Tras unas semanas de vacaciones, fuera de casa, llego de nuevo a Madrid y entro en mi pequeño piso de 50 metros cuadrados. Aquí es donde vivo con mi pareja desde hace más de dos años. Esta es la que consideramos nuestra casa –hasta hemos pasado un confinamiento en ella–, pero lo cierto es que no lo es. Estamos de alquiler, como la mayoría de los jóvenes entre 25 y 35 años en Madrid.
Cada mes pagamos religiosamente 760 euros por vivir aquí. O lo que es lo mismo, más de 25€ al día por un estudio de una habitación, un baño, cocina y salón; sin lujos, en el barrio madrileño de Arganzuela. A veces pienso que es como vivir en un hotel, donde pagas por alojarte cada día –aunque ni se te ocurra pedirle lujos a la casera–. Lo cierto es que si miramos el mercado, no está mal. Todo ello, teniendo en cuenta que en Madrid, junto con Barcelona, alquilar una vivienda es un 82% más caro que en la media del resto de ciudades españolas, según datos de Banco de España.
El caso es que, a nuestra edad –superamos la treintena–, nos planteamos comprarnos un piso tras el confinamiento. Ya era hora, ¿no? Pues igual no… La búsqueda comenzó hace ocho meses y… seguimos de alquiler. Da igual que los dos tengamos sendos contratos indefinidos, que nuestro sueldo sea digno, que contemos con algunos ahorros –aunque justos, como buenos millenials– y la ayuda económica de nuestros padres. Pues da igual. En Madrid, al menos, es casi imposible –salvo que te condenes a vivir en un bajo, en 50 metros o en un piso interior–. Queremos, vaya, lo que tenían (y tienen) nuestros padres. Pero no…
El mercado inmobiliario no ha dado tregua ni tras la pandemia. El pasado junio, según datos de Fotocasa, se registraron un total de 48.201 operaciones de compraventa en España, un 73,5% más que en el mismo periodo de 2020 y un 18% más que en el mismo mes de 2019. Pero, aún así, creíamos…
De hecho, por un momento, antes de irnos de vacaciones pensábamos que no volveríamos a nuestro piso de alquiler, creíamos que podríamos tener nuestra casa, una propia, con hipoteca incluida. Pero la cosa no es tan sencilla. Lo pensábamos porque justo antes habíamos realizado una oferta para comprar una vivienda. Tres habitaciones, cocina, baño, exterior, segundo piso y con terraza, ¡con terraza! Todo un lujo. -“El 40% de nuestros compradores buscan piso con terraza o balcón como requisito imprescindible”, señalan desde la inmobiliaria La Casa Agency-. Todo ello por el precio de 280.000€, ubicado junto a Madrid Río, en Arganzuela. A lo que habría que añadir el coste de la reforma. Tras hablar con el banco y sumando nuestros ahorros, más la ayuda de nuestros padres –sin ella sería imposible– para dar la entrada inicial, que normalmente suele ser el 20% del precio de la vivienda, nos decidimos a hacer la oferta, para lo que tuvimos que ingresar a la inmobiliaria 3.000€ de señal. Pero nos la rechazaron.
Igual que nos rechazaron otras tantas que hicimos anteriormente en los más de ocho meses que llevamos buscando piso en Madrid para comprar. Ya he visitado más de 50 pisos y he recibido una media de 500 anuncios. ¿Hace falta tanto tiempo para comprar una vivienda? ¿Qué está pasando en el mercado inmobiliario tras la pandemia? Según Alberto García, responsable de la inmobiliaria La Casa Agency La Latina: “Tras el confinamiento la demanda de viviendas para comprar ha aumentado notablemente. Hay gente que se ha dado cuenta que la casa se les ha quedado pequeña. Antes no te dabas cuenta porque no pasabas tanto tiempo en ella, pero ahora sí y por eso buscas cambiar. Hemos encontrado gente que vivía en bajos o pisos interiores y que ahora desean cambiar. También muchos que han decidido irse a la periferia de Madrid y comprar un piso más barato, con piscina, terraza o jardín, ganando en estilo de vida. El tiempo que se tarda es relativo, no va en función de meses, más bien del número de pisos vistos. Hace falta ver, al menos, 8 ó 10 pisos antes de comprar para estar seguros de nuestra decisión”.
Cuando mis padres se compraron su casa –hace más de 30 años– anteriormente la visitaron varias veces, unas solos, otras con mis abuelos, otra para coger medidas… Hasta que finalmente se decidieron a comprarla. Con calma, pues es donde, en teoría, vas a vivir toda tu vida y vas a construir tu familia. Entonces, ¿por qué yo no puedo hacer eso? Cuando empecé con esto, al recibir la alerta de un piso, sentía alegría e ilusión, ahora cada vez que veo un anuncio o visito un piso solo siento ansiedad. Tengo las alertas en el móvil de Idealista y de Fotocasa, me llegan diariamente cada vez que hay un anuncio nuevo con las características que he marcado: 70 metros, dos habitaciones, un baño, exterior y con ascensor. La mayoría son pisos pequeños, interiores, bajos, sin ventanas, o, si me llega uno que está bien –sin lujos–, el precio está por encima de los 360.000€. Nuestro tope son 280.000€, según varios bancos consultados: “Con vuestros sueldos y vuestros ahorros no podéis permitiros más”.
