Poner una alarma a las tres de la mañana para mandar un correo, cambiar la hora del ordenador para que parezca que el mensaje se envió de madrugada, dejar las luces encendidas del despacho, colocar un jersey en una silla como una bandera que señala que la jornada está sin concluir, que alguien vendrá a por él.

Esas son algunas de las técnicas que han visto expertos en recursos humanos para que los jefes y compañeros piensen que un trabajador ha trasnochado con un proyecto, y muestran el estado de desesperación de muchos. Aunque este no es el único problema, también está el otro extremo: personas desmotivadas que apenas sienten inquietud por su profesión. Las compañías tienen que gestionar ambos casos, pero, ¿cuál es el ese punto medio? ¿Cómo se alcanza?

Mantener los niveles de estrés está directamente relacionado con el interés, la productividad y la motivación. Por ello, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han desarrollado un sistema de simulación que permite calcular el grado que tienen los empleados y analizarlo para crear políticas adecuadas.

Explicaciones

Uno de los implicados, Sergio Muñoz, del Grupo de Sistemas Inteligentes de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la UPM, en conversación con EL ESPAÑOL que el estrés es un tema que incide directamente en el bienestar: “La curva de rendimiento es una u invertida: cuando es demasiado bajo el trabajador se encuentra en un estado de aburrimiento y pierde la atención. Asimismo, si es demasiado alto se satura y sufre síntomas como fatiga o ansiedad”.

Las propuestas de los investigadores para mantener ese estado óptimo son la regulación de la carga de trabajo –el aspecto que más influye en el aumento de tensión–, la mejora de condiciones ambientales o una mezcla de ambas. “Lo primero se puede mejorar distribuyendo mejor las tareas y lo segundo con dispositivos inteligentes que controlen la temperatura, la humedad o el ruido.”

Recursos de las empresas

Irene Maestre gestiona el talento directivo en equipos alto rendimiento con su propia firma y secunda las ideas de los investigadores: “El aspecto más relevante es la carga de trabajo”. Percibe que por dedicarle más horas no se obtiene mejores resultados, porque se puede perder la creatividad, la concentración y se llega hasta el agotamiento.

Ella, que ha sido gerente en Deloitte durante más de 10 años, directora de Recursos Humanos en Kearney, y forma parte del comité de innovación de la Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas (AEDIPE), asegura que hay que premiar el alcance de los objetivos, aunque lo más importante elaborar una estrategia de bienestar.“Ya no son necesarias tantas horas de presencialidad, los equipos de trabajo necesitan más libertad”, defiende.

William Martins lleva más de cinco años trabajando en recursos humanos y la empresa de ventas en la que trabaja como employee relations specialist (especialista en relaciones con los empleados) ofrece un bonus para motivar a los asalariados. “Además de ese beneficio se les aporta una mutua médica privada con servicios como psicología. También se ofrece una cuota de 30 euros para pagar el gym o tickets para restaurantes”, enumera, aunque asegura que la bonificación es lo que más alienta.

En la compañía de William hay un plan de desarrollo –como recomienda Irene– con medidas exhaustivas. Se utiliza para “mejorar el nivel del empleado cuando está desmotivado”. “Se trazan unos objetivos y un seguimiento”, explica en una llamada. También siguen otra de las propuestas de los investigadores: cuidar el ambiente. “La oficina es tecnológica. Hay disponible comida, bebida, café, y es un espacio que llama a la calma”, apuntala.

Susana de la Fuente, que lleva trabajando en recursos humanos 17 años y es responsable de talent attraction en una empresa del sector inmobiliario, admite los beneficios de un local. “La luz exterior es fundamental, poder tener un gran ventanal. Y que en verano haya aire y en invierno calefacción. También que esté insonorizado para las llamadas o entrevistas. Hay que recordar que deben existir salas para atender de manera agradable a los candidatos”.

Alcanzar ese punto óptimo es para Susana conseguir dar lo mejor de uno mismo. Para ella, se debe tener claro lo que hay que hacer para llegar al objetivo común. “Y responder a las preguntas de para qué y el por qué”.

