Corría el verano de 1936 en Barcelona cuando un comando de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) capturaron al periodista Josep María Planas i Martí y le dieron el paseíllo en la carretera de l’Arrabassada. Planas era republicano, tenía 29 años y se había mostrado crítico con la violencia desatada en la ciudad por los grupos de pistoleros anarquistas.
Era también tío del actual ministro de Agricultura, Luis Planas Puchades (Valencia, 1952), que esta semana se ha enfrentado al ministro Alberto Garzón escenificando un episodio más de la guerra intestina que se vive en el seno del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Un conflicto entre moderados y radicales que recuerda a la guerra civil dentro de la Guerra Civil que se vivió en el bando republicano y de la que su propio tío fue víctima.
“Soy el ministro de Alimentación y si alguien habla de alimentación lo normal es que me llame”, dijo Planas en los micrófonos de Onda Cero el pasado martes, en referencia a Alberto Garzón y sus polémicas declaraciones sobre la carne española en el diario británico The Guardian. Planas añadió: “Esta polémica es lamentable porque pone en tela de juicio la actividad de gente honrada por la que vengo trabajando desde 2018”. A la pregunta de si Garzón reunía las condiciones para continuar al frente de Consumo, la respuesta de Planas fue lapidaria: “Ningún comentario”, sentenció.
No es la primera vez que Planas tiene un encontronazo con el díscolo Garzón. Hace apenas tres meses, en octubre del año pasado, el titular de Agricultura, Pesca y Alimentación tumbó el semáforo NutriScore propuesto por Consumo porque, el a priori bienintencionado etiquetado de los alimentos, ponía en jaque al jamón ibérico, al aceite de oliva o al queso, al no considerarlos saludables por su elevado contenido en grasas. “Nada que dañe a la dieta mediterránea puede ser aprobado por el Gobierno de España”, dejó claro Planas en ese momento.
Y cuando habla Planas, el resto del Gobierno escucha, calla y asiente. Así lo reconocen fuentes de Moncloa, que indican que cuando interviene en el Consejo de Ministros todo el mundo atiende y nadie le discute. “Es considerado un hombre ecuánime y moderado, y cualquier cosa que tiene que decir es escuchada con atención”, dicen a EL ESPAÑOL estas fuentes.
Planas se ha convertido en el azote de un Garzón con ideas que no caen bien en el lado socialista del Gobierno, y que el experimentado titular de Agricultura ha tenido que acallar en más de una ocasión con un golpe sobre la mesa.
Así quedó ratificado por la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, tras el primer Consejo de Ministros en medio de la crisis de la carne: "Las declaraciones del ministro Planas han sido elocuentes y claras con el compromiso del Gobierno".
Esta y las demás polémicas han derivado en que la relación entre Planas y Garzón sea casi inexistente. Las mismas fuentes explican que desde que Garzón arremetiera contra las macrogranjas en el rotativo británico, “no se han dirigido la palabra”, apuntando a una falta de comunicación cada vez más enquistada dentro de la coalición de izquierdas. Solo mantuvieron un breve intercambio tras el Consejo, en el que Planas mostró su malestar a Garzón.
Josep Maria, el tío periodista
Aunque el actual ministro nació en Valencia, su saga familiar es procedente de la comarca catalana del Bages, originaria de la histórica masía de Les Planes, de Sant Mateu de Bages, cerca de Manresa. En el número 26 de la calle de la Canal de esa ciudad nació su padre Lluís. Fue el menor de siete hermanos. Entre ellos, también nacidos en la misma casa familiar que los Planas (o Planes) aún conservan, estaban Pilar Planas, una célebre pintora, y Josep María, un precoz periodista que frecuentó los círculos intelectuales republicanos de los años 30 en Barcelona.
Josep María comenzó a escribir en la prensa local de Manresa con apenas 17 años y posteriormente se trasladó a la ciudad condal, donde se abrió camino sin padrinos. Allí conoció a escritores como Josep Maria de Sagarra o Josep Pla, y se codeó con autoridades políticas del momento como el expresidente independentista de la Generalitat Francesc Macià. También fue fundador y director, con solo 24 años, del icónico semanario satírico El Be Negre.
Pedro J. Ramírez, director de EL ESPAÑOL, elogió así la publicación que dirigía el tío del ministro, en una Carta del Director publicada en febrero de 2021: "El Be Negre era un milagro de la naturaleza: un semanario de humor inteligente y elegante, en medio de la ciénaga de una sociedad en acelerada fase de putrefacción".
La ideología de Josep Maria era republicana y catalanista moderada. Él y su equipo "se reunían cada domingo en una sala del Ateneo barcelonés para combatir con la sátira, todos los excesos". Sus artículos le costaron la enemistad de numerosas facciones políticas y, en especial, del partido separatista Estat Català y de los anarquistas de la CNT y la FAI.
