“Estoy más parado que un avión de mármol”. Esta frase de Ali G, el irreverente personaje de Sacha Baron Cohen, la puede decir el 37,1% de los jóvenes españoles entre 18 y 25 años. Este junio, España ha ganado a Grecia y se ha posicionado como el país de la Unión Europea —y de la OCDE— con mayor tasa de paro juvenil, según los datos de Eurostat. Casi cuatro de cada 10 jóvenes no tiene oficio ni beneficio en nuestro país. Esto son 23 puntos porcentuales más que la media de la OCDE. Una estadística que no es difícil de comprobar en la calle.
El centro de Madrid, pese a ser mes de vacaciones y al sofocante calor, está a rebosar de gente este lunes. Basta con preguntarle a unas pocas personas del citado rango de edad para comprobar que, efectivamente, los números se cumplen. “Estoy sin trabajo desde hace 3 años”, se lamenta María, una estudiante de Turismo de 20 años. “Estoy buscando porque el año que viene me voy de Erasmus y para ganar dinero. Al final no he encontrado nada por el Covid, está todo lleno. Ayer, de hecho, me enviaron un mensaje de Mercadona, que ya estaban completos. Que lo sentían mucho, pero que no podían cogerme”.
María pasó por el gigante textil Primark, pero desde aquello ya ha llovido mucho. Ahora, al buscar empleo se topa con un muro infranqueable para alguien de su edad: la experiencia. “Buscan experiencia y yo siendo tan jóven no tengo casi ninguna. Y luego aparte, ahora con lo del Covid todo el mundo quiere trabajo, sean más jóvenes o más adultos. Entonces es imposible”. Asegura que trabajaría de “cualquier cosa”. Y ni por esas. “Veo aquí que buscan algún empleado [señala el local que tiene a sus espaldas] y yo solicito”.
El relato de Alberto es un calco del de María. Este joven también tiene 20 años, estudia una carrera, busca trabajo y no lo encuentra. “Trabajo dando clases a niños y desde que acabó el curso no trabajo. En septiembre comienzo mi tercer año de carrera, de magisterio de primaria y tengo prácticas y tal. Voy a intentar compaginarlo con dar clases a niños”, explica a este periódico.
“Busco bastante trabajo y hay mucho problema con la experiencia. Te piden mucha experiencia en todos los sitios y somos gente joven que si no nos das experiencia no podemos trabajar. Falta mucha empatía”.
Pese a su juventud y formación, Alberto ha pasado por la construcción, uno de los sectores más envejecidos de España, fruto de la crisis del ladrillo vivida hace una década. “Te puedes adaptar a cualquier trabajo. Si necesitas el trabajo de verdad, te puedes adaptar a lo que sea”.
No todos los perfiles son iguales. Hay quien estudió y no trabaja; quien estudia pero no trabaja, quien hace ambas cosas a la vez o quien no hace ninguna de ellas. Nerea, por ejemplo, estudia Trabajo Social y no ha trabajado nunca, salvo dando clases. “Suelo intentar buscar trabajo y al final lo que hago es dar clases. A ver, está remunerado pero no es trabajo como tal. Entonces, si encuentro en alguna tienda o así, pues sí. Si no…”. El silencio tras esa frase no augura nada bueno.
En el otro lado del tablero está Carmen, que atiende a este periódico a distancia, desde Badajoz. Con carrera y máster, ahora mismo no encuentra trabajo. “Justo cuando terminé la carrera tuve la suerte de conseguir una beca, así que en 2020 sí que estuve trabajando. Después de eso ya no he trabajado más, pero he estado estudiando”. Carmen es graduada en filología hispánica y ha trabajado como auxiliar de conversación. “Sigo buscando trabajo, pero si no lo encuentro, tendría que hacer otro máster que sería el de profesora. Y luego, opositar”, explica esta joven de 25 años.
Entraba en los planes de Carmen irse fuera de España para enseñar castellano, pero tampoco se ha librado de las trabas. “Para lo que yo hago, que es enseñar español, el tema de los visados es muy problemático. Y, aquí en España, no sé si por el Covid, pero hay poco trabajo de profesor de español, al menos en ciudades pequeñas”.
Próxima parada: emigrar
Si todo va según sus previsiones, Sara estrenará su currículum profesional el curso que viene en el Reino Unido. “Nunca he trabajado porque he estado estudiando”, explica al resguardo de una sombrilla en la calle Montera. “Me gustaría trabajar de lo que he estudiado y me gusta, pero siempre piden experiencia”. Sara es estudiante de Magisterio de primaria y, cuando ha buscado trabajo, lo ha hecho “por mirar, nunca de forma seria”.
Claudia, en cambio, sí que ha trabajado y planea volver a hacerlo próximamente. “He terminado la carrera y ahora me he tomado un año de vacaciones porque he tenido un año muy intenso”, asegura. Viendo su profesión, no es de extrañar: Claudia es enfermera y ha ejercido durante la pandemia que nos ha trastocado la existencia.
Además de esto, “he trabajado de niñera y bien, pero sí que he tenido que buscar mucho. Yo creo que las familias les da miedo meter a una persona que es ajena a su entorno familiar”. El futuro de Claudia se presenta más luminoso que el de la mayoría de los entrevistado en este reportaje. Su plan: “Ir al hospital donde he estado de prácticas y volver a trabajar. Hablé con los del hospital y no me pusieron ningún problema”. Muchos otros están lejos de poder decir eso.
Aunque también —por hacer justicia a la realidad— cabe mencionar un detalle. Varias personas preguntadas en este recorrido han respondido: ”Sí, ambas”. La pregunta era si estudian o trabajan.