Después de tantos meses buscando vivienda, lo que al principio empezó como una ilusión, hoy se va convertido en una desesperación. Para entender por qué me pasa esto hablo con la psicóloga Ana Fabón. “Lo que ocurre es que tienes un estrés mantenido en el tiempo porque no sabes cuándo va a salir el piso que buscas y eso crea una incertidumbre que te ocasiona angustia, cansancio, desmotivación. El cuerpo es muy inteligente. Al principio buscar piso era un estímulo nuevo para ti, y ponías todo tu cuerpo a trabajar. Cuando va pasando el tiempo y no se ha solucionado el conflicto, empieza a pesar más anímicamente y crea un desgaste. Y esta sensación de incertidumbre es la que puede causar la ansiedad”.
Diferentes casos
Vayamos al mejor de los casos. Recibo una alerta de una vivienda que está bien, por debajo de los 280.000€, 70 metros cuadrados, en buen estado, 2 habitaciones, exterior. Llamo, llamo y vuelvo a llamar, pero comunica siempre. Consigo hablar con la inmobiliaria: “Disculpa, llevamos todo el día recibiendo llamadas, el piso ya está vendido”, me comenta el señor. ¿Vendido? Pero, ¿quién compra pisos tan rápido? “Si el producto es bueno y gracias a los avances tecnológicos es posible comprarlo sin visitarlo, tan solo con una visita virtual desde casa. En la Casa Agency hemos vendido nuestro último piso por teléfono en pocas horas”, relata García.
Si por el contrario tienes la suerte de hablar con la inmobiliaria, el siguiente escalón es lograr concertar una visita. Teniendo en cuenta que yo salgo a las 18:00h de trabajar y mi pareja a las 21:00 horas, normalmente trato de organizar las visitas los sábados, pero la mayoría acabo teniendo que ir yo a verlos por las tardes y, si me gusta, intentar que lo vea mi novio después. Ha habido veces que, de camino a verlo, me han llamado: “Quería avisarte que ya hemos reservado la vivienda. Ya no vengas a verlo”, han sido las amables palabras de varios agentes inmobiliarios.
Otras veces ha habido suerte y he conseguido visitar la vivienda. Un día llegué a quedar con hasta tres inmobiliarias en la misma jornada ¡Menudo estrés! El primer piso, situado en la Calle Embajadores, tenía 65 metros, 2 habitaciones, las vistas de una de ellas eran una pared blanca –ideal para jugar al frontón, pensé-, una terraza que se caía a pedazos, a reformar entero y, en cuanto al portal, parecía estar en uno del barrio turco de Tarlabaşi –con los zapatos fuera incluidos- donde se rodó la serie Mujer. No me gustó, por lo que no hice la oferta. ¡Nada que ver con el anuncio que había visto!
El segundo piso sí que me gustó: 72 metros, 3 habitaciones, terraza, a reformar ligeramente y exterior, a un precio de 275.000€. Pregunté si era negociable y me comentó la chica de la inmobiliaria que sí, así que le pedí si podía visitarlo mi novio al día siguiente, quedé con ella en que lo vería a las 10:00 horas, sería la primera de sus visitas al día siguiente. A las 00:20h, mientras veía la televisión y mi novio ya dormía, recibí un Whatsaap: “Lo siento, ya tenemos una reserva del piso. Cancelamos la cita de mañana”.
El tercero era una preciosidad, pequeño, pero todo reformado, podíamos entrar a vivir directamente. En esta ocasión me lo enseñó Tomás, un particular, junto a su mujer. Dos habitaciones, exterior, sin terraza, calle Tomás Borrás, era ideal, salvo por el precio: 340.000 euros. Le solicité una visita con mi pareja al día siguiente. Por fin conseguí que pudiera ver una vivienda, le encantó y le hicimos una oferta algo por debajo del precio (300.000€). Seguimos esperando que nos conteste… ¿A qué precio lo vendería?
También ha habido algunas veces en las que mi pareja y yo hemos conseguido ir a visitar viviendas juntos. ¡Todo un planazo para los sábados en época de pandemia! En una ocasión, justo el día de mi cumpleaños, llegamos a visitar uno que nos encantó. Nos lo enseñó un vecino del barrio, Antonio, un particular que había heredado el piso de su suegra. No tenía grandes lujos, pero era lo que buscábamos. Incluso logré que mis padres pudieran visitarlo conmigo en una segunda ocasión. Todos los astros parecían alinearse, yo pensaba que era cosa del destino: el día de mi cumpleaños tendría como regalo encontrar un piso. ¡Quién me lo iba a decir hace unos años! Eso sí, el precio estaba elevadísimo, 340.000 €. Sobre esto, García me comenta: “Una agencia te proporciona asesoramiento con datos reales. Normalmente un anuncio de Idealista suele bajar entre un 10 y un 20%, pero eso lo desconocen los propietarios, y al final ellos tienen la última palaba” . Eso, precisamente fue lo que pasó.