Asimismo, diferencia entre los objetivos de la empresa como institución y los del equipo con factor humano. “Que la empresa introduzca beneficios con los que te puedas desgravar (como tickets de guardería o gimnasio) es bueno, pero tienen que estar contentos en su trabajo, en su día a día”.

Sobredosis de trabajo

Irene, quien ha podido trabajar con distintos equipos, critica que en España hay sectores en los que se fomenta trabajar más horas de las necesarias. “Trabajar más de 12 o 13 diarias tiene dos efectos: el físico (se ve dañado el sistema inmunológico) y el mental (depresión, ansiedad, falta de concentración). Ambos están relacionados porque mucho estrés puede provocar hasta un infarto. Y además, ambos pueden desencadenar en una baja”.

La palabra que utiliza es “absurdo”. No le encuentra el sentido a excederse porque acaba incluso por perjudicar a la empresa. “Ha habido casos en los que el empleado va a su casa y el taxi le espera en la puerta para que se duche y vuelva. No tiene sentido. El sistema premia a quien hace más horas, no al más productivo”. Después llegan las consecuencias. “Los cuerpos pueden aguantar, pero la realidad es que hay más enfermedades, alcoholismo, consumo de ansiolíticos o estupefacientes”, sentencia.

Susana se enfrenta a esa circunstancia con el conocimiento y la adaptación: “Es importante saber cómo está tu equipo porque no todo el mundo tiene la misma tolerancia al estrés y no todo el mundo se enfrenta al estrés de la misma manera –entendida esta palabra como tensión en el trabajo–. No todos se distribuyen ni procesan igual la misma carga de trabajo”.

En definitiva, lo mismo “para uno motiva y les mantiene activos y para otros les agobia y les bloquea”. “Al que le ayuda le enchufa, es importante tener siempre un aliciente. Y en el caso contrario hay que guiarle para rebajar de manera individualizada. Por ejemplo, si tienes cuatro tareas pendientes puedo ayudarte con una y luego lo ponemos en común. La clave tener claro cómo es cada uno”, asevera. En su caso, los resultados han sido positivos: han llegado a sus metas de fin de año un mes antes, en noviembre.

Aplacar la desmotivación

Cuando hay un exceso vienen problemas, y cuando el número de tareas es insuficiente, también. Irene recomienda que se premie el alcance de los propósitos y sostiene que el mayor peso recae en las altas direcciones, que los líderes tienen que saber compensar y comenzar a concienciarse.

“Medidas como que los compañeros queden para tomar algo son positivas, porque hacen equipo. No obstante, no sirve de nada eso o una gympass [subscripción al gimnasio] y una charla motivacional si no va de la mano de medidas específicas. Se necesitan acciones con sentido, no solo pegotes”, declara.

Lo suscribe Susana, quien comenta que no tiene sentido hacer un team building (actividad fuera de las oficinas) si no hay buenas relaciones laborales. “No sería lo mismos si no hubieras acompañado, si hubieran tenido mucho estrés y les afectara de manera negativa”, explica sobre esos planes en los que se conocen fuera de los roles rutinarios. Ella y su equipo esta semana se han juntado para “matar zombies”. Lo dice entre risas. “Es un juego virtual de trabajo en equipo con un entorno divertido. Ser equipo implica estar en las buenas y en las malas”.

William prefiere utilizar la palabra “presión” para referirse al estrés positivo, ese que enfrenta la desgana. “Es positivo que haya metas, que se pueda crecer, que haya un movimiento, una escala en la promoción interna”, enumera. En el caso de su compañía lo complementan con evitar muchas horas extra, que a su vez tienen una elevada compensación económica.

“Apenas tenemos bajas médicas por excederse, pero tampoco llegan a aburrirse porque se irían”. Su truco es, por encima de lo demás, no terminar la relación. “Los empleados pasan un proceso muy duro para entrar, pensamos que todos tienen potencial y que podemos reestructurar el trabajo y agotar todas las opciones antes de prescindir de alguien”, concluye William. Para ello, evitan situaciones extremas, malgasto de luz y alarmas a deshora sin sentido. Sus objetivos son –como en el amor y en otros ámbitos– dialogar y cuidar.

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