Magdalena Rodríguez acudirá al cementerio este 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, como lleva haciendo desde los 16 años. Ahora tiene 53. El suyo es el de San José, uno pequeñito cerca de Zambra, una aldea de Córdoba. Da cobijo a los restos de otras tres aldeas de la zona. Allí tiene a su familia por parte de padre, hasta su bisabuelo.
Días antes de la festividad, va y limpia las lápidas y coloca flores. “Antes las cultivábamos nosotros, pero hace ya tres o cuatro años que las compramos”, explica al otro lado de una llamada de WhatsApp. La poca cobertura de la zona impide la vía telefónica. Llevará margaritas blancas, las tradicionales, porque es lo que le gusta. Cuando llevaban las de su cosecha también dejaba crisantemos morados.
El de San José no es el único cementerio que visita Magdalena estos días. Porque no sólo acude el primero de noviembre. Va durante toda la semana a limpiar mármoles y cristales, a adecentar el lugar de reposo de sus familiares. También va al de Rute, municipio del que depende Zambra. Allí tiene a la rama materna.
Como Magdalena, miles de familias acudirán a alguno de los 17.682 cementerios que hay en España, la mayoría de titularidad pública. Este año será más especial que el anterior. En 2020, por culpa de la pandemia de la Covid-19, muchas personas se quedaron sin acudir a rendir homenaje a los suyos, en un año donde la mortalidad en España se multiplicó, superando los 100.000 muertos a los que suele haber todos los años.
Las restricciones de movilidad impidieron ese viaje anual para verse con la familia en una fecha que, a día de hoy, sigue siendo muy marcada para muchos. La Dirección General de Tráfico (DGT) espera un total de 5,5 millones de desplazamientos durante el puente de Todos Los Santos
¿Qué se celebra el día de Todos los Santos? Aunque en España es tradición acudir al cementerio, “lo que se celebra son a aquellos santos que son anónimos, que no han sido canonizados por la razón que sea y están en el cielo. El día de los difuntos es el siguiente”, explica Anselmo Montilla, cura en cuatro pueblos de Campo Charro, en Salamanca.
“La afluencia a las tumbas se mantiene como tradición. Pero no sólo la gente mayor, como se puede pensar. Hay un grueso de la población entre los 40 y los 50 años que sigue acudiendo”, afirma desde su experiencia. ¿Y los jóvenes? “Hasta los 18 años vemos que sí acuden. sobre todo cuando es un familiar directo. Luego desde los 20 hasta los 30 no tanto porque es algo que no interesa.
Montilla cree que este año, tras la pandemia, veremos a más adolescentes que se acerquen a honrar a los muertos. “No van tanto a rezar como a limpiar las lápidas y a poner flores. Parece que los jóvenes hoy en día se han olvidado de la muerte, cuando es algo que siempre va a estar ahí”.
Nuevos tiempos
El rescate de los jóvenes hacia las ceremonias fúnebres es uno de los objetivos de la industria. Como todo hoy en día, las funerarias también se modernizan y se reconvierten, apostando por las nuevas tecnologías. En un año donde las pantallas de móviles y ordenadores han ayudado a relacionarnos con los que nos rodean, las compañías han visto un nicho para el futuro.
La startup Death Tech Funos, el rastreator de las funerarias, ha realizado un reciente informe en el que asegura que el 60% de los españoles contrataría servicios funerarios por internet si estuvieran disponibles. Algo que constata el secretario general de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF), Alfredo Gosálvez.
“Nos estamos enfocando en las inversiones en tecnología y sostenibilidad. Por las circunstancias del último año, las funerarias han ofrecido más servicios enfocados a la retransmisión de ceremonias por streaming, los 'videowalls' o las aplicaciones para mandar mensajes en tiempo real desde la distancia”, explica Gosálvez.
La otra apuesta es por la sostenibilidad. Lo ecológico es cada vez una tendencia más buscada por los españoles y el momento del último adiós a los seres queridos no es una excepción. “Estamos reduciendo plásticos, usamos materiales menos contaminantes en las arcas o los barnices, y muchas empresas están empezando a utilizar coches eléctricos”, dicen desde la patronal.