El Planas periodista asoció a esta última a “Los gángsteres de Barcelona”, título que dio a una serie de reportajes de investigación en los que vinculaba a la organización con el pistolerismo. Más tarde, tras el asesinato del 28 de abril de 1936 a las puertas de su casa de los hermanos Badía, líderes de Estat Català, Planas encabezó la investigación para dar con los culpables.
El Be Negre publicó en mayo un artículo titulado "Un assassinat i el seus misteris", en el que señalaba la autoría de la FAI, camuflándola como “Federación Aeronaútica Internacional”.
El 19 de julio de 1936, un día después del estallido de la Guerra Civil, Josep Maria escribió su último artículo. En él mostró claramente su compromiso con la República y el catalanismo: “El que en estas horas graves no esté de una manera decidida al lado de la Generalitat, es un traidor. Un traidor al que le exigiremos cuentas. Ahora más que nunca: ¡Viva Cataluña!, ¡Viva la República!”, escribió en catalán.
Sin embargo, su actividad periodística ya le había costado que la FAI pusiera precio a su cabeza. En medio del caos de los meses posteriores al levantamiento de Franco y desatada la guerra, los milicianos dieron con él cuando salió a fumar al balcón de un piso de la calle Muntaner en el que se escondía. Lo llevaron a la carretera de l’Arrabassada, en la sierra de Collserola, y lo mataron con siete disparos de pistola en la cabeza. Era el 24 de agosto y tenía 29 años.
Tras el asesinato de Josep Maria y en medio de la incertidumbre provocada por la contienda, Lluís, el menor de los hermanos y padre del ministro, abandonó Manresa para asentarse en Valencia. Allí estudió y desarrolló una exitosa carrera como ingeniero. En la ciudad del Túria es donde nació el ministro en 1952.
Luis Planas recordó así a su padre en su discurso de toma de posesión del cargo de ministro el 7 de junio de 2018: “Mi padre era de Manresa, y me decía: lo que te encarguen hazlo bien, y yo he seguido siempre esta doctrina. He intentado hacerlo bien. A veces lo he conseguido y otras no”.
Según confesó al periódico local Regió7 uno de sus parientes lejanos, Ricard Planas, el ministro habla catalán con fluidez, ya que es la lengua en la que se crió, y ha visitado Manresa y a sus familiares catalanes al menos en dos ocasiones. A finales de 2017, Luis Planas celebró en Twitter que la ciudad hubiese nombrado manresano ilustre a su tío Josep Maria, así como que se hubiese colocado una placa conmemorativa en el lugar a las afueras de Barcelona donde fue asesinado.
Ricard Planas habla de Luis como “un hombre de trato cercano y abierto, buena persona, trabajador y que siempre está buscando soluciones a los problemas”. Además, lo define como un hombre “culto, instruido y lector”.
Así, las aficiones del ministro son principalmente culturales: le gustan las películas de Berlanga, Fellini, los hermanos Marx, Scorsese y Almodóvar. En cuanto a los libros, sus autores preferidos son Flaubert, Chéjov, Aub y Marsé y, en la música, se decanta por compositores clásicos como Schubert, Debussy, Prokofiev y Shostakóvich. Fuentes de su entorno también destacan que escucha a Yves Montand, Joan Manuel Serrat, Manolo García, Miguel Poveda, Paul Weller, Bill Withers, Miles Davis y Bill Evans.
Su otra gran pasión es el campo, que estos días vuelve a llenar los titulares por la polémica con Garzón, una vinculación que se forjó en Córdoba y tras una dilatada carrera política. Es en el terreno ganadero y agrícola donde Planas ha ganado una enorme autoridad entre los miembros del Gobierno.
Ministro de Agricultura
Planas llegó a Córdoba en 1980, ciudad en la que sacó plaza después de aprobar la oposición a la Inspección del Trabajo. Hasta entonces había vivido en Valencia, donde se licenció en Derecho con premio extraordinario de fin de carrera. El actual ministro quedaría ligado a la ciudad andaluza para siempre, pero como él mismo ha confesado en más de una ocasión, tiene el corazón dividido entre el lugar que le vio nacer y en el que desarrolló parte de su vida. Muestra de ello es que, en el aspecto futbolístico, apoya tanto al Córdoba C.F. como al Valencia C.F.
En los 70, el actual ministro ya militaba en las filas del PSOE. Según confesó, se metió en política en sus años en la Universidad de Valencia para “acabar con la dictadura y para hacer una sociedad mejor”. En 1982 fue elegido diputado en las Cortes y arrancó su carrera política. Esta le llevó posteriormente a Bruselas como eurodiputado y de vuelta a Andalucía como consejero de Agricultura y Pesca de la Junta, cargo que ha ejercido hasta en dos ocasiones, en los periodos de 1994 a 1996, y de 2012 a 2013.
