Han pasado 23 años y dos meses desde la primera vez que Francisco Javier Almeida —más conocido como Pachi o Mortadelo— manchara por primera vez sus manos de sangre. La segunda ha sido este jueves, cuando supuestamente ha asesinado a un niño de 9 años en Lardero (La Rioja). El detenido se encuentra bajo la custodia de la Guardia Civil a la espera de pasar a disposición judicial.
Pachi estaba en libertad condicional desde abril del año pasado. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias le otorgó el régimen abierto —regimen de semilibertad o tercer grado— en contra del criterio del penal del Dueso, ubicada en Santoña (Cantabria), tal y como ha revelado en exclusiva EL ESPAÑOL. Los hechos que le llevaron a la cárcel se remontan a agosto del año 1998, cuando agredió sexualmente y asesinó a la agente inmobiliaria Carmen López, que tenía entonces solo 26 años.
Aquel fatídico 17 de agosto, Carmen y Pachi quedaron en una vivienda de Logroño para hacer un visita a un inmueble que el supuesto asesino dijo querer comprar. Días antes, Pachi entró a la inmobiliaria San Martín para interesarse por el piso.
El día del crimen, Pachi y Carmen se vieron dos veces. La primera fue en torno a las 17:30 horas, según recoge la sentencia de aquel crimen a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Nada extraño ocurrió en la primera visita y Pachi citó nuevamente a Carmen a las 19:30 con la excusa de querer tomar algunas medidas del inmueble en cuestión.
Carmen se retrasó en esa segunda cita, y Pachi estuvo esperando media hora a las puertas de lo que, poco después, sería el escenario de un terrible crimen. El presunto asesino, cansado de esperar, entró a un bar cercano donde coincidió con dos amigos suyos y llamó a la inmobiliaria para recordar la cita.
Carmen llegó a las 20:30 y juntos subieron al piso. La mujer, confiada porque ya conocía a Pachi, dejó el bolso y el paraguas en su entrada, y se dirigió hacia las habitaciones interiores de la vivienda y, en concreto, “hacía la existente en el fondo a la derecha, en la que había dos camas”, afirma la sentencia.
El supuesto asesino, “súbita e inesperadamente empujó por la espalda a la víctima que cayó sobre la cama en posición de bocabajo”, se abalanzó sobre ella y la inmovilizó. Carmen quedó totalmente indefensa a merced de su verdugo. Pachi sacó una navaja y comenzó a propinarle pinchazos. Le hizo un total de 17 heridas “todas ellas superficiales o de escasa profundidad a excepción de una de ellas consistente en un corte que le seccionó las glándulas tiroideas y la tráquea, suficiente para causarle la muerte por shock hemorrágico de no haber recibido asistencia médica”.
Acto seguido, Almeida le dio la vuelta al cuerpo de su víctima y le hizo “nuevos cortes en mentón y en línea mamaria, así como una mordedura en los labios, quedando la víctima en este estado herida y con grave padecimiento”.
Carmen intentó defenderse a la desesperada, con un movimiento que le provocaría otro corte en la mano izquierda. Antes de asestar el último golpe mortal, Pachi procedió a agredir sexualmente a su víctima, tal y como quedó probado en la investigación. “La despojó de sus bragas, se sacó el pene del pantalón y procedió a manipular los órganos genitales de la víctima, causándole una pequeña herida en los labios inferiores, así como unos hematomas en los muslos, hasta que excitado por el placer que le producía tal hecho logró eyacular, sin que conste que penetrase vaginal o analmente a la víctima”.
“A continuación, el acusado le clavó el arma blanca en la región precordial, directamente sobre el corazón, que le produjo la muerte inmediata por taponamiento cardiaco y shock hemorrágico”.
Una violación anterior
Tal y como determinó el tribunal que juzgó este crimen, “el acusado en la fecha de comisión de los hechos no presentaba patología psiquiátrica ni alteración mental que pudiese afectar a su capacidad intelectual o volitiva”, por lo que no se le aplicó ningún atenuante a su pena. María del Carmen López tenía 26 años, estaba soltera y vivía en Logroño con su madre y sus hermanos.
Este fue el primer asesinato que cometió Pachi Almeida, pero no la primera violación. El hombre había sido condenado en firme por una agresión sexual cometida el 29 de julio de 1993. Aquello le valió siete años de cárcel, de los que cumplió poco más de la mitad, quedando en libertad en 2 de mayo de 1997. Año y medio después cometió el asesinato de la joven agente inmobiliaria.
Almeida fue condenado a 20 años de cárcel por asesinato con alevosía y a 10 por agresión sexual por el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja el 26 de julio del año 2000. Asimismo, debía hacerse cargo de las costas procesales del juicio e indemnizar a la familia de la víctima con 40 millones de pesetas.
Almeida cumplió el grueso de su pena en la prisión de El Dueso (Cantabria), donde fue apodado Mortadelo por los demás internos, debido a su parecido físico con el personaje de Ibáñez. Allí, su comportamiento fue ejemplar y hasta llegó a mantener un vis a vis con una mujer, según informa el diario Nius.
El año pasado fue trasladado a la cárcel de Logroño, donde ya disfrutaba de permisos y era considerado un preso “de confianza”. Finalmente, salió de prisión en abril de 2020 y se estableció en Lardero, una localidad a unos cinco kilómetros de la capital riojana y con más de 11.000 habitantes.
“Este verano varias vecinas se han quejado de que había un hombre que acosaba a los niños”, asegura un hostelero de la zona en conversación telefónica con este periódico. Los vecinos sabían quién era y de lo que era capaz. En varias ocasiones alertaron a la policía de que este hombre rondaba los parques infantiles. De nada sirvieron las advertencias.
Este jueves por la noche, el presunto asesino de la inmobiliaria ha vuelto a actuar. El hombre convenció a su segunda víctima mortal —un niño de nueve años que celebraba Halloween con sus amigos en un parque cercano a su domicilio— para que fuera con él, con la excusa de que le iba a regalar un cachorro, según relatan fuentes cercanas a la investigación a EL ESPAÑOL. “Cuando llegó la patrulla ya fueron directos a la casa del tipo y se lo encontraron en el rellano. Les parece que pudo ser por asfixia, pero hay que esperar a la autopsia".
En el momento de su detención se produjeron momentos de mucha tensión con los vecinos que querían "lincharle" en el sitio. "Hay que matarlo", gritaba uno de ellos. El hombre fue escoltado por muchos agentes de la Guardia Civil. Veinte años atrás, ocurrió algo parecido. “Estuvo férreamente protegido durante la instrucción y el juicio”, recuerda una fuente policial que vivió el caso de cerca el crimen de la inmobiliaria.
"Nos llamabais locos y solo veníais dos y ahora ha tenido que morir un niño para que vengáis todos a proteger al asesino", ha espetado una vecina este jueves a los agentes de la Benemérita en el momento de la detención de Almeida. Testigos presenciales han explicado a EFE que en la zona había "inquietud" por la presencia habitual de este hombre.
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