Un ejemplo es el cementerio de Sevilla donde desde el pasado 5 de mayo se estableció la obligación de que todos los féretros que se incineren en el crematorio municipal sean ecológicos.
La muerte en cifras
Los fallecidos durante 2020 crecieron un 17% respecto al año anterior, según el último informe de PANASEF. La razón es clara: el coronavirus. Las empresas funerarias vieron aumentada su facturación, hasta los 1.700 millones de euros, pero a nivel beneficios fue insignificante.
“Durante mucho tiempo, muchos servicios no se pudieron prestar: los tanatorios, los velatorios, las ceremonias o la floristería, por ejemplo”, apunta el secretario general de la organización, Alfredo Gosálvez, que añade que a eso hay que sumarle los nuevos gastos, los que vienen de la pandemia: geles, guantes, pantallas, formación del personal, adecuación de las instalaciones…
La relación de los españoles con la muerte también ha cambiado. Las cremaciones van ganando terreno a las inhumaciones. El año pasado constituyeron el 45,8% del total, con un incremento de un punto, pero voces del sector apuntan a que en 2025 serán el 60%.
Otros negocios
Hay otros dos grandes negocios entorno al último adiós que se les da a los seres queridos. Uno es el de las flores. Magdalena, en Córdoba, ya lleva años comprando y no recolectando las de su finca.
Desde la Asociación Española de Floristas (AEFI) esperan dejar atrás el año pandémico y volver a unos números similares a los de 2019. “Las empresas necesitan meses para planificar esta campaña”. Este año se ha producido menos por la incertidumbre causada por la situación sanitaria, por lo que desde la organización han percibido que la gente está siendo “más previsora” y “la recogida de los pedidos está más espaciada a lo largo de toda la semana”.
¿Y qué se vende? Lo de siempre, los clásicos: “Flores clásicas en tonos neutros y suaves, con el blanco como color principal. Los crisantemos son las flores más solicitadas por los clientes para el 1 de noviembre debido a su simbolismo, Otros candidatos idóneos para ramos, centros, coronas, cruces, palmas y otras composiciones florales funerarias son los claveles, la rosa, el gladiolo y el lirio.
El otro sector que hace un particular agosto es el de los dulces. Los huesos de santo son los clásicos, los que se comen en todas las casas. Estrella, dependienta del Obrador Paneti, en la calle Bravo Murillo de Madrid, lleva algo más de una semana preparándolos. ¿Sigue la tradición? “Claro que sí, ya hay gente (por el día 28 de octubre) que se los ha llevado. Y buñuelos también se venden un montón”, afirma. Pero no es lo único que se cocina.
En la casa de Magdalena, en Córdoba, la tradición es hacer galletas de boniato. “Son las clásicas galletas María, pero cocemos boniatos, los mezclamos con azúcar para hacer mermelada y las rellenamos”. También recuerda hacer gachas dulces con anís y dulces de leche. “Nosotros siempre lo pasamos en casa, no vamos a comer fuera”, dice.
Vuelve la fe
En cuanto a las despedidas, ha aumentado el número de familias que optan por las ceremonias religiosas, el 86,4%, frente al 13,6% que prefieren una ceremonia civil para despedir a sus seres queridos, según los datos de PANASEF. Un dato motivado "posiblemente" por el periodo de pandemia.
Esto es algo que ha constatado Anselmo Montilla, el cura de Salamanca. Ha visto como, ante la pérdida repentina de seres queridos durante la pandemia, la gente se ha acercado a la religión y a la fe para pasar el duelo.
“Las ceremonias religiosas tienen un componente social y de acompañamiento que por la Covid paró, pero ahora se está retomando. Las personas sienten alivio y compañía en esos momentos tan duros gracias a la comunidad cristiana, porque somos una religión que acompaña.
Montilla cree que la visión hacia la muerte no ha cambiado durante los últimos 12 meses, aunque la hayamos visto más de cerca que nunca encerrados en casa. “Estamos necesitados de afecto y abrazos en ese momento, como siempre. Eso sí que no cambia”.