4 de agosto de 1979, Eibar (Guipuzkoa). En una mañana calurosa, se oyen tres disparos. Los tres alcanzan a un hombre de 26 años que está en el interior de un Ford Fiesta: uno le alcanza el estómago; los otros dos, la cabeza. El nombre de la víctima es Juan José Tauste Sánchez, un guardia civil natural de Villacarrillo (Jaén). Dos hombres con gabardina huyen del lugar.
A las horas, a través de la radio, la banda terrorista ETA reconoce la autoría del atentado. Expresan su intención de continuar con los ataques para que, “de una vez por todas”, las fuerzas de orden público abandonen Euskadi. El caso nunca se juzgó.
Cuatro días después de aquello, fue asesinado un cabo de la Benemérita en San Sebastián. Asesinar a un guardia civil era la forma más fácil de presionar al Estado. Eran años duros. Entre 1970 y 1985, ETA cometió el 70% de sus atentados, según una investigación de 2014. Muchos de ellos, aún están por resolver.
La Asociación Dignidad y Justicia ha contabilizado un total de 378 crímenes similares al de Juan José Tauste, sin justicia. Solamente en Euskadi hay 252 asesinatos sin resolver.
En la mayoría de estos casos, las víctimas eran miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero entre las muertes sin esclarecer por los tribunales de justicia también había ciudadanos de a pie. Un ejemplo: el empleado de inmobiliaria José Luis Vicente Cantón. Otro: el chapista y afiliado de UGT, Epifanio Benito Vidal. Y otro: Augusto Unceta-Barrenechea, armero y asiduo de los partidos de pelota a mano en el frontón, presidente de la Diputación de Vizcaya.
Las víctimas de aquellos atentados siguen reclamando justicia para los suyos. No quieren que sus nombres engrosen un listado de crímenes sin resolver. “Somos muchas personas las que estamos sufriendo”, afirma el hijo de Juan José Tauste Sánchez a EL ESPAÑOL. Él pide justicia por su padre.
"El pueblo no perdonará"
El día que asesinaron a Juan José, Coronación estaba embarazada de seis meses. Poco después daría a luz a un niño al que pondría el mismo nombre que su padre. Eso sí, tendría que criarse, junto a su madre, lejos de Eibar. “Herriak ez du parkatuko (el pueblo no lo perdonará)", les amenazaban.
Coronación se trasladó a Madrid cuando su hijo Juan José cumplió tres años. El pequeño cumplió 11 años y la mudanza fue a Allariz (Ourense), donde viven en la actualidad. La madre regenta un comercio, nunca fue de hablar con los medios. Incluso le ocultó hasta los 18 años a Juan José que su padre había sido asesinado por ETA, para evitarle el sufrimiento y para protegerle de la banda terrorista.
“Hasta que no supe de lo de mi padre, no entendía nada al ver la televisión, ni por qué había unos que mataban a otros ni nada”, explica ahora Juan José en conversación con EL ESPAÑOL. Coronación, por su parte, comenzó a repetir una frase a modo de mantra: “Parece que hay muertos de primera y muertos de segunda”.
En la casa familiar tenían la sensación de que si se atentaba contra un político "eran todo alabanzas y que, si se trataba de un policía o un guardia civil, matarlos era más normal”, coinciden.
A sus 42 años, Juan José, alejado de una Euskadi que le trae a la cabeza momentos tristes, se muestra escéptico con la resolución del caso. “Si no lo han resuelto ya, dudo que nadie pueda”, lamenta.
Las víctimas quieren hablar, pero siguen sintiendo miedo. El hijo del guardia civil asesinado en Eibar es de los pocos que se atreven a dar la cara, a pesar de que ETA ya esté disuelta. El suyo es un ejercicio de valentía y ganas de hacer justicia. “¿Quién no lo haría por un padre?”, pregunta. “Quiero que esclarezcan el asesinato”.
Los 'Cuadernos de la memoria'
Hace ya tres años que ETA anunció el cese definitivo de la lucha armada. Tan sólo EH Bildu y Arnaldo Otegi han pedido perdón, aunque haya sido insuficiente para muchos. Sin embargo, nada se ha hablado de esclarecer estos casos del pasado.
Tanto tiempo después, sólo los miembros de la banda terrorista pueden tener la llave para dar luz a tal cantidad de casos sin resolver.
La única pista que tienen los familiares parten de una iniciativa del gobierno vasco que dirige Íñigo Urkullu. Ha puesto en manos de medio centenar de familiares, fotografías, recortes de periódicos y datos disponibles de atentados perpetrados por los etarras durante la Transición y los años de plomo.
Son los primeros 50 cuadernos monográficos, de no más de 15 hojas cada uno: contienen recortes de periódicos y un laborioso trabajo de investigación realizado en estrecha colaboración con la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).
Con esta iniciativa el gobierno vasco pretende reparar “el daño añadido” que padecen las víctimas. Asimismo, hace una "autocrítica clara" en lo ético y humano al decir que “lo que se hizo con ellas fue injusto y que, de alguna manera, había que resarcirlo”.
Juan José Tauste opina que es una forma de reconocimiento a las víctimas y a su derecho a la verdad y justicia, pero la acción llega a destiempo. “Hace unos años hicieron un homenaje en el que se nos daba un diploma a todas las víctimas, pero en los 40 años anteriores, cuando ETA seguía matando, parecíamos apestados”, protesta.
Se busca colaboración etarra
Carmen Ladrón de Guevara Pascual, la abogada de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), ha investigado cada asesinato concienzudamente hasta donde ha podido llegar. No se resigna a dejar ningún caso atrás, “por muy antiguo que parezca y aunque pueda haber prescrito”.
Su trabajo continúa en la actualidad. "A pesar de que ETA se ha disuelto, aún queda mucho trabajo por hacer”.
La letrada busca la manera de reabrir los casos y solicitar diligencias, pero admite que se encuentran con una barrera: la falta de información. “Es necesario que los etarras colaboren con la justicia y que hablen, que aporten pruebas. No hay otra forma”, afirma con total convencimiento.
En este sentido, el antiguo miembro de ETA y amnistiado en 1977, Teo Uriarte, plantea sus dudas a EL ESPAÑOL. “Mientras los cómplices, legitimados, estén representados en las instituciones y en el Gobierno, será difícil que haya personas que aparezcan aportando la verdad”, critica.
Las víctimas necesitan cerrar digna y definitivamente estos casos para seguir adelante con sus vidas y dejar atrás un capítulo tan negro. La doctora en psicología Silvia Álava, del centro de psicología Álava Reyes, apunta: “La sensación de que se ha hecho justicia es necesaria para poder cerrar el proceso de un duelo que aún escuece. Todo lo demás sería un falso cierre y seguiría doliendo”.