El día que Juan Ramos vio como una pavesa, una de esas chispas gordas que suelta el fuego cuando arde, le derritió el casco a un compañero, en cuestión de segundos, se dio cuenta de algo muy profundo. Ahora valora como nadie el casco que tiene, que si es de los buenos porque tiene una ventilación por no sé dónde, y habla muy claro al respecto: “Nosotros no queremos ser héroes, ni debemos serlo. Porque si depende del heroísmo, es que estamos haciendo la cosa muy mal. Nosotros queremos ser profesionales”, explica en conversación telefónica antes de volver al tajo.
Antes, recapitulemos. De Sevilla y 33 años, Juan pertenece a esa generación que se comió la crisis -la anterior-. Estudió, porque era lo que había que hacer, y se convirtió en ambientólogo con el objetivo de investigar. Como otros tantos, acabó de guía turístico, de camarero, vendiendo seguros… de lo que fuera. Hasta que decidió rescatar su amor por la naturaleza y se hizo bombero forestal.
Ahora es una de esas personas que, por vocación, tienen esa manía de ir corriendo a los lugares de los que los demás huyen. Trabaja en el Infoca -el Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía- como bombero forestal especialista, una especie de infantería del fuego, de los que están ahí al pie de todo, en la sierra entre Huelva y Sevilla. Estos días de verano son muy intensos en cuanto a incendios, aunque ahora también libra otra batalla, la de sus frustraciones laborales. Una publicación suya en Twitter, escrita con la rabia del momento, ha acabado mostrando lo que hay detrás del telón y se ha convertido en viral, algo que le ha tenido toda la mañana atendiendo a medios de comunicación.
La primera de sus quejas es que, a pesar de llevar años trabajando al pie del cañón durante cuatro años en diferentes comunidades autónomas, sigue siendo personal eventual, no tiene un contrato fijo. Trabaja los veranos, desde el 1 de junio al 15 de octubre, cuando más riesgo de incendios hay, y luego siempre acaba en la cola del Inem buscándose la vida. Para volver a trabajar, tiene que pasar todas las pruebas de nuevo. Se calcula que como él hay un 30% de la plantilla del Infoca, aunque no hay datos oficiales que lo concreten.
La segunda queja es más grande. La Junta de Andalucía ha estado haciendo auditorías independientes para acabar con la administración paralela que se erigió durante los años del PSOE al mando y el Infoca es uno de ellos. En el informe de la auditoría se recomienda mejorar la gestión de personal -algo que casi nadie critica- pero también realizar despidos y privatizar parte del servicio. Ahí es cuando Juan se acuerda del casco del compañero, abaratar puede costar vidas. Ya ha habido 147 muertos entre 1991 y 2015 y no quieren contar más.
Como eventual
“La mayoría de la gente, cuando piensa en los bomberos, piensa en los que trabajan para un Ayuntamiento, todos funcionarios y contratados. Y, para nada. Yo soy eventual, empalmo contratos temporales uno tras otro. Estoy ocupando una plaza pública que está vacante, que no sale a concurso ni nos contratan como interinos por la vacante… El resto del año, cada uno sobrevive como puede”, explica Juan.
Tras desempeñar su labor en comunidades como Extremadura, Castilla-La Mancha o Madrid, Juan reconoce que el Infoca andaluz es el mejor sitio en el que ha estado, si no el mejor de España, pero que aún así acumula serios déficits. Este de la eventualidad es uno de ellos, ya que se calcula que un tercio de los trabajadores se encuentran en esa situación. Eso es algo que empezó en la etapa del PSOE y se fue agravando paulatinamente, pero en los últimos años de nuevo Gobierno en San Telmo no se ha recortado.
