Hace seis años, en 2015, José Rubén Obadía Bravo compartía celda con Antonio Ojeda Bordón, conocido como ‘El Rubio’, en la prisión de Alhaurín de la Torre, Málaga. El último cumplía condena por un caso de agresión sexual a un menor en el municipio de Vecindario (Gran Canaria). A pesar de que siempre describieron a “El Rubio” con un carácter introvertido, este quiso comentar con Obadía datos que él supuestamente tenía sobre la desaparición de otro niño de su pueblo -el mismo Vecindario- unos años antes, en un caso que llegó a todos los hogares españoles. Se trataba de Yeremi Vargas.
‘El Rubio' le dijo a Obadía que a Yeremi lo habían dormido con un disolvente para evitar que diera señales de alarma el día de su desaparición. Como consecuencia del sedante, Yeremi “se puso azul”, le dijo ‘El Rubio’ al otro interno. Aquel detalle que Obadía relató en un interrogatorio policial puso a ‘El Rubio’ como principal sospechoso de la desaparición de Yeremi. El niño sufría de una condición pulmonar, la cianosis, que provoca esta coloración en la piel ante episodios de estrés como al que fue sometido. Eso solo lo sabía la familia del pequeño. Y ‘El Rubio’.
Este y otros indicios fueron rechazados el 25 de octubre de 2017, fecha en la que el juez de instrucción que llevaba el caso dictó un auto de sobreseimiento. Las razones que esgrimió el magistrado es que había contradicciones en los testimonios de Obadía y de otros dos testigos y que, en general, no había pruebas suficientes para incriminar a ‘El Rubio’.
El abogado de la familia de Yeremi, Marcos García Montes, pidió en 2019 la reapertura del caso al aportar de nuevo como prueba la revelación de Obadía. Pero fue rechazada. Dos años más tarde, este miércoles, el juzgado de Primera Instancia número 2 de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria) aceptaba una nueva solicitud de reapertura, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Así, los juzgados se ponían, de nuevo, manos a la obra, para resolver la desaparición del niño, que se esfumó el 10 de marzo de 2007 sin dejar rastro.
Sin relación con el padre
La solicitud de reapertura del caso fue presentada el pasado 2 de agosto en nombre de los padres de Yeremi, Juan Francisco Vargas e Ithaisa Suárez. El escrito fue enviado un mes antes de que la Policía detuviera al padre hasta dos veces en una semana por dos denuncias separadas de supuestos abusos sexuales a dos menores: una de ellas sería su propia hija, fruto de una relación posterior. La otra víctima habría sido la hija de otra de sus exparejas. Tal como reveló este periódico, el padre de Yeremi ha tenido siete hijos con seis parejas diferentes.
Pero la reapertura del caso Yeremi, según la acusación, no tiene nada que ver con estas dos otras causas. La solicitud hace hincapié en la principal línea de investigación que quedó sobreseída en 2017: que ‘El Rubio’ es el principal sospechoso y que existen pruebas suficientes para que la investigación termine por incriminarlo. En los últimos dos años, aunque la causa estuviese archivada, los abogados de los padres de Yeremi han investigado por su cuenta para que no quedase un solo cabo sin atar y han argumentado las razones por las cuales el sobreseimiento de la causa no tenía justificación.
Testigo clave
Entre otros indicios que recoge el escrito, ‘El Rubio’ fue quien voluntariamente, seis meses después de la desaparición del pequeño Yeremi, acudió a la policía a dar una supuesta información que tenía sobre lo que sucedió. El sospechoso habría tratado de dirigir la investigación a un tercero que finalmente fue descartado. De esta forma, El Rubio, se situaba en el lugar de los hechos. Cuando fue llamado a declarar como investigado, se acogió a su derecho de guardar silencio.
‘El Rubio’ ejecutó el mismo ‘modus operandi’ cinco años más tarde, en 2012, cuando un nuevo caso de agresión sexual sacudió el municipio de Vecindario: acudió vountariamente a la policía seis meses después para señalar a otro, y la policía terminó incriminándolo a él.
La acusación también señala que el auto de sobreseimiento rechazó el testimonio de Pedro Iván Llamas Riveo que, en el momento de los hechos, declaró haber visto un Opel Corsa Blanco en el lugar de la desaparición. Entonces tenía 11 años. En 2015 dijo a los abogados de la acusación que se trataba realmente de un Renault 5 Oasis, también de color blanco, igual que el que tenía ‘El Rubio’ en propiedad, y que había confundido el vehículo. Supuestamente lo vio por la parte trasera, ángulo desde el cual ambos modelos son muy similares.
La reapertura del caso da, por tanto, credibilidad a este testimonio, recogiendo la argumentación de la acusación: Pedro Iván apenas tenía 11 años en el momento de los hechos y pudo confundir el modelo de coche, siendo este muy similar al del sospechoso, lo cual no manifiesta una contradicción en su versión.
“Llegó muerto”
Otros de los indicios nuevamente aceptados es que un cliente de un bar del barrio de Los Llanos, en Vecindario, donde fue visto por última vez Yeremi, aseguró haber visto a un hombre con gorra. La prenda, más allá de ser un elemento circunstancial, era parte de la indumentaria habitual de ‘El Rubio’, tal como muestra una entrevista en televisión y confirmó su exmujer.
Además, lo que relataron Obadía y otro interno sobre sus conversaciones con ‘El Rubio’ en prisión no pudo ser inventado. Ambos relataron que, en el transcurso de aquellas charlas, ‘El Rubio’ usó inconfundibles expresiones canarias, lo cual da fe de la veracidad de sus testimonios. En ellos, además de revelar lo que ‘El Rubio’ les dijo sobre el color de la piel de Yeremi, apuntaron a que el sospechoso les confesó, literalmente que “el chiquillo llegó muerto” y que lo tuvo que “desaparecer”.
Por último, el escrito de solicitud de reapertura destaca que el magistrado que instruía el caso y luego lo sobreseyó perdió la “imparcialidad” por varias desavenencias con dos de los policías que investigaban la desaparición. El juez, de hecho, fue multado con una sanción de 500 euros por esta razón. El escrito también apunta a que el magistrado no tenía una buena opinión hacia la familia de Yeremi.
Todo este paquete de razones ha sido suficiente para convencer a la justicia de abrir de nuevo un caso en el que se movilizaron ingentes policiales y se llegó a interrogar a cerca de 2.000 personas, sin que ninguna prueba fuese concluyente. A día de hoy, el paradero del niño o el de su cuerpo, en caso de que estuviese muerto, sigue siendo un absoluto misterio.