locos y que jamás se habían topado con algo semejante".
A ellos les dio igual. Compraron una silla especial de trekking, lo planearon y Álvaro pasó a ser la primera persona en silla de ruedas que completó uno de esos circuitos. Durante ese tiempo, sacaron contenido en las redes: fotos y vídeos que inspiraron a quienes les contactaban desde todas las partes del mundo.
Camilo y Álvaro comenzaron a organizar viajes, no como empresa, sino como acto solidario, alentados por la ilusión de que otros pudieran repetir esa sensación tan gratificante. Estos dos estudiantes de maestría en California investigaron y vieron una oportunidad para todos aquellos que se encontraban con trabas a la hora de desplazarse a otros destinos.
En 2018 fundaron la empresa 'Wheel the World', una plataforma que recoge información con mapas de accesibilidad y digitalización de los datos que se adaptan a las necesidades de estos usuarios.
La pandemia les trastocó, como a todo el sector. Cancelaron los viajes prácticamente desde marzo del 2020 hasta abril de 2021, aunque supieron desenvolverse financieramente.
Este nuevo año, con la esperanza de menos restricciones, han recibido el reconocimiento de la revista Forbes, que ha nombrado a Álvaro como uno de 'Los 22 protagonistas que cambiarán el 2022'. "Es un tremendo orgullo", reconoce. "A fin de cuentas, estos meses se privó y extremó, y ahora la gente más que nunca quieren salir a vivir, a disfrutar de este momento".
La vida fácil
Desde actividades en Madrid, hasta un hotel en Nueva York. La empresa da información sumamente detallada. "Mis necesidades son distintas obviamente a la de una persona ciega, o una que usa bastón, incluso distinta de otra que tiene la misma discapacidad que yo, pero va en una silla eléctrica".
Datos como el tamaño de la puerta o si tiene ducha, baño, o cómo es, son fundamentales. "Nos dimos cuenta de que la industria turística, desde las grandes plataformas como Airbnb o Booking hasta una cabaña chiquita, no tienen ni idea del nivel de accesibilidad de sus servicios".
Gracias a ellos, más de 1.500 personas han disfrutado de experiencias como estar 5 días en el Machu Picchu o simplemente en un hotel por una noche en Barcelona. Su objetivo es ser una guía para ellos y para sus acompañantes, y de momento están principalmente entre Latinoamérica y Norteamérica, con el deseo de ampliar cada vez más.
¿Cuál es la respuesta? "Es muy emocional", cuenta el CEO y cofundador de la empresa. No le sorprende. "No estamos muy acostumbrados a que existan servicios para nuestras necesidades", reconoce. Su motivación, sus estudios en Estados Unidos y sus propias aspiraciones le llevaron a emprender para resolver esos problemas que le afectaban directamente.
"Nos agradecen por existir, por lo que hacemos, porque hemos logrado que muchos vivan aventuras increíbles, que visiten como Guajaca o Hawaii. También las personas que necesitan un alojamiento nos agradecen hacerles la vida mucho más fácil", resume.
Los problemas comunes
La inexactitud de unos centímetros puede ser muy engorrosa. La primera vez que Álvaro fue a Nueva York se quedó en un alojamiento con un amigo. "Cuando llegamos, la puerta el baño era mucho más pequeña". Durante esos tres largos días prácticamente no pudo entrar en la sala.
En otra ocasión, fue con su novia a un hospedaje cuya cama era tan alta que era imposible subirse solo, ni con la ayuda de ella. "Menos mal que un trabajador estaba dispuesto venir a la habitación y ayudarme".
Los vuelos, por ejemplo, son un momento en el que Álvaro ya tiene asumidas las dificultades: "Tienes que subirte a otra silla para caber por el pasillo y, una vez estás en el asiento, es poco probable que puedas salir hasta el aterrizaje". Además, al final del trayecto, ellos son los últimos en salir, siempre, como si fuera algo asumido.
"Es un desafío", incluso la rutina. En esa lucha él encontró su "real rehabilitación": entrenarse en lo complicado, ganar confianza y al fin, ayudar a otros en su situación. "Yo he viajado mucho en mi vida, a más de 30 países; con ayuda de mis amigos y sufriendo muchas veces al utilizar los servicios convencionales que no estaban preparados".
Buscan cambiar la percepción de la sociedad. "Hemos hecho locuras. Una vez organizamos un viaje grupal de dos personas ciegas, dos en silla de ruedas, dos sordas y acompañantes. Hicimos cumbre en una montaña que estaba a 5.600 metros sobre el nivel del mar. No se ha repetido, pero 'Weel The World' me ha permitido, por ejemplo, ir al desierto de Atacama en Chile", recuerda.
La tendencia va hacia la inclusión real, según percibe Álvaro. "Las cadenas toman de buena manera nuestra propuesta, que es ayudarles a levantar información y proveerles de recomendaciones sobre cómo pueden mejorar. Se dieron cuenta de que si no abordamos la accesibilidad, estamos desaprovechando una oportunidad para ellos mismos de tener más clientes".
Más allá de lo práctico, al empresario se le cambia el tono cuando se le pregunta: "¿Qué es viajar?". Comienza con una palabra: "aprender". Luego prosigue con que es ir a un lugar desconocido y conocer a gente que, sin esa decisión de salir de la zona de confort, no conocería. "Te ves envuelto en un contexto, en un paraje, en una situación que no vives en el día a día. Todas estas cosas para mí son una oportunidad de crecimiento".