Antonio nos dijo que podía ser negociable hasta 300.000 €. Decidimos ir a hablar con los bancos y vimos que podíamos llegar con una hipoteca al 90%. Le hicimos una oferta a Antonio, la rechazó por 5.000€, dijo: “No es cuestión de regatear, el piso vale eso y lo sabes. Sabes que lo vamos a vender pronto por eso y por más”. Un par de meses más tarde, me escribió por si aún estaba interesada, le dije que no, que me había dado cuenta que el piso no valía eso y que estaba viendo otros.
Podría seguir contando casos de viviendas que he visitado, pero no es cuestión de aburrir. Somos una pareja de treintañeros, con un trabajo estable y un sueldo bastante normal que intenta comprarse una casa en Madrid, en una de las zonas consideradas más “económicas” de la capital. Una vez, después de hacernos un estudio económico, nos llegaron a decir en una famosa inmobiliaria que si habíamos pensado irnos a vivir fuera de la M30. Tal vez sea la mejor solución y resignarnos a vivir a una hora de nuestros trabajos. O tal vez tengamos que seguir buscando.
El negocio de los personal shoppers
Incluso hay personal shoppers inmobiliarios que buscan y visitan inmuebles por ti, negocian con el comprador, tramitan el papeleo y se ocupan de las obras si fuese necesario. “Intentamos quitar el agobio al comprador y le hacemos la compra más sencilla. Tan solo necesito que la persona que está buscando vivienda me explique lo que busca, dónde y si es flexible en cuanto a sus requisitos. Si es viable, seguimos adelante y yo me encargo de todo el proceso. Tengo contacto con agencias inmobiliarias, administradores de fincas o notarios que me ofrecen viviendas que el particular por su cuenta no va a encontrar. Negociamos con los actores importantes y entre profesionales normalmente nos entendemos mejor”. explica Giovanni Giacomini, arquitecto y personal shopper inmobiliario y quien ha notado un incremento en la demanda de sus servicios de un 50% en el último año.
¿Pero cuánto puede costar que nos busquen un piso? “Depende de muchos factores. Las características de la vivienda, la zona, el presupuesto, etc. Yo trabajo con una tarifa fija y en Madrid la media es de 7.000 € y se cobra al éxito”, añade Giovanni. Lo que garantiza este profesional es que se va a ocupar de encontrar vivienda y de que los particulares paguemos por ella lo que vale, no más: “Soy arquitecto y sé lo que realmente cuesta un piso y si el precio está inflado. Sé cuáles son las exigencias de mis clientes y me remito a ellas”. ¿Un consejo? “Hay que ir en paralelo con la búsqueda de la vivienda y el estudio de la hipoteca. Es un mercado complejo, la gente se desanima, pero lo que recomiendo es no comprar por cansancio. Tienes que adquirir un piso que te guste. Porque es donde vas a hacer tu vida. Siempre hay buenas oportunidades”, señala Giacomini.
Recuperar la ilusión
¿Y qué puedo hacer para volver a recuperar la ilusión en encontrar la casa de mis sueños? “Hay dos partes, la primera es tener clara tus condiciones y cuáles son las líneas ante las cuáles podrías pasar o no pasar. Segundo, hay que crear un plan de acción ordenado. Mi recomendación es tomar papel y boli y hacer listas donde te marques objetivos pequeños y donde estén todas las acciones que tengas que tomar e ir calendarizándolas. De esta manera te darás cuenta de que sí que has conseguido otras metas como tener más claro la zona donde quieres vivir, si el piso tiene que tener terraza o no, haber pedido un aumento de sueldo o un contrato fijo si fuera necesario para poder tener la hipoteca, haber negociado con el banco la hipoteca, etc. Igual no has conseguido el piso, pero sí otras cosas y esto nos puede ayudar a reducir la incertidumbre”, me explica la psicóloga Fabón.
Nuestro experto inmobiliario de la Casa Agency, nos da algunas claves a la hora de comprar casa. “Hay que tener paciencia. Hay que comparar y no precipitarse porque al final el piso sale. Solo tiene que llegar aquel del que nos enamoremos y que nos lancemos. Ahora mismo el mercado es sano y es un buen momento para la compra. Los tipos de interés animan a los compradores a lanzarse. Solo hay que ser ágil a la hora de tomar decisiones”.
Lo cierto es que nos estamos encontrando que nos toca competir con jóvenes en la misma situación que nosotros, familias y, además, inversores que compran pisos, reforman por poco dinero la vivienda y alquilan o venden a un precio muy superior. Pero no solo nos pasa a nosotros, nuestros amigos y compañeros están igual. Una vez más, al frente estamos los millenial –bendita generación–. Tras vivir una crisis, tras una pandemia, ¿estamos condenados a vivir de alquiler? ¿O tal vez en Leganés, Móstoles, Fuenlabrada o Alcorcón? ¿Quién dijo que comprar una casa fuera fácil? Sin duda, en 2021 no lo es. O quizás nunca lo ha sido…