Esta situación hace que, cada año, el poder trabajar se convierta en una auténtica rifa y tenga que repetir las pruebas en distintas provincias para ver cuál toca. “Yo, si me doblo el tobillo, pierdo el trabajo de ese año. Este año me rompí el gemelo y, al final, me dio tiempo a recuperarme. Pero, cuando me vi en el suelo me dije ‘ya está, has perdido el trabajo’”, explica. Menos mal que se recuperó y le dio tiempo a recorrerse 17 provincias haciendo pruebas para volver a entrar. Sí, 17 provincias.
“Nunca sabes si vas a trabajar. Hay una bolsa de trabajo y este verano sí que he podido. En la del año que viene he bajado 250 puestos y ya no sé. Esto se debe a que antes valoraban la formación, los cursos, y nos hinchamos a hacer cursos en academias privadas para acumular puntos. Ahora que los he hecho, han cambiado los criterios y lo que valoran es la Formación Profesional. Y ahí estoy, a mis 33 años, en el instituto con los chavales sacándome la FP. A eso he dedicado el invierno pasado y ahora este y volveré a recorrer la geografía española haciendo pruebas”, cuenta.
La auditoría
Con la Junta de Andalucía para la que trabajan, el Infoca al que pertenece Juan Ramos parece tener una relación buena. Cuanto menos, cordial. Un ejemplo de ello es que el actual Gobierno, encabezado por el popular Juanma Moreno, ha aumentado en los últimos tres años de mandato la dotación del Infoca en 7,6 millones de euros, un 4,5% más que en el último año del anterior Gobierno, situando su presupuesto en los 175,1 millones de euros.
Sin embargo, hay una novedad que amenaza con romper todo y los sindicatos, normalmente enfrentados entre sí, se están planteando el salir a la calle a manifestarse en septiembre, antes de que acabe la temporada de riesgo alto de incendios. El principal punto de tensión es una auditoría que ha realizado PricewaterhouseCoopers Cooper (PwC) que deja muy mal parado al Infoca. La auditoría es parte de la estrategia del Gobierno de la Junta para acabar con los 54 entes instrumentales, los famosos chiringuitos de la administración paralela.
En su informe, PwC acusa a Infoca de tener un serio problema de envejecimiento de la plantilla, con 51,8 años de media, y que son retirados de la primera línea de fuego a los 55 quedando prácticamente inservibles hasta que se retiran. Además, asegura que tienen una tasa de absentismo laboral escandalosa, abogan por realizar despidos objetivos amparándose en una ineptitud sobrevenida y recomienda externalizar el servicio a empresas privadas para cubrir los picos de actividad que actualmente se cubren con eventuales, con trabajadores como Juan Ramos.
“Nos llaman los enchufados del PSOE y siempre nos hemos enfrentado al PSOE porque con ellos empezó la eventualidad”, estalla Juan, que se ha sumado a la asociación Movimiento Infoca para combatir esto. “Yo ya tengo la experiencia de lo que es un servicio de extinción privatizado. Cobraba 976 euros en Castilla y León con ese sistema, cuando era helitransportado. Cobrar una mierda jugándote la vida ya está feo, pero si tienes que hacer rentable un servicio como este, tienes que recortar en costes. Por ejemplo, en EPI más baratos. Ya no son condiciones laborales, sino la seguridad nuestra y de la gente”, explica.
“Cuando antes contaba que era vendedor de seguros, para la gente, era el que los despertaba de la siesta para venderles cosas. Ahora que soy bombero, son todo abrazos. Pero muchos desconocen la realidad. Todos los que trabajamos en esto hemos vivido alguna situación de riesgo, tenemos que intentar reducir los riesgos. La reacción no es sacar pecho como héroes. Yo quiero volver con mi familia, no quedarme achicharrado en un monte”, cuenta.
Mientras todos esperan a ver si se llevan a cabo las sugerencias de la auditoría, el director gerente de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía (Amaya, la responsable del Infoca), Javier de Torre, ha asegurado que las recomendaciones de PwC son eso, sólo recomendaciones, echando el balón fuera. Sin embargo, de momento los trabajadores no se fían y están a la espera por si hay que salir a las calles. No es la primera vez.
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