La noche pintaba bien para Alejandro. Hacía seis días que le habían devuelto el permiso de conducir, había cenado en Salamanca y se dirigía hacia las fiestas patronales de Santa Inés. De camino, pasó por su pueblo, Alba de Tormes, para recoger a cuatro amigos. En la juerga, bebió alcohol, fumó hachís y esnifó cocaína. A la vuelta, él conduciría de nuevo el Fiat Amarillo de su madre y a sus amigos se sumó otro joven más. Ahí se truncó todo: un accidente le costó la vida a cuatro personas y él acaba de ser condenado a seis años y medio de cárcel por aquello.
La sección 1 de la Audiencia Provincial de Salamanca dictó sentencia sobre el caso el mes pasado. Alejandro fue condenado por sendos delitos de conducción temeraria, uno de conducción bajo la influencia de drogas tóxicas y alcohol, un delito de lesiones por imprudencia grave y cuatro delitos de homicidio grave por imprudencia.
Se le ha privado el derecho a conducir vehículos a motor y ciclimotores por tiempo de 10 años. Asimismo, las indemnizaciones a las familias de las víctimas y al otro superviviente del vehículo superan los 650.000 euros.
El otro ocupante del vehículo que sobrevivió al accidente es Alfredo Z. Deberá recibir 2.933, 96 euros por lesiones temporales, 5.854 euros,36 por secuelas psicofísicas y 4.800 euros por el perjuicio estético.
El taxista familia de una víctima
Eran las fiestas de Santa Ana en Santa Inés. 21 de julio de 2019. Los cuatro chicos que viajaron a la ida, quedaron en el Fiat amarillo de la madre de Alejandro cuando todo acabara. Sin embargo, al llegar al lugar se encontraron a la chica y a un amigo de ella. Todos decidieron subir al coche que condujo Alejandro, quien no se opuso en ningún momento a rebasar la capacidad máxima del vehículo, de cinco personas.
Fue Alfredo quien subió de copiloto. El resto, a la zona de atrás. La chica iba encima de uno de los jóvenes, en el asiento lateral derecho. El ocupante del asiento del medio no llevaba el cinturón de seguridad.
Debían recorrer 15,4 kilómetros. Alrededor de unos 18 minutos en carretera.
Según la sentencia, la mayor parte del trayecto, Alejandro condujo "de manera brusca", algo que le acabó por recriminar Alfredo. Le dijo que tuviera "más cabeza conduciendo" y el conductor decidió aminorar la marcha.
Por la misma carretera, un taxista se encontró con el vehículo a una velocidad inferior a la permitida. Al percatarse de que iba más rápido, el trabajador decidió adelantar al Fiat Stilo amarillo que tenía delante.
Pero, nada más iniciar la maniobra, vio cómo el coche invadía el carril izquierdo. Depuso su intento y observó el desgraciado siniestro. El Fiat conducido por Alejandro comenzaba a acelerar y le sacó al trabajador mucha distancia en poco tiempo, según rezan los hechos probados de la sentencia.
El vehículo con seis integrantes se salía por el lado derecho de la calzada, a una velocidad en torno a los 120 kilómetros por hora, en un tramo de 90 kms/h como máximo permitido, y Alejandro trató de reaccionar. El volantazo hizo que el coche volviera a la calzada, pero también que comenzaran las vueltas de campana por encima de los 100 kilómetros hora, hasta que el coche chocó con un árbol y acabó saltando la valla perimetral y entrando en una finca.
Fue el taxista el que dio el aviso al 112 de lo ocurrido. Al poco tiempo se enteró de que la fallecida era familiar suyo en segundo grado. Otros dos ocupantes murieron en el acto. A las 18 horas, ya en el hospital, también perdía la vida el cuarto pasajero de la línea trasera del vehículo. Todos ellos tenían entre 17 y 21 años.
Los ocupantes de los asientos delanteros, Alejandro y Alfredo, quedaron heridos de gravedad. Alfredo quedó en peor estado que Alejandro, sufriendo graves daños en los pulmones.
Alejandro dio positivo en cocaína y metanfetamina.
"Su niño mimado"
Alejandro era electricista. En su localidad le conocían como Pecho. No era la primera vez que tenía problemas en la carretera con el coche.
Pecho llevaba sólo seis días con carnet de conducir. Lo había recuperado después de un año de sanción. La Guardia Civil se lo retiró por consumo de alcohol y estupefacientes en 2018, según pudo saber en el momento del suceso EL ESPAÑOL.
Su Fiat, aunque los papeles del coche estaban a nombre de su madre, era su 'niño mimado'. Siempre presumía de él y de los altavoces que llevaba detrás, contaron a este periódico en el lugar de los hechos.
La conmoción en el pueblo por lo sucedido fue tremenda. Nunca antes se había vivido un suceso así en la localidad salmantina de Alba de Tormes. Se colocaron las banderas a media asta como señal de duelo y se decretaron tres días de luto.
"Esto es una tragedia. Es algo que no se puede describir. Hay una conmoción total. Aquí nos conocemos todos y conocen a los jóvenes. Les han visto crecer. Algunos ya estaban trabajando. Son vidas rotas", dijo la alcaldesa de la localidad, Concepción Miguélez, en el momento del siniestro.