En el número 14 de Tesifonte Gallego, una conocida calle del centro de Albacete, una inmobiliaria y una tienda de vestidos de novia se parapetan en la esquina. Una joven prometida puede comprar su ropa de boda e hipotecarse en la misma mañana, una armonía casual que esconde más de lo que parece. Hace no tanto tiempo la tienda de vestidos, en el piso de abajo, se dedicaba a regalar camisas azules. La inmobiliaria, arriba, también andaba con papeleos, pero para afiliarse a la Falange en su propia jefatura.
A menos de 500 metros, en la Plaza de la Constitución, una estatua de Isabel de Portugal vigila a los viandantes, pero en Albacete nada es lo que parece. Bajo ella descansan las ruinas de una plaza distinta, la de la División Azul, y el monumento a sus caídos más grande de España. Lo levantó Carlos Belmonte, alcalde falangista (1956-1960) durante el franquismo, y lo retiró su sobrina, Carmina Belmonte , alcaldesa socialista (1991-1995) durante la democracia.
Ambos son familia del actual ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá Belmonte. Tío segundo y prima segunda, ambos alcaldes, ambos de Albacete, pero muy distintos, en una relación paralela a la que el ministro del PSOE tenía con su propio padre, otro falangista.
Como ya adelantó EL ESPAÑOL, el padre y el tío del ministro combatieron en la II Guerra Mundial a las órdenes de Hitler como miembros de la División Azul. Al regresar, el primero se hizo traumatólogo y presidente del Albacete Balompié; el segundo arquitecto, constructor del campo de fútbol del equipo y alcalde de la ciudad. Su hermano José, afamado oftalmólogo que ejerció en Alicante, también fue divisionario.
El gran monumento
No es difícil encontrarse a un alcalde franquista militante de la Falange, pero sí uno que fuera a la guerra, al frente ruso, a matar comunistas. Carlos Belmonte González (Albacete, 1921-1998) es uno de estos últimos. Era hijo del oftalmólogo y destacado republicano local Nicolás Belmonte Dumont, quien participó en la proclamación de la República en la ciudad la tarde del 14 de abril de 1931.
Su biografía oficial asegura que este fue el motivo por el que se alistó a la División Azul, para disipar cualquier duda sobre su adhesión al régimen, pero durante los años siguientes nunca dejó de medrar en la administración franquista. Tampoco se olvidó de sus 30 camaradas caídos bajo fuego soviético y decidió inmortalizarlos por todo lo alto.
En 1959 fue uno de los fundadores de la Hermandad de la División Azul en la misma sede de la calle Tesifonte Gallego. Al año siguiente, antes de expirar su mandato, ordenó la creación del mayor monumento de España en honor al regimiento, una torre de varios metros de alto con una caja de tierra procedente de Leningrado. El mismo Belmonte, con su experiencia como arquitecto, fue el diseñador de la torre.
La plaza se convirtió en un punto de peregrinación para falangistas y familiares de divisionarios de toda España. Cada 12 de octubre, fruto de la celebración del Día de la Hispanidad y el aniversario de la primera batalla de la División Azul en Rusia, las calles del centro de Albacete se llenaban de flores y brazos en alto, incluso durante los primeros compases de la democracia.
Cerca de 45.500 jóvenes de toda España participaron en la División Azul, casi 5.000 murieron y otros 18.000 cayeron enfermos, mutilados o heridos. De los 984 voluntarios alistados en la provincia de Albacete, sólo 275 partieron hacia la Unión Soviética. Carlos Belmonte, su hermano José y el padre del Ministro Escrivá, Joaquín Escrivá, estaban entre ellos. También otros dos alcaldes de la ciudad, Luis Martínez de la Ossa y Gonzalo Botija.
Plaza de la Constitución
La tradición de la plaza, los enaltecimientos y brazos en alto se mantuvieron durante casi medio siglo hasta que fue otra Belmonte, Carmina, la encargada de cortarla por lo sano. Sobrina de Carlos Belmonte y prima segunda de José Luis Escrivá. Alcaldesa del PSOE entre 1991 y 1995, la exrregidora justifica la retirada del monumento no como una forma de rebeldía contra su tío o su ideología, sino por casualidad.
“En realidad el monumento no se quitó por una cuestión política. Estaba muy deteriorado y fue necesario retirarlo, en principio, de manera temporal. Tuve varias reuniones con ellos, y se le ofreció a la Hermandad ponerlo en otro sitio pero ninguno les gustó. Entretanto, decidieron denunciar y, como perdieron el juicio, se quedaron sin monumento”, concluye la propia Belmonte en conversación con EL ESPAÑOL. Sin saberlo, la regidora se encontró casi por casualidad siendo una precursora de la Ley de Memoria Histórica.
En la actualidad, la caja de tierra que recuerda a los 30 de Albacete caídos en suelo soviético se encuentra guardada en dependencias municipales y la torre de piedra la ha sustituido una estatua de Isabel de Portugal, esposa de Carlos I, ya años después de la alcaldía de Carmina. El nombre del recinto tampoco es el mismo, y ahora se conoce como Plaza de la Constitución. A pesar de todo, aún se puede ver a grupos de nostálgicos acudir cada 12 de octubre a rendir homenaje a los exdivisionarios, no así su familia.
“Muchos se fueron por miedo y con falta de información. Dudo que la mayoría supieran dónde iban o a qué iban”, señala sobre la militancia política de sus tíos.
Al final, ni en Albacete ni en ningún lado nada es lo que parece. Un mismo apellido puede significar cosas completamente distintas, una esquina cualquiera puede ocultar tanto una tienda de ropa como una jefatura falangista y una estatua inocente puede albergar las ruinas de homenaje a los compañeros del ejército nazi. Por cierto, la plaza donde cada 12 de octubre se reunían los falangistas fue lugar de concentración del Movimiento 15-M en Albacete. Cosas veredes.