Cuando Ana y Fernando se enteraron que iban a ser padres no se lo creían. No terminaban de hacerse a la idea de que, tras un tortuoso camino, habían conseguido lo que siempre fue la ilusión de su vida: formar una familia.
Ana sufrió cuatro abortos. Todos no deseados. Ella y su marido querían tener un hijo. “Fuimos a la Seguridad Social pero con mi edad (entonces 39) ya decían que era muy mayor”. Se sometió a varios tratamientos de fertilidad. Pero nada. Ninguno conseguía su propósito.
Una noche, en el sofá con Fernando, pusieron la televisión. En el telediario vieron un reportaje sobre unos padres que habían escrito un libro sobre la gestación subrogada. En ese momento los dos se miraron, sin decir nada más. “¿Y por qué no?”, se preguntaron, casi afirmando al mismo tiempo.
Es entonces cuando empieza su periplo para conseguir una gestante. Se informaron, leyeron todas las legislaciones existentes y se terminaron decantando por Ucrania. El país del este lleva años permitiendo la gestación subrogada, incluso la onerosa, como es el caso de Ana y Fernando.
Ahora, la ministra de Igualdad, Irene Montero, quiere que esta práctica sea considerada “violencia contra la mujer”, tal como publicó EL ESPAÑOL, en la futura ley del aborto que está preparando su departamento.
La propuesta legislativa de Igualdad busca tipificar por ley y establecer "los instrumentos jurídicos que eviten que la explotación reproductiva sea una forma de violencia tolerada de facto en nuestro país".
“Nos está criminalizando y no hemos cometido ningún delito, no es lógico lo que dice”, explica Ana por teléfono. Entiende que a Montero “no le guste” la manera en la que tuvo a Alba, su pequeña de tres años, pero “lo que no puede es tapar el sol con un dedo. Ellas lo hacen libremente, yo no he forzado a nadie para que geste a mi bebé”.
Y continúa: “Para ser ministra de Igualdad sólo se preocupa de algunas cosas. Yo he sufrido violencia y acoso hacia mi persona y mi familia en redes sociales, eso también es violencia. No se ha interesa por las razones que nos han llevado a la gestación subrogada”.
Los insultos a los que Ana hace referencia siempre salen a flote cuando se trata el tema de la gestación subrogada. “Compra niños” es lo más común que se lee. “Cuando pasa eso no dice nada”, en alusión a Irene Montero, y añade que “no traficamos con personas”.
Carta contra Montero
Este lunes se hacía pública una carta. Una carta firmada por Madres por Gestación Subrogada en España en un blog homónimo. “Somos un grupo de mujeres… que vivimos en distintas comunidades autónomas, pero la vida decidió que tendríamos dos cosas en común: ninguna de nosotras podría llevar a término un embarazo, pero todas seríamos madres gracias a otras mujeres”.
La noticia de convertirlas en víctimas de la “violencia contra las mujeres” las ha llevado a dirigirse de tú a tú a la ministra Montero. “Nos acusas de un delito que no hemos cometido ni cometeremos jamás por recurrir a una técnica de reproducción humana asistida debido a nuestra infertilidad”, reza la misiva.
De hecho, la Plataforma por la Protección de la infancia Nacida en Georgia y Ucrania se ha hecho eco de la carta dirigida a Irene Montero en su perfil de Instagram. Una plataforma que defiende a familias como la de Ana y Fernando.
El texto explica que “la gestación subrogada está regulada en muchos países, y no precisamente tercermundistas”. La Plataforma por la Protección de la infancia Nacida en Georgia y Ucrania, como es el caso de Ana y Fernando, se ha hecho eco de la carta dirigida a Irene Montero en su perfil de Instagram.
“Queremos manifestarte que en ningún caso de nuestro alrededor se han concebido nuestros procesos de gestación subrogada como violencia machista, sino como un proceso de gratitud, confianza, amor, montaña rusa, pero sobre todo de respeto y felicidad”, termina el escrito.
Debate político
A nivel político, los partidos también se mojan en el debate. Ciudadanos, con la libertad por bandera, se posiciona a favor, mientras que en el resto de partidos nacionales rechazan las proposiciones de los de Inés Arrimadas.
¿Por qué? El origen de la gestación subrogada se basa en el altruismo, en la empatía que siente una mujer por otra que no puede ser madre y le presta su útero para reproducir a su retoño. Pero desde varios sectores de la sociedad se apunta a que, en realidad, detrás de estas prácticas hay motivaciones económicas que llevan a las mujeres más vulnerables a dar su vientre a cambio de dinero ya que no tienen otras alternativas laborales.
La gestación subrogada está prohibida en España. Familias como la de Ana y Fernando están abocadas a buscar fuera de nuestras fronteras su bebé. El caso de este matrimonio es especialmente traumático.
Cuando consiguieron una primera gestante, Alla, unos problemas médicos le impidieron tener a su hijo. A finales de agosto de 2017 les dijeron que el corazón del pequeño había dejado de latir. Semanas antes había muerto la madre de Ana. “Fue un palo enorme, no te lo puedes ni imaginar”. No cesaron en su intento, y encontraron a Natalia. Con ella fue todo más fácil, más rápido, pero con el mismo amor de por medio.
La pareja y Natalia se eligieron mutuamente, casi como un flechazo. Durante todo el embarazo, la ucraniana les pedía canciones y cuentos narrados de viva voz para ponérselos cerca de la barriga. “No sé lo que le decías, pero era precioso”, dice Ana que le contó. “El día que nació Alba fue el día más feliz de mi vida. Nunca olvidaré la cara de Fernando cuando se la di y le dije ‘toma, aquí tienes a tu hija’”, recuerda emocionada.
La salida de la bebé de Ucrania no fue fácil. Ana y Fernando son una de esas parejas que se quedaron varadas en Kiev porque el Gobierno de España no quería registrarlas como españolas. “La legislación es clara, si es hija de un español es española”, explica la madre. Tras pelear con el consulado, ir a los medios de comunicación para hacer presión e incluso pasársele por la mente encadenarse al edificio de la diplomacia española, al final lo consiguieron.
Pero ahí no acaba la historia. “No sabes lo duro que es”. Cuando llegaron a España, Alba era hija de Fernando, que puso el espermatozoide. Pero también de Natalia, la ucraniana que la parió. “Ella tuvo que renunciar formalmente a la niña, porque ella ya tiene su familia y todo lo hizo por querer ayudarnos. Entonces yo tuve que adoptarla”. Entonces fue cuando esa niña 'ucraniana' fue para siempre suya, aunque nunca dejó de serlo.
Ana reconoce que hay un incentivo económico, pero que es el menor de las motivaciones de estas mujeres para dar el paso y tener un bebé para otra pareja. “Lo hacen por ayudarnos”.
Por eso no entiende cómo la ministra de Igualdad “habla sin conocer” por lo que tienen que pasar estas familias. Ahora Montero quiere “criminalizarlas”, pero Ana lo tiene claro: “Nos tendrá enfrente. La sociedad española está a favor de la estación subrogada”, termina diciendo.