Entre tanto, Planas fue director de los gabinetes de Manuel Marín y Pedro Solbes en Bruselas, y en 2004 fue nombrado embajador en Marruecos. Fue en esa época cuando conoció a Pedro Sánchez, en el marco de una recepción en la Embajada en Rabat.
En 2010, tras abandonar su puesto en el país vecino, continuó con su trabajo diplomático, nuevamente en la capital belga, como representante de España ante la Unión Europea, cargo que dejó poco más de un año después. Volvió a la consejería andaluza de Agricultura y Pesca, y luego, en 2014, fue nombrado Secretario General del Comité Económico y Social de la UE.
Su experiencia internacional y en los asuntos europeos hicieron que su nombre sonase para sustituir a Arancha González Laya al frente de Exteriores en 2021. Sin embargo, mantiene la cartera a la que llegó en junio de 2018, cuando Sánchez le nombró ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.
La combinación de su experiencia en los asuntos del campo en Andalucía y su brega en los despachos de Bruselas le convirtieron en el candidato ideal, a ojos del presidente, para liderar el departamento con sede en Atocha. Sánchez le llamó mientras paseaba en su finca olivarera en la Sierra de Montoro, un municipio a media hora de Córdoba. El propio Planas así lo explicó en el discurso el día que juró el cargo:
-¿Dónde estás?, le preguntó el presidente.
-Estoy caminando entre olivos, respondió Planas
-Pues, perfecto porque es el mejor lugar para el encargo que te voy a hacer, continuó Sánchez.
Fuentes cercanas a Planas describen su olivar en el campo cordobés como “impresionante”. “Viene por aquí muy a menudo”, dice por su parte Javier, responsable de Pago Las Monjas, una almazara cuya finca está emplazada igualmente en Montoro. Ese fue el lugar que el ministro escogió para enseñar la elaboración del aceite de oliva español al director de la FAO Qu Dongyu, durante una visita en diciembre de 2019.
Planas le pidió a la alcaldesa socialista de Montoro, Ana María Romero, con quien tiene buena relación, que se encargara de encontrar a un productor local para la visita. La corporación municipal de Montoro no ha querido aportar más detalles sobre la propiedad rústica del ministro, una realidad poco conocida fuera del pueblo cordobés y que Planas y sus allegados mantienen con gran discreción.
La finca de Planas en Montoro es solo una de las cinco propiedades con las que cuenta el ministro, lo que le convierten en uno de los miembros del Gobierno con mayor patrimonio. Según su declaración de bienes, que se remonta a 2018 -cuando juró el cargo- tiene viviendas en Córdoba, Málaga, Madrid y Marruecos. En el caso de la primera, se trata de una casa tradicional andaluza de dos plantas y con patio central en plena judería de Córdoba, a unas calles de la mezquita. Está valorada en un millón de euros.
Los vecinos, sin embargo, apenas notan su presencia. "Carmen Calvo se deja ver mucho por aquí, pero lo de Planas es un misterio", comenta a este periódico una de las vecinas del barrio en conversación telefónica.
La vida del ministro transcurre ahora, sobre todo, en Madrid, donde vive junto a su mujer, la cordobesa María Jesús Herrera. Esta ha hecho también carrera en el mundo de las relaciones internacionales y es, desde 2011, jefa de misión de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) de la ONU en España.
Fue, previamente, Coordinadora General de Movimiento por la Paz (MPDL) entre 2004 y 2010 y Asistente del Consejero Diplomático de Latinoamérica en la Representación Permanente de Exteriores ante la Unión Europea entre 2001 y 2002. Se licenció en Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.
Los dos hijos del matrimonio han seguido los pasos internacionales de sus padres. Enrique, el menor de ellos, aprobó las oposiciones a la carrera diplomática en julio de 2021 y Luis, el mayor, ha desarrollado la mayor parte de su vida en Bruselas. En la actualidad es consejero político del Director General de Medioambiente de la Comisión Europea y, anteriormente, ocupó diferentes cargos dentro de los socialistas europeos.
Planas encara el conflicto político dentro del Gobierno de coalición como una diferencia de pareceres añade que esta es como un signo de la "diversidad" dentro del Ejecutivo. Lo cierto lo hace con el respaldo cerrado del sector socialista, donde es un peso pesado y de los mejor valorados. Quizás por el talante y sentido común que su tío periodista ya esgrimió en El Be Negre. El campo español, desde sus vecinos olivareros de Montoro hasta los ganaderos a quienes critica Garzón, no puede estar más de su lado.