En el último mensaje que Jorge Lis envió a su hermana Elena se lamentaba de “haber sido un cafre”. Jorge era negacionista de la Covid-19 y se negó a vacunarse contra el virus. Ahora vive conectado a una máquina en coma inducido y con serias posibilidades de no vivir para contarlo. El expiloto de motociclismo, que no creía en el coronavirus, ahora lleva 16 días ingresado en la UCI del Hospital de la Fe de Valencia.
“Tengo miedo, Elena”, se lamentaba Jorge en el mensaje a su hermana. “Esta semana ha sido de golpe una de mis mayores lecciones de vida. Pasar mucho tiempo en Twitter, etcétera me había radicalizado al extremo. Ojalá me hubiese vacunado”.
“Se fue con su ordenador y una maleta cargada de libros, sin sospechar que en pocos días le iban a inducir al coma porque era necesario intubarle para salvarle la vida”, escribió elena en el diario Levante-EMV. “Él, que al inicio de la pandemia vivía atemorizado, de repente dio un giro y se contagió de un virus invisible y muy peligroso: el de las teorías que niegan la existencia de la Covid o relativizan sus efectos. Escuchaba a presuntos gurús que presumían de manejar información privilegiada: datos económicos y sociales fuera del alcance del resto de los mortales, científicos incluidos. Luego salió la vacuna y, en esa misma línea, se negó a ponérsela. Incluso intentó que el resto de la familia, incluida mi madre de 84 años, tampoco lo hiciera”.
Años atrás, en los 90, Jorge recorrió los circuitos de España a bordo de su Yamaha. Llegó a ser subcampeón de España junior de 125 cc en 1996. Actualmente, es entrenador y representante de pilotos de Superbike. Residió durante años en los Estados Unidos, lugar del que se empapó, para bien o para mal: el 30% de los estadounidenses se niega a vacunarse. esto generaba constantes roces con su hermana Elena, que ahora vive pegada al teléfono pendiente de la evolución de su hermano.
“No me olvido de sus ojos asustados y suplicantes cuando le dijeron que al menos pasaría 15 días en la UCI. Lo que habría dado en ese momento por haberse puesto esa vacuna que despreció”, asegura la mujer en su carta abierta, en la que advierte de los peligros del negacionismo. “Creo que es necesario aislarse de todo el ruido que bulle en las redes para darse cuenta de que la realidad es bien sencilla: la Covid-19 mata y las vacunas salvan vidas. Puede que no frenen totalmente los contagios, pero si evitan acabar en la UCI. Y eso es más que suficiente”.
Ya sufrió fibromialgia
Fue a principios de julio cuando una PCR le dio la vuelta a todas sus creencias. Hacía días que padecía vómitos y fiebre. El virus atacaba al negacionista. Una semana después ingresó en el hospital para estar vigilado. A las pocas horas desarrolló una neumonía bilateral y fue directo a la UCI, entubado y sedado.
Lleva ahí 16 días, en extrema gravedad, según su propia familia. Está conectado a una máquina de oxigenación extracorpórea (ECMO) para intentar que la inflamación de sus pulmones remita y vuelvan a funcionar, un tratamiento tremendamente invasivo.
Esta no es la primera afección a la que se enfrenta el expiloto. En 2000 le diagnosticaron fibromialgia en Estados Unidos, al verse afectado de dolores crónicos. Durante años consumió opiáceos -oxicodona y vicodona- para amainar el dolor. Viendo que esto no resultaba efectivo, en 2011 los médicos le recetaron un fármaco todavía más potente y destructivo: fentanilo. El expiloto consiguió rehabilitarse en 2013 y contó su experiencia en un libro.